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PILASTRAS DA IGUALDADE
Un Renault 6 fue el vehículo que marcó la vida de Julia Vázquez Álvarez. Una de las primeras mujeres de Terra de Celanova que, en los años 70 del siglo pasado, se sacó el carné de conducir como una herramienta profesional y familiar en el rural bolense.
La historia de Julia Vázquez ha sido la escogida para personificar la iniciativa “8M, mes a mes” de la Diputación de Ourense para visibilizar a mujeres con trayectorias destacadas en profesiones altamente masculinizadas y potenciar la importancia del trabajo transversal de la mujer y que, este mes de enero, está dedicada a las mujeres que sacaron adelante a sus familias mientras los maridos estaban en la emigración.
El lema escogido este mes por el Área de Igualdade de la Diputación provincial de Ourense es “Pilastras da Igualdade”, para destacar la “forza, resiliencia e traballo das mulleres que viviron situacións similares á de Julia Álvarez”, destacaban desde el ente provincial, tomando de ejemplo la historia de vida de Julia Vázquez, de 82 años y 50 años de carnet.
Con 32 años, y tras la marcha de su marido a Suiza, esta vecina que todavía hoy reside en As Mamuelas -una aldea próxima al Alto do Furriolo, entre Celanova y Xinzo de Limia- se quedó sola al cuidado de una tía, de su suegro y de dos hijos de corta edad, David y Rosa, pero también de la huerta y de la explotación de vacas de la familia que, al regresar su marido de la emigración, mudaron por una granja de conejos en la que trabajó toda la familia.
Cincuenta años después, y aunque hace varios años que dejó de pisar el acelerador, Julia recuerda con nostalgia aquella época en la que, a los mandos del Renault 6, se trasladaba a Ourense o Xinzo de Limia por motivos de trabajo, a Celanova al mercado o a los entierros. Un viaje en el que rara era la vez que viajara sola.
“Levaba aos veciños todos e, no verán, íamos tódolos primos a tomar un xeado a Celanova”, recordaba su hija Rosa Pereira, un trayecto que hoy se hace en apenas diez minutos por la OU-531, pero que hace cincuenta años era toda una aventura de curvas y viales estrechos. Hace siete años tuvo un problema de salud y el médico le dijo que no podía conducir más, aunque siguió renovando el carnet hasta hace un año. Ahora va donde le lleven de copiloto.
En verano se cumplirán 50 años de que Julia Vázquez aprobó el examen de conducir. Un permiso que se sacó casi a la primera y animada por sus hermanos, y su propio marido, que había emigrado a Suiza, y que le dio libertad y una herramienta para sacar adelante a su familia en el rural de A Bola.
¿Quién le animó a sacar el carnet de conducir?
Fueron mis hermanos, concretamente un Manolo, y también David, mi marido. Primero querían que se lo sacase él -señalando a su marido-, pero él no quiso porque se marchaba a Suiza. Así que me tocó. Me marché a Ourense y lo saqué en un mes y ¡casi a la primera! En el primer examen me olvidé de mirar por el espejo retrovisor. Pero a los ocho días fui y lo aprobé.
¿Qué supuso para usted contar con coche propio en aquel rural de los años 70-80?
Libertad. En aquel momento, el coche me valió de mucho. Vivíamos aquí, en esta misma casa en As Mamoelas. Saque el carnet y me compraron el coche, un Renault 6. Íbamos a Celanova, a vender manzanas a Xinzo, a mi marido lo llevé muchas veces al médico de noche por urgencias a Ourense. También llevaba a los vecinos, seis, siete… los que entrasen; a Celanova, a los entierros… y nunca les cobré nada. Aquí no había otro coche, solo estaba yo, menos cuando venían en verano los de Venezuela… Así que figúrese. En toda la parroquia había tres coches, dos hombres y yo.
¿Qué le decían cuando la veían conduciendo?
Un coche nuevo y conducido por una mujer, ¡a mí me conocían todos!. En casa, siempre me han animado y apoyado, y eso es algo muy importante y, yo les enseñé a conducir a todos, a mi marido el tractor, a los hijos y también a los nietos mayores. Pero al ir en la carretera siempre hay quien… Más de una vez escuché ‘Tenche bo peligro!’. Pero yo los llevaba a todos y tampoco tuve nunca un accidente y eso que le pisaba…
Tendrá muchas anécdotas
(risas) Te diré que mi hermano y mi marido me pusieron una vez un taco en el acelerador para que no corriera tanto… Pero un día me enfadé y se lo sacaron.
¿Cuál ha sido el viaje más lejos que ha hecho?
A Coruña, a ver a mi hermana, llevamos el Renault 6, pero condujo mi sobrino (risas). Yo iba a Celanova, iba a Xinzo, a Ribadavia, a Ourense junto a mis hermanos… También nos vino muy bien cuando hicimos la granja, teníamos que arreglar los papeles en la capital. En verano llevaba a los niños, hijos y sobrinos, a tomar un helado a Celanova. Los que no entraban en los asientos, ¡iban en el maletero! Eso ahora no se puede hacer.
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