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Sarai Molina, psicóloga de Cruz Roja: “La imagen de estos reclusos está oculta a la mayoría de la gente”

COORDINADORA DEL PROGRAMA DE DESHABITUACIÓN DE DROGAS

Sarai Molina es, además de psicóloga de Cruz Roja, coordinadora del programa de deshabituación de drogas en la cárcel de Pereiro de Aguiar

Sarai Molina y Ángela Ramallo explican el programa en Pereiro de Aguiar.
Sarai Molina y Ángela Ramallo explican el programa en Pereiro de Aguiar.

Sarai Molina lleva 11 años vinculada a la Cruz Roja, y se encuentra al frente del programa de deshabituación de drogas que la institución organiza en el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar en colaboración con el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Un programa en el que participaron en 2023 un total de 39 hombres y 5 mujeres, y que organizó una exposición fotográfica donde los reclusos han retratado cómo es el día a día en la cárcel.

¿Cómo surge la idea de hacer esta exposición?

A raíz de la actividad terapéutica que se hace, se planteó esta idea a partir de una necesidad que percibimos que estaba. Queríamos sensibilizar sobre la realidad que viven las personas internas al estar privadas de libertad. Luego, que los propios internos pudieran transmitir cómo es la vida privada de libertad. Estamos en una sociedad donde la imagen lo es todo, y la imagen de estos reclusos está oculta para la mayoría de las personas. Nos pareció la mejor herramienta para ello.

¿Fue fácil transmitir esa idea a los participantes del programa?

La transmisión de la idea fue fácil. El proceso de elaboración llevó nueve sesiones diferentes durante dos meses. Una vez por semana -el programa alterna semanas de dos y tres visitas- lo dedicábamos al proyecto. Al principio lo cogieron como muy motivados, y luego apareció el cansancio. Tuvimos que trabajar con ellos la importancia de ser constantes cuando se propone una meta, que es uno de los principios transversales del programa.

¿Tuvieron el apoyo de la dirección del centro?

La verdad es que la idea les encantó. Solo tenemos palabras de agradecimiento para ello. Siempre nos apoyan en los programas, y nos ayudaron mucho en este. Y eso que era un tema delicado, porque meter la cámara en un centro penitenciario y tomar fotografías de los internos no es fácil ni habitual.

¿Cómo funcionó el proyecto durante esos dos meses?

Les planteamos la idea y en qué consistía una exposición fotográfica y el trabajo que hay por detrás, empezando por la idea que quieren transmitir. Queríamos que contaran su experiencia en la prisión y qué recuerdan en positivo y negativo de su primera entrada… Desde lo individual al grupo, fuimos hablando de lo que querrían contar, poniéndolo todo en lo concreto. Posteriormente, hablamos de la imagen que podía sintetizar esa idea que querían contar, como el paso del tiempo, la falta de intimidad, etc.

¿Cuál fue el resultado?

Ellos se autogestionaron los roles. Hubo quien prefirió ser fotógrafo y quien prefirió ser protagonista. No hay actuación, no fingen, es su vida. Son protagonistas de su realidad cotidiana. De todas las fotos que hicieron, elegimos la que mejor simbolizaba la idea. El título de las fotos los eligieron ellos. Y el título de la exposición también: “Pereiro D’or”, al que añadí “una mirada al interior de la prisión. Ellos luego quisieron presentarlo ante sus compañeros en un acto que fue un poco improvisado.

¿Cómo fue esa presentación, teniendo en cuenta el entorno?

Lo presentamos a todos los internos y al funcionariado. Fue para ellos muy importante porque les supone hablar en público y expresar sus sentimientos fuera del entorno seguro que es el grupo de terapia. Mostrarte desde la vulnerabilidad fue muy valiente para ellos. Algunos estuvieron encantados de hablar de su historia y contar su experiencia.

¿Qué balance hacéis?

Muy positivo, porque fue un proceso muy largo y dio buen resultado.

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