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Buscar piso en Ourense se ha convertido en una auténtica odisea. Fátima Fandiño estudió el ciclo de higiene bucodental en la ciudad y, al poco tiempo de finalizarlo, en 2023, encontró trabajo, por lo que decidió que era el momento perfecto para dejar de compartir piso tras dos años.
“Mi idea al principio era vivir con más gente, pero los pisos compartidos solo son para nueve meses porque están pensados para estudiantes, entonces pensé que era el momento de vivir sola, ya que como iba a trabajar me lo podía permitir”, explica.
En ese momento comenzó para ella una época complicada, ya que el objetivo de vivir sola en la ciudad le iba a resultar mucho más complicado de lo que esperaba. Como suele ser habitual en estos casos, inició la búsqueda mirando en portales de internet y contactando con inmobiliarias de la ciudad.
“Llamé a principio de verano y en las inmobiliarias me dijeron que hasta que no se acercase septiembre no volviese a llamar porque no tenían nada que ofrecer”, asegura.
Fandiño, de 22 años, buscaba un piso que tuviese un precio máximo de 450 euros al mes. “Ese era mi límite y los que encontraba por ese precio me pedían aval, pero yo no quería depender de nadie”, cuenta.
Al no querer aportar un aval, los propietarios le dieron otra opción. “Me exigían tener una antigüedad en la empresa de al menos un año, para asegurarse de que les iba a pagar, una nómina de mínimo 1.500 euros, que les depositase dos meses de fianza y un mes por adelantado”, indica. Con estas exigencias, tenía que pagar antes de poder entrar al piso casi 1.400 euros, con lo cual la situación se le hizo insostenible.
Este escenario la obligó a desistir, por ahora, de la idea de vivir sola, con lo que comenzó a buscar un piso para compartir en la ciudad, pero la suerte tampoco la acompañó del todo.
En su nueva búsqueda, Fandiño contactó con dos hombres que tienen una asociación y buscaban personas a las que alquilarles un piso. El apartamento constaba de cuatro habitaciones, no tenía salón y vivía con personas que no conocía de nada.
“Fue un piso en el que me resultó imposible la convivencia con los demás. Cuando llegué había una chica de Rusia que hizo la mudanza apenas dos días después de que yo llegase, luego vino un chico que era de Erasmus y, tras él, dos jóvenes que estaban estudiando en la Universidad de Ourense. En estos pisos los inquilinos van cambiando constantemente”, se queja Fandiño.
Además de la complicada convivencia, la habitación le resultaba muy cara, ya que pagaba 300 euros cada mes, por lo que solo aguantó cuatro meses.
La insostenible situación en el piso compartido hizo que Fandiño decidiese buscar una habitación en otro apartamento. Dice el dicho que a la tercera va la vencida y, en su caso, así fue.
Recientemente consiguió una habitación en un piso por la que paga 125 euros al mes, menos de la mitad de lo que le costaba la anterior, y en la que se encuentra cómoda.
Además, Fátima Fandiño está contenta realizando su trabajo de higienista dental, donde explica que está aprendiendo mucho y ganando una experiencia que seguro le será de ayuda en un futuro próximo en el que espera poder vivir ella sola en un piso al mejorar sus condiciones.
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