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De más de 50 comercios a una decena en a penas dos décadas. De tráileres cargados de mercancía a diario a resistir con escasas ventas. Del contrabando al tráfico legal de productos hacia Portugal. De un lugar lleno de vida a un “pueblo fantasma”. Así es el declive que sufrió Feces de Abaixo (Verín) desde finales de los años 90. Sus vecinos lo achacan a cuatro factores: la libre circulación entre España y Portugal, la creación de la autovía A-75, los hipermercados y “ser os grandes esquecidos”.
Todos ellos coinciden en que “os políticos nunca nos fixeron caso, foran do color que foran”, remarca Juanjo Feijóo, encargado de la gasolinera. A ello se sumó un vaivén de hechos que pasaron por alto: “Feces foi un punto económico superior ao que generaba calquera vila na comarca, e nós estabamos inmersos nos nosos negocios e non nos percatamos de que se nos estaba deixando morrer”, apunta Feijóo.
Y es que como señala Puri Reguiero, del supermercado Covirán, “aquí traballábase 24 horas ao día, non chovía o diñeiro, eran negocios moi escravos”.
Ese trabajo constante se fue perdiendo a favor de los grandes hipermercados. “Feces deixou de ser o polígono industrial que era, en parte polo impacto dos hipermercados, estamos loitando con verdadeiros monstros”, señala Regueiro. Además de estos competidores, los hábitos de sus clientes fueron cambiando.
Un factor clave que marcó el inicio de la caída de Feces fue la apertura de las fronteras entre España y Portugal. La libre circulación (1993) afectó “enormemente” a la economía raiana. El movimiento de gente era constante, quienes aprovechaban para comprar y cambiar el dinero.
“O de Feces era unha loucura, víanse carros de moedas carretera abaixo, viñan camións cargados todos os días, por aquí pasou xente moi importante”, recuerda Antonio Dos Santos, de supermercado Tony, quien vivió desde niño la vida en la frontera, donde “os comercios eran a forma legal de gañar diñeiro, pero o contrabando sempre existiu, recordo autobuses cargados de café”, apunta melancólico este vecino.
Y es que, en su día, Feces “chegou a ter máis potencial de compra que o Corte Inglés, e entre todos os comercios movemos máis diñeiro nos cambios de moeda que o banco Santander”, compara Dos Santos. Aun así, con 10 comercios en pie actualmente, Dos Santos está seguro de que “se se volvesen a abrir os pechados, funcionaría, este lugar está esquecido, pero a nosa forza e loita pode con todo. Aínda que ninguén nos bote unha man, somos un comercio atípico que funcionaría sempre”.
Posteriormente, en el año 2010 quedó totalmente inaugurada la autovía A-75 -que conecta el sur ourensano con el norte de Portugal-, un factor al que los raianos también achacan “el olvido” de Feces. “Cando se abriu a autovía, Feces quedou totalmente a desmán, e para colmo nunca se señalizou correctamente que se pode ir a Portugal pola nacional e pasando por aquí”, explica Dos Santos.
“Eu non sei que interese había de que Feces non estivera comunicado na autoestrada”, apunta Regueiro, entre enfado y disgusto, quien pide a las administraciones más trabajo en el rural: “quen vai querer quedar nunha aldea abandonada?”.
La suma de condicionantes y el paso del tiempo manifiestan que Feces ya no es lo que era. Ahora unos pocos resisten y por las calles del pueblo quedan los recuerdos. Los restos de “Comercio Compra Tudo”, “Café Europa Bar”, “Comercio Toñita” o “Comercio Chaves” muestran lo que un día fue este pueblo raiano: “A anomalía da comarca”, define Regueiro; “Un Monte Carlo”, tilda Dos Santos, y un lugar que escribió su propia historia. Los olvidados de los políticos y la lucha de los obreros que levantaron fortunas. Feces de Abaixo, ese “pueblo fantasma” que un día lo fue todo y en el que el futuro se vislumbra “negro”.
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