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EVOLUCIÓN DEL TRANSPORTE
El 80% de los trenes de viajeros que pasan cada día por la estación de Ourense lo hacen para circular por la línea de alta velocidad. La diferencia con respecto a los servicios convencionales no solo se agranda por un número cada vez mayor, también por la manera en la que están organizados sus horarios. Mientras que se ofrecen servicios Avant, Alvia y AVE que cubren las necesidades de los usuarios en materia de movilidad, ya sea por asuntos de trabajo, negocios, estudio o placer, los escasos trenes regionales y de media distancia que recorren las vías convencionales chocan con unos horarios que resultan incompatibles con la función de servicio público que deberían de atender.
La brecha entre la alta velocidad y el tren convencional es cada vez más grande. El compromiso de Renfe de recuperar los trenes de obligación de servicio público suspendidos en la pandemia (cuatro trenes diarios en la línea de Vigo-Ourense-Valdeorras-Ponferrada) no se ha cumplido, en parte por el retraso en las obras en el tramo entre Ourense y Monforte, de momento de más de 13 meses. El tren, como alternativa a la carretera, principal objetivo comunitario y al que van destinadas buena parte de las inversiones europeas, no solo no cumple su objetivo en los servicios de media distancia y cercanías de Ourense con sus villas próximas sino que ha vivido una gravísima involución en los últimos años. Sirva como ejemplo que, mientras entre Ourense y A Rúa y O Barco de Valdeorras, había diez trenes por sentido en 1984, ahora hay dos. El diurno a Barcelona, que empleaba 97 minutos entre Ourense y O Barco hace cuarenta años ahora tarda 135 minutos.
Las villas ourensanas han visto empeorados sus servicios ferroviarios en los últimos años, y más desde la pandemia
El mismo número de trenes, 10 por sentido, circulaban entre Ourense y Vigo por la línea del Miño, frente a los dos actuales. Siete de ellos paraban en Ribadavia y cuatro en Barbantes estación, que se han quedado, respectivamente, con uno y ninguno. O Carballiño, ha pasado de seis a tres. Y Ourense San Francisco, Taboadela, Paderne, Baños de Molgas, Vilar de Barrio, Alberguería, Laza, Campobecerros, Vilariño de Conso y Vilavella pasaron de dos trenes por sentido, uno por la mañana y otro por la tarde, a convertirse en estaciones fantasma.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, ironizaba esta última semana con los problemas que afectan a los servicios ferroviarios apuntando que “solo falta escuchar que con Franco los trenes iban mejor”. Pero lo cierto es que no hay que mirar tantos años atrás para ver que las cosas han empeorado y mucho. Nunca hasta ahora se había cerrado una línea por obras durante dos años, como sucede con el tramo Ourense-Monforte. Ni un tren de alta velocidad acumulaba más retraso que el tiempo que dura su viaje, como han sufrido viajeros entre Madrid y Ourense recientemente. Y son solo dos muestras a las que hay que añadir la existencia de trenes sujetos a obligación de servicio público que llevan cuatro años suspendidos sin justificación. Horarios modificados no para beneficiar a los usuarios y que puedan utilizar el tren en sus desplazamientos al trabajo o a ir a clase, sino para que sirvan de enlace con los trenes de alta velocidad. En 1984 había trenes desde Ribadavia y O Carballiño que permitían a sus usuarios llegar al trabajo o a clases y regresar en el día. Hoy no. El tren era el mejor medio de transporte para moverse por Valdeorras, que tiene siete estaciones, y desde esa comarca conectar con Ourense y con León. Hoy resulta imposible conciliar cualquier actividad cotidiana con el tren.
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