La depresión mantiene una tendencia al alza en Ourense

La tristeza acompañada de incapacidad, la inhibición, el aislamiento social o la sensación crónica de cansancio. Estos son algunos de los síntomas que deberían despertar la alerta ante un cuadro de trastorno depresivo.

Ourense es hoy una de las provincias donde la prevalencia de la depresión se encuentra en cifras más elevadas. Así lo afirma María Tajes, jefa del servicio de psiquiatría del CHUO, que sitúa la depresión como la segunda causa de las hospitalizaciones en la unidad de agudos, superada únicamente por los trastornos psicóticos. Una tendencia que se mantiene en alza a pesar de que, según Tajes, “la mayor parte de las depresiones las atendemos en el ámbito ambulatorio, en colaboración con atención primaria”. De hecho, solamente se convierte en necesaria la hospitalización en casos de “riesgo para la vida del paciente” o cuando sean necesarios “tratamientos que solo pueden llevarse a cabo en el ámbito sanitario”. Y en estas situaciones, la media de días que pueden pasar los internos en el hospital es de dos semanas, ya que “normalmente un tratamiento antidepresivo tarda unos días en hacer efecto”.

Aunque el envejecimiento de la población es uno de los principales motivos que llevan al territorio ourensano a posicionarse como uno de los más afectados por estos trastornos, realmente existe un incremento en perfiles que se alejan de las personas mayores. Para la psicóloga y psicoanalista Lorena Fernández, “empieza a preocupar la estadística en niños menores de 12 años que tienen miedo a ir al cole, que sienten mucha responsabilidad o que creen que no van a poder cumplir lo que los padres les piden”. Aumentaron también en su consulta los pacientes de entre 35 y 55 años, sobre los que actúa un ideal de felicidad alimentado en gran medida por las redes sociales: “No llegar a todo, compararte con lo que ves en Instagram… Trabajar mucho, cuidar bien a los hijos, mantener una estética… Hay mucha exigencia social”. Tanta, que los profesionales señalan una asistencia psicológica mayor ahora que en el covid.

El cuadro depresivo es la segunda causa de las hospitalizaciones en la unidad de agudos del CHUO

En este contexto, la percepción existente sitúa a Ourense como un territorio que alimenta el aislamiento social. Lorena Fernández pone el foco en la falta de actividades culturales y sociales que contribuyan a crear lazos: “Hay pocas iniciativas sociales en la franja de la adolescencia o entre los 30 y los 50 años. Creo que el aislamiento social tiene más que ver con la parte cultural y social de la ciudad que con el envejecimiento”.

Antidepresivos

De forma paralela al aumento de pacientes en consulta, se sucede un crecimiento en la prescripción de medicamentos para tratar la depresión. Las farmacias estiman que durante los últimos cinco años se ha duplicado el consumo de ansiolíticos o antidepresivos en la ciudad. Aunque consideran que la prescripción de medicamentos ante estos trastornos “a veces es necesaria”, desde el Colegio de Psicólogos ven prioritario fomentar el ir a consulta para hablar con un profesional antes que recurrir a la medicación, puesto que “el medicamento solamente palia, pero no ayuda a saber qué está pasando”.

Santiago Leyes, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ourense, corrobora este aumento en la dispensación de medicamentos, destacando un obstáculo a mayores: el aislamiento propio de la provincia, que lleva a una dificultad para mantener el tratamiento de forma adecuada. “Tenemos un porcentaje rural importante, un porcentaje de población anciana relevante y una posición de aislamiento que lleva a que el efecto terapéutico no sea el deseado”. También la falta de adherencia al tratamiento contribuye a que se retrase la mejoría en el paciente. En esta línea, remarca Leyes la importancia de los sistemas personalizados de dosificación (SPD), con los que los profesionales pueden llevar un seguimiento en la toma de medicamentos: “Estos estudios nos dicen que la adherencia actual en Ourense podría ser mejorable. Hay mucho trabajo que hacer por ahí”.

Esta falta de adherencia; así como la ausencia de un servicio social más accesible en la ciudad, colaboran en un sistema que -por el momento- continúa en alza pese al intento continuo de dar visibilidad a la salud mental.