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APOYO PSICOLÓGICO
A la psicóloga Ana Lucía Girola no le gusta hablar deterapia con animales. Prefiere referirse como Intervenciones Asistidas con Animales a las prácticas que incluyen la participación de una mascota como parte del proceso de tratamiento de un trauma. “Dentro de ellas está la terapia, que de llevar un profesional. Otro aspecto es la educación asistida, y luego las actividades asistidas”, explica Girola. “Antes de cualquier sesión, debo avisar varias veces que el perro es grande, porque en un primer momento las familias se echaban para atrás, pero con el tiempo se le coge cariño”, cuenta en referencia a Django, un cruce entre labrador y mastín que le ayuda desde hace tres años en sus labores de tratamiento a niños y mayores. “Trabajo con niños que tienen necesidades especiales, y también con residencias de mayores”, continúa contando la psicóloga. “Con mayores hemos estado en una residencia de Cabeza de Vaca, y más puntualmente en Esgos y Chadrexa de Queixa”.
“Debo avisar de que es grande. En un primer momento, se echaban para atrás, pero con el tiempo se le coge cariño”
En su opinión, acompañar estas actividades por un animal “es beneficioso para toda la población, ya que se pueden realizar tanto en centros educativos ordinarios como especiales, en centros penitenciarios, residencias para personas mayores, en empresas o institutos para disminuir los problemas emocionales”, comenta, “incluso para acompañar a las personas en cualquier situación que pueda generar cierto nerviosismo”, matiza Ana Lucía. “A veces creemos que es solo para casos muy concretos, pero no es así. Además de que no solo se trabaja a nivel cognitivo o emocional, sino también a nivel físico favoreciendo la movilidad y la motricidad”, concluye.
La especialista en psicología se interesó por la terapia con animales durante sus estudios, y “reclutó” a Django en la perrera municipal. Su nuevo compañero tuvo que recibir un entrenamiento específico antes de empezar a participar en las sesiones. “Debe ser un perro apto”, advierte Girola, “deben ser predecibles y no agresivos. Mejor también que tenga una cierta edad, porque los cachorros son algo impredecibles.
“El entrenamiento y la personalidad de Django son importantes. Debe reaccionar siempre de forma predecible a los estímulos”
No es necesario un entrenamiento intensivo, porque Django fuera de las sesiones es como cualquier otro perro”, continúa explicando Girola, quien se encuentra preparando una segunda perra que trabaje con atendiendo a los pacientes. La psicóloga también desea que se descarten ciertas ideas preconcebidas sobre este tipo de tratamientos porque “el perro no es un juguete”, sentencia.
El papel de Django en una sesión va desde simplemente situarse junto al paciente y ayudarle a relajarse hasta el ser un compañero de juegos cuando se alcanzan ciertos objetivos. “Con él habré tratado a unos 25 niños”, cuenta Ana Lucía Girola, “este año son 11. La intención es que les acompañe. Participa también en ejercicios contra la frustración. Les enseña que no pasa nada si algo no sale mal, pero no hace magia. Esto no es un circo”, reflexiona también la psicóloga, que ha tenido que retirar a Django de algunas sesiones “sobre todo cuando tratamos problemas de agresividad. Ahí el entrenamiento y la personalidad de Django son importantes, porque debe reaccionar de forma predecible ante determinadas conductas”, concluye.
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