Cáritas alerta de la exclusión en Ourense por falta de vivienda y acoge más mayores solos

SERVICIOS SOCIALES

La entidad atendió a 8.367 usuarios en la provincia de Ourense en 2023: un 61% son extranjeros y destacan las mujeres de 36 a 65 años

Publicado: 31 may 2024 - 06:50 Actualizado: 31 may 2024 - 09:30

Presentación de la memoria de Cáritas en el ejercicio 2023, en el Obispado. (Foto: Miguel Ángel)
Presentación de la memoria de Cáritas en el ejercicio 2023, en el Obispado. (Foto: Miguel Ángel)

Las facturas de la inflación condicionaron económicamente a 3.455 familias en 2023. Este golpe se hace más acuciante para los estratos sociales que no tienen garantizados los derechos básicos. Así lo reflejan los datos de Cáritas en la provincia de Ourense que se presentaron el jueves en la memoria de actividades del año pasado. En total se atendieron a 8.367 usuarios, un centenar más que el año anterior. De estos, el 61% son extranjeros y el 39% tienen nacionalidad española. El perfil más común es el de una mujer entre 36 y 65 años. También se constata un aumento de mayores atendidos en situación de soledad no deseada, que son ya casi doscientos.

El problema de la falta de vivienda y su elevado precio es uno de los factores que más preocupan a los responsables de Cáritas. María Tabarés, la directora, indicó que “es la principal dificultad de la población en general. Si ya es difícil para la gente que tiene un trabajo, mucho más para la gente que acude a nosotros”. El pasado año atendieron a 175 personas en el programa Luscofusco de viviendas de acogida, 75 más que en 2022. En palabras de la directora, estos usuarios se encuentran con la situación de tener que alargar su estancia a pesar de regularizar su situación, encontrar empleo y tener cierta capacidad de ahorro, ya que los requisitos que se solicitan para acceder a una vivienda son “inalcanzables”.

Uno de los datos esperanzadores de la memoria es que se redujo el número de personas sin hogar que pasaron por el centro de transición: fueron 17 menos para un total de 103. Además, disminuyó la estancia media en el centro a los 101 días. Otro aspecto que preocupa es que cada vez más gente que cuenta con un empleo tiene que acudir a solicitar algún tipo de prestación social.

El ropero diocesano de Cáritas situado en Plaza 1.000 cierra hoy sus puertas. Lo hace tras haber atendido a 2.024 usuarios en 2023, año en el que ha habido un aumento de personas que acudieron a este centro por primera vez. “A lo largo del año pasado trabajamos para poder cerrar sin ocasionarle un serio contratiempo a ningún usuario. Ahora quedará como un centro de entrega de ropa y un centro de formación de empleo”, afirmó la directora.

Una de las novedades del pasado ejercicio fue la colocación de contenedores para la donación de ropa en sus parroquias. Estas prendas se venden posteriormente en la tienda de Cáritas que además tiene como objetivo favorecer la inserción laboral.

Programa mujer

El programa mujer de Cáritas afronta la prostitución. En total se atendieron a 364, una cifra que bajó respecto a las 459 de 2022 debido a la dificultad para acceder a ellas. “La realidad de estas mujeres es más difícil ahora. Tenemos más problemas para acceder a ellas por el tipo de prostitución que se maneja ahora sin tantos clubes”, señaló Tabarés.

El comedor social se dispara hasta los 524 servicios diarios

“El 2023 ha sido un año de consolidación de unas cifras absolutamente escandalosas. Que una ciudad como Ourense tenga este volumen de solicitudes en un comedor social es algo desmedido para un recurso básico”. Así de contundente es la afirmación de Ana Vázquez, una de las responsables del comedor social de Cáritas. El servicio vivió un 2023 al límite con una media de 524 raciones diarias de comida repartidas y picos de hasta 600.

El perfil de solicitantes es diverso, pero existen dos grupos diferenciados. Por una parte, los usuarios en situación de exclusión social severa que comen en las instalaciones y, por otra, familias que acuden al centro a buscar táperes para llevar. Este grupo está compuesto principalmente por familias en situación de cobro de prestaciones sociales o con trabajos precarios. “Son familias con hijos que a pesar de tener trabajo no le llega para cubrir sus necesidades básicas de alimentación por tener que pagar un alquiler”, explica Vázquez.

Desde la institución se constata un aumento del número de personas que cuentan con un trabajo y aun así se ven obligadas a recurrir a ayudas sociales para poder comer a diario. “Es un término muy feo, pero cada vez hay más trabajadores pobres. Gente que tiene que priorizar el mantener su vivienda y tiene que acudir aquí para poder comer”, afirma la responsable del comedor social.

El comedor social está abierto los 365 días al año y presta servicio de desayunos y comidas de forma presencial y también la opción de recogida de táper. Esta labor sería imposible sin el trabajo de los voluntarios que forman el equipo de trabajo. “Su labor es fundamental. Sin ellos no podríamos hacer absolutamente nada de lo que hacemos”, afirma Ana Vázquez.

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