El lucrativo negocio del sexo, tras el asesinato de O Barco

La víctima ganaba mucho dinero y tenía más clientes que una de las supuestas autoras del crimen

La resolución del crimen que le costó la vida a Leticia Magali  Sanabria Romero, de 29 años y conocida en la villa como “Rosi”, ha puesto sobre la mesa el lucrativo negocio de la prostitución en O Barco. Los investigadores de la Guardia Civil vinculan  laboralmente tanto a la víctima como una de las presuntas autoras del crimen, Fátima A., natural de Nigeria,  al club Osiris, un popular local de alterne orillado en la N-120 a su paso por la villa.

 Ambas tenían alquilada en ese negocio una habitación. “Somos una discoteca y se alquilan habitaciones, nada más”, aseguraba este miércoles a este periódico un trabajador antes de colgar el teléfono al ser preguntado por el registro efectuado por las fuerzas de seguridad horas antes en el cuarto que precisamente tenía el club arrendado a Fátima. Esta última, con el sobrenombre de Jenny, y la brasileña Erigerneide A.L. fueron detenidas el martes por la presunta participación en la muerte de Leticia Magali S.R. el pasado 10 de septiembre. Aunque los motivos no están claros,  la Policía Judicial de la Guardia Civil tiene sus sospechas. La víctima, con ingresos estimados en torno a los 8.000 u 10.000 euros mensuales, había llegado a O Barco desde su país de origen, Paraguay, tres años antes y acaparó a muchos de los clientes de Fátima, que llevaba más tiempo en el negocio. En un principio, había una buena relación entre ellas ya que compartían piso de alquiler en la avenida Conde de Fenosa. Además, según los testimonios que recabaron los investigadores, la víctima prestaba dinero a su compañera. Pero Fátima, apuntan testimonios recabados por este diario, “ejercía una especie de dominación sobre Leticia”.  Y, según parece, no llevaba bien el éxito profesional de una de sus mejores amigas, que también trabajaba en el piso.

Las dos detenidas, que pasarán esta mañana viernes a disposición del Juzgado de Instrucción 1 de O Barco, estaban juntas cuando llegaron los servicios de emergencia a la casa particular. Pero Rosi llevaba muerta horas antes, entre siete y ocho, es decir, durante la madrugada. Fue Fátima la que alertó a la ambulancia cuando al mediodía llegó a la vivienda y halló a su amiga en su habitación, muy revuelta. También, según le contó a la Guardia Civil, llamó a Erigerneide A.L, cocinera y amiga de ambas para contarle lo sucedido.

 La versión que da Fátima es que habían cenado juntas y, tras irse a dormir, no se volvieron a ver hasta las tres de la tarde del día siguiente.

La autopsia confirmó que “Rosi” murió asfixiada pero no trascendió si por sofocación (obstrucción de las vías aéreas) o por estrangulamiento (constricción del cuello). Eso sí, según confirman fuentes del caso, tenía arañazos en el cuello (marcas de uñas largas) y otras partes del cuerpo que revelan que hubo una lucha previa. Los agentes ven alevosía porque eran dos cuatra una.

En el entorno de la fallecida, las voces son unánimes a la hora de reclamar justicia. “Si lo hicieron ellas, que lo paguen”, comentaba un vecino de O Barco que conocía a las tres mujeres implicadas en este crimen. “Rosi era un cielo. Era muy buena chica. Nosotros la apreciábamos mucho”, comentó, para seguidamente afirmar que “esa muchacha no se metía con nadie. Tenía siempre una sonrisa en la cara”.

Reacciones

No lejos de su negocio, una mujer que las veía prácticamente a diario mostraba su alegría ante la posibilidad que el asesinato de Rosi pudiese estar resuelto: “Me alegro. ¡Si fueron ellas, que lo paguen!”.

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