Samay, de Verín, solo quiere ser la protagonista de su vida

LENGUA DE SIGNOS

El 14 de junio se celebró el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, pero para personas como Samay, el poder comunicativo del lenguaje es vital a diario

Samay Jiménez, estudiante sorda de 1º de ESO del IES Taboada Chivite de Verín.
Samay Jiménez, estudiante sorda de 1º de ESO del IES Taboada Chivite de Verín.

Samay Jiménez Montoya tiene 14 años, es de Verín y cursa 1º de ESO en el instituto Xesús Taboada Chivite. Como a cualquier otra niña de su edad, le apasionan el baile y el voleibol, y sueña con ser famosa. La única diferencia entre Samay y el resto de sus compañeros es que ella no es “oyente”, que es como se denomina a quienes podemos oír por parte de la comunidad sorda.

Samay acude a clases con normalidad gracias al trabajo incansable de Carolina Fernández e Irene Pazó, intérpretes de lengua de signos, y que acompañan a Samay a lo largo de las 32 horas lectivas semanales.

No obstante, el caso de Samay es excepcional. Si bien por ley los alumnos sordos tienen derecho a un intérprete por usuario, “lo habitual es que no se le cubran todas las horas lectivas. En ocasiones, un mismo intérprete es compartido por varios usuarios, lo que es, a todas luces, insuficiente”, denuncia Fernández.

Actualmente son Personal de Administración y Servicios (PAS), pero luchan por convertirse en personal laboral fijo y frenar la precarización de su profesión, de la que dependen muchas personas. Pero la falta de intérpretes y un sistema con carencias no son los únicos obstáculos a los que se enfrentan los estudiantes sordos. “En el 95% de los casos sus familias son oyentes, y no siempre creen encontrar una solución en la lengua de signos”, puntualiza Pazó.

Carolina Fernández e Irene Pazó con la alumna.
Carolina Fernández e Irene Pazó con la alumna.

Muchas familias optan por el trabajo con un logopeda, el uso de audífonos, o lo fían todo a los implantes cocleares, “una intervención complicada y que no garantiza nada”, apunta Fernández. Las intérpretes no se muestran en contra de ningún recurso tecnológico, sino que defienden el uso de “todos los recursos posibles, entre los que se encuentra la enseñanza de la lengua de signos”.

Además, también señalan la mentalidad respecto a esta lengua como “desfasada, particularmente en Ourense, donde es vista como un último recurso”. Ambas coinciden en que “los progenitores necesitan un proceso para comprender que sus hijos pueden explorar todo su potencial siendo personas sordas y comunicándose en lengua de signos”.

Además, las personas “no oyentes” tampoco entienden lo que “escuchan”. Al no criarse usando el lenguaje oral, lo que hablamos a diario es algo indescifrable para ellos por mucho que vuelvan a oír. De ahí que la enseñanza de la lengua de signos sea una herramienta clave, pues se convierte en el idioma vehicular que permite entender y comunicarse a la persona sorda.

Para Samay, nativa de lengua de signos pese a un comienzo tardío, signar es su primera lengua, y la que le ha permitido dar pasos de gigante en comprensión lectora y escritura en español y gallego. Le permite incluso vídeochatear a través del móvil con gente de otras partes del mundo.

Con el tiempo, su familia también ha sabido ver el potencial de la lengua de signos. Y lo más importante es que, gracias a la lengua de signos, Samay ha podido encontrar su propia “voz”, expresar su personalidad y superar el aislamiento de no poder oír ni comunicarse.

Visibilizar la lengua

El alumnado del Chivite realizó una dinámica sobre la lengua de signos.
El alumnado del Chivite realizó una dinámica sobre la lengua de signos.

Aprovechando que el pasado viernes fue el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, las intérpretes del Chivite, un centro que “trabaja de maravilla con nosotras”, organizaron una actividad con el alumnado. El objetivo, visibilizar y normalizar su trabajo y a la comunidad sorda y “signante”.

Samay, por su parte, insiste en que mencione su participación en el musical del instituto verinés. La joven alumna siente que su interpretación a lengua de signos en la canción “Electricity”, de “Billy Elliot”, es el papel de su vida. “Combina todo lo que me gusta: bailar ante un público y mostrar el ritmo innato que poseo”.

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