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EL DÍA A DÍA EN PRISIÓN
Desde hace unas semanas, el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar es también sala de exposiciones. Los reclusos que cumplen allí su condena y forman parte del programa de deshabituación de las drogas que Cruz Roja desarrolla en la cárcel desde 1997 han pasado dos meses preparando y tomando instantáneas de su vida cotidiana en los módulos, que ahora sus compañeros pueden ver y apreciar. Cada fotografía va acompañada de un pequeño texto explicativo, también elaborado por el autor, donde explica los motivos por los que escogió esta imagen, que van desde “reflejar la falta de intimidad en cosas básicas del día a día” hasta “los juegos de mesa que nos abstraen de los pesares cotidianos”.
Sarai Molina, psicóloga de Cruz Roja que ha estado detrás de esta iniciativa, contaba que “buscábamos transmitir al personal y la sociedad cómo es vivir privados de libertad y, al mismo tiempo, que los presos pudieran contar su día a día”. Durante dos meses y nueve sesiones diferentes, fueron buscando la mejor manera de contar esa idea. Al principio, los internos hasta quisieron ser protagonistas de un documental, algo que hubo que descartar por una serie de problemas legales, con lo que se optó por la fotografía como vía de expresión. “Al principio había mucha motivación, pero luego hubo que trabajar con ellos la importancia de ser constante”.
También pidieron hacer una presentación oficial de la exposición, a la que bautizaron irónicamente como “Pereiro d’Or” en referencia a la ciudad turística del Mediterráneo, delante de sus compañeros
Quince presos del centro fueron finalmente quienes llevaron la iniciativa. “Ellos gestionaron sus propios roles, bien como fotógrafos, bien como protagonistas de la imagen”, continúa relatando Molina. “No hay pose ni actuación en las fotos”, asegura.
Los internos no solo escogieron las escenas y redactaron los pies explicativos que las acompañan. También pidieron hacer una presentación oficial de la exposición, a la que bautizaron irónicamente como “Pereiro d’Or” en referencia a la ciudad turística del Mediterráneo, delante de sus compañeros. “Fue un esfuerzo, porque implicó salir del grupo seguro que era el proyecto”, cuenta Sarai Molina.
Sobre esta presentación, los propios internos se expresaban de esta manera: “Al principio estaba avergonzado por la situación, después me encontré cómodo. Cuando el resto de compañeros nos dijo que les había parecido me sentí mal porque estaban en la queja de la prisión. Me gustó cuando B. (uno de los internos) y Sarai lo explicaron porque hicieron que se entendiera y me hizo sentir bien”. El propio B. contó su perspectiva de lo que significa estar el centro penitenciario. “Si tengo que hablar de la cárcel, la de ahora es un lugar para estirarse, para descansar”, comenta. “La cárcel es un lugar al que nadie quiere mirar, te encierran y te tienen congelado, sin avanzar como avanza la sociedad. Ahora tengo que reintegrarme en la sociedad y eso me asusta”, reconoce también en su testimonio.
La exposición contó en todo momento con el apoyo y colaboración de la dirección del centro. “Solo tenemos palabras de agradecimiento, porque fue un trabajo delicado”, asegura Sarai Molina. También agradecieron el apoyo del Ministerio de Sanidad, con quienes trabajan en el programa de deshabituación de las drogas, que en 2023 atendió a 44 reclusos de la cárcel.
Tal y como explica el autor de la instantánea, “las duchas son espacios comunes que están en los módulos, las celdas solo tienen baño y lavabo. Con esta imagen queremos mostrar la falta de intimidad para cosas tan básicas del día a día como pegarse una ducha, ir al baño o llamar a tus seres queridos”. Otro de los puntos que quiso expresar quien tomó la foto es que “la ducha es el lugar donde uno es vulnerable porque hay muchas cosas en juego”, por eso tomó este retrato de espaldas de sus compañeros de módulo mientras se estaban aseando, imagen que ahora puede verse en la prisión.
Según el fotógrafo, “el grupo de Cruz Roja está formado por todo tipo de personas con el fin de ayudarnos entre nosotros y con la guía de las terapeutas y superar los problemas de adicción”. Algo que quiso mostrar retratando una de las sesiones de terapia en el centro.
Cuenta su autor que “el parchís era el único juego que no estaba prohibido y por eso se quedó como el rey de los juegos en prisión. Además de matar el tiempo, tiene estrategia y entra en juego el azar; y puedes ganar algún paquete de tabaco”.
Quien capturó este momento relata su intrahistoria de la siguiente manera: “Un día en el módulo, una forma de pasar el tiempo y socializar con los demás. En este caso, la unión por el partido de España de la Eurocopa que pasamos a la final”. El evento deportivo generó mucha expectación entre los ocupantes de la prisión, que siguieron puntualmente el trayecto de la selección española. “Estábamos todos animándola”, continúa relatando el fotógrafo, “algo que tampoco es habitual, ya que no suele ser habitual que estemos tantas personas viendo la televisión”. Una rara excepción que ahora forma parte de las imágenes tomadas durante los pasados dos meses, y que retratan el día a día de quienes cumplen su condena en Pereiro.
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