Cambiar el ancho de vía, un objetivo complicado y a muy largo plazo

Apenas el tres por ciento de las mercancías que se transportan en España lo hacen a bordo de un tren

Entre las líneas maestras del plan presentado por el Eixo Atlántico se encuentra la necesaria apuesta por un trasvase de viajeros y, sobre todo, de mercancias, de la carretera a las líneas ferroviarias. Es un objetivo prioritario de la política comunitaria para lograr una reducción significativa en la huella del carbono del sector del transporte. En España, el porcentaje de mercancías que se mueven por ferrocarril es una sexta parte que hace cincuenta años y representa en torno a un tres por ciento del total. Los corredores de mercancías, entre ellos el Atlántico, al que se quieren enganchar Galicia, podrían servir de mecanismo para darle al transporte ferroviario el peso que le corresponde. Para ello es necesario que puedan circular trenes más largos. En España, muchas líneas apenas pueden albergar trenes de cuatrocientos metros. En los corredores europeos, entre ellos el atlántico, se prevén trenes de 750 metros, que duplican la longitud de los actuales.

Hay otros aspectos fácilmente asumibles, como el sistema de gestión ferroviaria mediante ERTMS en vez del Asfa que tienen todas las líneas convencionales españolas, o la conversión de la electrificación en las líneas de ancho ibérico de 3.000 voltios de corriente continua a 25.000 de corriente alterna, como en las líneas de alta velocidad de casi toda europa y en la red ferroviaria portuguesa.

Pero el quid de la cuestión está en el cambio de ancho de vía, de 1.668 milímetros que tienen las líneas convencionales de España y Portugal, a 1.435. La UE fija como criterio que todas las líneas de nueva construcción se hagan en ese ancho. Además del coste de la transformación, en torno a unos 300 millones de euros, está el que supondría para las operadoras ferroviarias cambiar todo su parque de material rodante.

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