UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
El acompañamiento espiritual es algo que necesitan muchos personas durante sus estancias hospitalarias. En el CHUO, José Manuel Armesto es uno de los encargados de apoyar a los enfermos como capellán, un servicio que no se queda al margen de la pandemia. "Ao principio de todo isto cheguei a perder oito quilos por culpa dos traxes que temos que levar", recuerda.
El EPI también forma parte de su atuendo, especialmente cuando acude a ofrecerle servicio a uno de los pacientes contagiados de covid. "Seguimos a facer o mesmo traballo, pero con máis coidado. No caso dos afectados de coronavirus só visitamos aos de extrema gravidade", señala. El resto de pacientes sigue con sus visitas, sin olvidar la "cautela" y la "prudencia". "No primeiro momento había moito medo, era algo novo e non contabamos cos recursos materiais de protección, escaseaban", rememora, aunque reconoce que "tamén había ilusión por poder traballar e axudar".
De esta experiencia tiene claro un aprendizaje y es el de las consecuencias que deja a su paso. "Esta enfermidade non deixa só dor física, tamén un desarranxo para as familias e o resto da sociedade", destaca Armesto. El sacerdote habla de que la salud no es solo el bienestar físico, también el psíquico y emocional. "Aí é donde entramos nós, que tratamos de humanizar todo o que supón atoparse nun hospital", comenta.
La soledad es uno de los efectos negativos de la pandemia, tanto para los infectados como por todas esas personas que no disfrutan de la compañía de los que quieren. "Aquí ninguén morre só porque está o persoal que os atende ao seu carón. Non é a familia, pero hai alguén que te acompaña nese momento", reconoce. Por esa labor, además de todo el esfuerzo de los sanitarios en esta crisis, para él son un "testimonio de entrega". Y lo sabe de primera mano.
Como enfermero que es, aunque no ejerce en el CHUO, y futuro médico, trabajar codo con codo con ellos en esas guardias maratonianas de 24 horas, le sirvió para "reafirmar o que xa sabía, que son uns profesionais extraordinarios".
Antes de que el virus irrumpiera, su rutina pasaba por dar la comunión a los pacientes que lo solicitasen, visitarlos a ellos y a sus familias e incluso establecer contacto con otros profesionales como trabajadores sociales. "Humanizamos a saúde", apunta. Ahora lo hacen con más precaución y en determinados servicios.
Y esta no es su única tarea. Armesto también es párroco en Castro Caldelas, su tierra natal, donde se encarga de 14 parroquias. "O importante é querer chegar a todo, as horas estíranse cando hai ese desexo", afirma. Antes de llegar allí, le tocó pasar por Calvos de Randín, donde comenzó su andadura como sacerdote.
El resto de horas libres que le quedan a Armesto las dedica a trabajar en la residencia Divino Maestro, donde atiende como enfermero a sus residentes. Allí vivió otra de las caras de la pandemia, la que afectó a los mayores que residen en ellas."Foi moi duro o que alí se viviu e supoño que en todas as residencias do país aconteceu o mesmo", destaca.
Desde todas estas facetas, Armesto fue testigo de cómo los sanitarios cumplieron con uno de los mandatos de la medicina dando "cura, alivio e consolo" a estas personas.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
CULTURA EN EL RURAL
La Red Provincial de Auditorios de Ourense alcanza los 7.500 espectadores
VACUNACIÓN MASIVA
Nueva convocatoria contra la gripe para mayores de 60 años
Lo último
MÚSICA E BAILE POPULARES
O Festival Rebulir cumpre 20 anos como garante de cultura e tradición
Plácido Blanco Bembibre
HISTORIAS INCREÍBLES
Navidad o la fragilidad de Dios
PRAZA DE ABASTOSA
O mercado de Nadal de Celanova, estímulo para o consumo local