Valdeorras tardará 3 años en recuperar lo quemado en los incendios de 2022

El fuego calcinó una superficie de 10.500 hectáreas en los montes de O Barco, Carballeda y Rubiá

Los montes de los concellos de O Barco, Carballeda y Rubiá fueron pasto de las llamas en julio de 2022. Diez meses después que las llamas calcinasen una extensión de aproximadamente 10.500 hectáreas, el verde comienza a teñir sus laderas. Pese a ello, los valdeorreses aún deberán esperar aproximadamente tres años para que completen su regeneración. El seguimiento realizado desde el Centro de Investigación Forestal (CIF) de Lourizán así lo indica, según explicó la investigadora Cristina Fernández.

“A 10 meses aínda é cedo, faltan polo menos tres anos máis, aínda que todo se vexa verde”, comentó la investigadora de Lourizán. En todo caso, el hecho de que el color verde vuelva a verse sobre la tierra quemada de las laderas es un buen síntoma e indica que “polo que se ve, parece que vai ben”.

La labor del Centro de Investigación Forestal comenzó, nada más finalizar los trabajos de extinción de las llamas, con la localización de aquellos lugares sometidos a un mayor peligro de arrastres provocados por la lluvia.

Pasados los días de otoño e invierno, los meses que suelen ser más lluviosos, y ya con la llegada de la primavera, comenzó una fase diferente, relacionada con la regeneración de esos montes. Su recuperación comenzó por los matorrales y llevará más tiempo en el arbolado, pues muchos ejemplares no se quemaron del todo y sufrirán menos, y otros no serán recuperables. “Canto máis complexa é a vexetación, máis tempo levará a recuperación”, comentó Cristina Fernández.

Estas diferencias en los tiempos se dan en los sotos de castaños, si bien su seguimiento ya depende de los propietarios, que estos días ya pueden comprobar cuántos árboles se libraron del fuego y los que destruyeron las llamas.

La investigadora de Lourizán indicó que la recuperación de la cobertura del terreno no es lo único importante, pues también interesa que las plantas conserven su estructura de maduración. Pese a todo, Fernández es optimista. “Empezar a ver verde nas ladeiras é un bo síntoma de que todo vai estar no seu sitio”, dijo.

Sin escorrentías graves desde el verano

Los primeros trabajos de los investigadores del CIF de Lourizán fueron encaminados a localizar los puntos que corrían más riesgo de acusar las escorrentías que provoca el agua de la lluvia. Una vez transcurridos los meses de otoño e invierno, los técnicos confirmaron que “escorrentías importantes non houbo”, como apuntó Cristina Fernández.

Añadió que estos arrastres no son únicamente una consecuencia de la acción de las llamas, al quemarse la vegetación que sujeta el terreno. Hay otros factores que también favorecen su aparición, como es la falta de limpieza en cunetas, caminos o desagües, una circunstancia que llevó a la investigadora a hacer un llamamiento a mantenerlos limpios para evitarlas.

Un factor añadido es el derivado de las características de O Barco, un municipio “hidrolóxicamente complicado”, todos los años objeto de la amenaza de inundaciones.

A la espera de que transcurra el periodo en el que es más acusado el riesgo de tormentas que puedan favorecer los arrastres de materiales, desde el verano pasado apenas fueron detectadas escorrentías importantes y las puntuales que se registraron no siempre tuvieron relación con los efectos de las llamas.

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