La exportación de los vinos ourensanos va de la mano de los éxitos en los concursos

No es casualidad que, en paralelo a la difusión de los resultados de los primeros grandes concursos se celebren las primeras ferias internacionales del vino. Y la primera se está desarrollando actualmente en Düsseldorf: ProWein, uno de los puntos de encuentro entre bodegas e importadores del mercado alemán, que es el segundo mayor comprador de vino español en volumen (después del Reino Unidos) y el tercero en precio (después de Reino Unido y Estados Unidos).

A la cita de ProWein ha acudido también la Consellería de Medio Rural. Allí, el conselleiro José González destacó la presencia institucional de la Xunta para promocionar la calidad diferenciada de los vinos gallegos a través de 16 bodegas -de las cinco denominaciones- y consejos reguladores, con el objetivo de impulsar la competitividad de este sector a través de la apertura de nuevos mercados. La Xunta cuenta por primera vez en ProWein con un puesto propio, en el que está presente una amplia delegación del sector vitinícola gallego con el fin de “favorecer la potenciación de la marca de nuestros vinos, embajadores de Galicia para todo el mundo”, destacó González. En ProWein se encuentran ahora bodegas y distribuidores de vinos ourensanos, tanto los elaborados bajo sello de alguna DO como los de bodegas que exportan vinos de mesa, embotellados y a granel.

El deseo de exportar está tras los éxitos en los concursos internacionales. Los primeros se producen a partir de la gran reestructuración de los viñedos, en la década de 1990, con la recuperación de las variedades autóctonas, aunque de manera tímida pues la mayoría de las bodegas tenían resuelta la venta de sus cosechas con el mercado nacional. En 2000 el peso del vino a granel y de mesa era determinante en las exportaciones de vinos de la provincia. Ese año, según los datos del Observatorio Español del Mercado del Vino, Ourense exportó 21 millones de litros de vino a un precio medio de 0,47 euros.

Veinte años más tarde, en 2022, aquellos 21 millones de litros se quedaron en poco más de 8 millones. A cambio, los poco más de 9 millones de euros que se facturaron en 2000 por aquel volumen de litros exportados se han transformado en más de 17 millones, por el peso que ha adquirido en la exportación el vino con denominación de origen en un contexto en el que la media de exportación en las bodegas amparadas por un sello de origen está por encima del 20% y en algunas bodegas se alcanza el 40%, con mercados como el norteamericano, el inglés y el alemán entre sus primeros destinos.

La crisis de 2008 lanza las bodegas a la búsqueda del mercado exterior

La crisis financiera de 2008 fue el motor de arranque que puso en marcha la dinámica exportadora de las bodegas ourensanas. Hasta entonces el mercado nacional cubría sus necesidades de facturación. No sucedía lo mismo en Rías Baixas, donde el fenómeno se había adelantado algo más de una década. Los concursos sirvieron de tarjeta de presentación para esa nueva acción comercial, en la que contaron con el apoyo económico de los consejos reguladores. El interés por unos vinos que se escapaban de los estándares habituales en mercados, dominados principalmente en lo que a blancos se refiere por vinos alemanes, franceses e italianos, se vio pronto reflejado en los palmareses de los concursos y así, en 2013 el Ribeiro ganaba cinco medallas de oro en el Challenge International du Vin de Burdeos, superando a Alemania y en el Concurso Mundial de Bruselas de 2014 Ourense adelantaba por primera vez a Rías Baixas con 20 medallas frente a 19 y duplicaba en premios a Estados Unidos.

Diez años después, lo excepcional se ha convertido en habitual y la cantidad de medallas conseguidas en los concursos no depende de la calidad de la añada sino del interés de las bodegas en perseverar en su acción comercial, eligiendo puntualmente aquellos que más se ajustan al mercado al que dirigirse.