Un amor eterno en Ourense: Amparo y Amancio o cómo celebrar el San Valentín tras 60 años casados

Amancio González y Amparo Fariñas han compartido juntos una historia de amor que ha superado los obstáculos de la emigración desde Castromarigo (A Veiga) hasta París y vuelta

Amparo Fariñas y Amancio González en su casa de Cachamuíña (Pereiro de Aguiar).
Amparo Fariñas y Amancio González en su casa de Cachamuíña (Pereiro de Aguiar). | Miguel Ángel

Se suele decir que el amor no entiende de edades, y nadie puede estar seguro de cuándo se romperá. Dicen las estadísticas que un matrimonio dura 16,5 años de media antes de disolverse en la provincia. Frente al dato, están aquellas parejas que han hecho vida compartida durante más de medio siglo. Es el caso de Amancio González y Amparo Fariñas, que superan los 60 años de matrimonio, y continúan juntos a sus 92 y 79 primaveras respectivamente.

“Todo empezó como una amistad”, cuenta Amancio, aunque reconoce que “asistí como sacristán cuando la bautizaron a ella”. Amparo reconoce que “lo conocía de siempre”, y que los 13 años que les separan no fueron un problema. “La diferencia se ve, pero ya se sabía”, asegura. La amistad entre ambos surgió mientra vivían en su Castromarigo natal, una parroquia del concello de A Veiga que en 2023 registraba 30 vecinos. La amistad, que se acabó convirtiendo en amor, se vio interrumpida, como otras tantas de la generación de este matrimonio, a causa de la emigración para de esa forma poder prosperar.

Citas en París

Cuando Amancio tenía 29 años, la necesidad le obligó a trasladarse a París donde “trabajaba en una gran empresa”, comenta él. Ella, sin saberlo, siguió sus pasos a los 17, y se instaló en la Ciudad de la Luz con sus tíos antes de empezar a trabajar “sirviendo en la casa de una familia”, sigue relatando su marido. Los dos integrantes de la colonia gallega se reencontraron allí, durante un viaje en metro, y entre paseos por la capital francesa, la amistad se convirtió en amor. “Hablábamos a diario”, recuerda Amancio de esos días.

Amparo y Amancio el día de su boda en Castromarigo.
Amparo y Amancio el día de su boda en Castromarigo.

Fue en París donde Amancio decidió que quería compartir su vida con Amparo. “Estaba junto a unos tíos, y él vino a verme”, rememora Amparo. “Cogimos el metro juntos, y me dijo que si yo quería nos casábamos. Me lo pensé unos días, porque eran otros tiempos, pero al final le dije que sí”, reconoce Fariñas. “Fue algo muy meditado”, asegura Amancio sobre aquel momento, “y las cosas cambiaron mucho después de que nos casáramos. Nos volvimos, y tuvimos dos hijas”. La pareja se dio el “sí, quiero” en su pueblo natal el 30 de enero de 1965.

Sesenta años después de los paseos por París, la pareja vive este día de San Valentín con la celebración aún reciente, hace escasas dos semanas, de las bodas de diamante, y pensando en la siguiente etapa: las bodas de platino, a los 65. Amancio asegura sentirse “muy, muy contento. Lo llevamos muy bien entre los dos, y con nuestras dos hijas”. Sobre el secreto de una relación tan duradera, González reconoce que “hay varios, pero el principal secreto es quererse el uno al otro”.

Por su parte, Amparo cree que “pasamos por muchas cosas. Nos volvimos juntos y empezamos una vida nueva. Y luego llegaron nuestras dos hijas”. Sobre la clave para un matrimonio tan largo, se muestra tajante: “Si se casa una, hay que pensárselo muy bien antes”. “Las relaciones ahora cada vez van a peor”, sentencia Amancio, mientras ella matiza: “No se puede comparar”.

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