La afición por el bateo va a menos, mientras crece el interés de las empresas mineras por el metal

Los bateadores mantienen la ilusión de hallar oro en el Sil

Humberto Prada.
Cada vez son menos, pero siguen acudiendo a la llamada del Sil. Humberto Prada García es uno de los contados valdeorreses que sigue acudiendo a la orilla del río en busca de oro. Valiéndose de una batea de goma, aprovecha los ratos de ocio para rastrear el fondo del antiguo lecho fluvial, continuando así la tradición de las aureanas. Éste es el nombre que reciben las mujeres que, con casi el mismo equipo, arrancaron el codiciado metal que explotaron los romanos.
Humberto Prada es socio del Club Español de Bateadores de Oro (Ceba), sociedad que realiza salidas por todo el territorio nacional, en busca del metal. Es un club de aficionados, que no se mueve por ningún interés lucrativo, todo lo contrario que sucede con las empresas mineras que pusieron el oriente ourensano en su punto de mira. Primero fueron la madrileña Minería Sostenible y la berciana Sondeos y Perforaciones Industriales del Bierzo. Estas dos sociedades solicitaron permiso a la Consellería de Economía e Industria para rastrear San Xoán de Río, Trives y Ribas de Sil (Lugo). A ellas se sumó la malagueña Sierra Mining Company, que pretende abrir explotaciones en los concellos de Rubiá y O Barco.

El preciado mineral está relacionado con los suelos de la Era Terciaria. De este periodo datan las colinas sobre las que se asienta el pueblo de Pardollán (Rubiá), donde se realizarán los sondeos, según fuentes consultadas por este diario. No es el único lugar donde se puede encontrar terreno de estas características, también en Pumares, donde acuden habitualmente los bateadores, o Córgomo (Vilamartín). Sin ir más lejos, a escasos dos kilómetros de O Barco, en A Proba, la Praia do Ouro lleva este nombre porque también aquí se extrajo mineral. Fue una empresa galaico cantábrica la que en 1897 trabajó 12 pertenencias -denominación que entonces recibían las cuadrículas mineras-, que estaban a nombre de una vecina de A Médua (Carballeda): María Dalanda.



SUERTE

El auge del oro no influye en la práctica del bateo. 'Para vivir no da. Salvo que tengas la suerte de encontrar una pepita que le interese a un coleccionista y la supervalore por encima de su precio', dijo Humberto Prada. Añadió que sus hallazgos los mueven entre coleccionistas, no en los mercados. A modo de muestra, señaló que unas diminutas pepitas de oro pueden valer hasta 200 euros si alguien tiene interés en hacerse con piezas del río Sil. Este pobre rendimiento influye en el retroceso que padece una más que sana afición.

La escasez de aficionados no implica que no exista pillería. También en esta actividad fue detectada. Lo dijo el bateador rues, quien señaló que en la comarca hay buscadores que poseen detectores de metales, unos equipos que dañaron los yacimientos arqueológicos.



La comarca dio la espalda a un recurso turístico

Humberto Prada combina su afición por el bateo con el coleccionismo de minerales. Afirma que comenzó con esta pasión en 1995 y señaló a un vilamartinés amante de la Mineralogía, José Fernández, como otro de los grandes entusiastas de la búsqueda de oro con batea. 'Te tiene que gustar', dijo Prada, quien añadió que la 'paciencia' es casi la única cualidad que debe reunir el aficionado. En 1999, un grupo de bateadores intentó el resurgir de esta actividad. Durante varias jornadas, se explicó a los posibles interesados cómo se busca. Sin embargo, su inquietud no llegó a calar en los valdeorreses, que dieron la espalda a este entretenimiento. Lamentablemente, la comarca dio la espalda a una práctica que no pueden ofrecer muchas comarcas y que en otras latitudes mueve a centenares de turistas.

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