Le costó, sin duda. Pero lo cierto es que, partido a partido, se ha ganado su sitio como imprescindible.
Hace unos meses, Kyle Rowley era el jugador de baloncesto más menospreciado de la provincia. Lento, blando, ineficaz, triste... Las comparaciones con el atlético y showman Danny Agbelese tampoco le dejaban en buen lugar. Ver a sus compañeros animándole constantemente en los partidos inquietaban a cualquiera. Así las cosas, la marcha del saltarín estadounidense a la liga ACB, precipitó su paso a la primera línea del frente.
Le costó, sin duda. Pero lo cierto es que, partido a partido, se ha ganado su sitio como imprescindible y personifica la evolución de este COB capaz de lo mejor y lo peor según sople el viento, el de su defensa. Si es una brisa, cualquier rival los hunde. Si es un huracán, hasta un Nava- rra repleto de nombres se diluye en 10 minutos de pasión.
Rowley aporta mucho en de- fensa, incluso en ataque. Ha mejorado en 20 puntos su porcentaje en los tiros libres. Y encima disfruta sobre la pista. Algo imposible hace unos meses.
