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La nueva ala de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) ya se encuentra a pleno rendimiento. Con esta puesta en marcha se da por finalizada la primera fase de las obras de remodelación del servicio, una intervención presupuestada en más de 8 millones de euros que arrancó el pasado mes de marzo.
Los sanitarios finalizaron el fin de semana el traslado de pacientes al nuevo espacio, lo que permitió liberar la antigua UCI y dar inicio así a la segunda fase del proyecto, que incluye la demolición de las viejas instalaciones, la construcción de dos nuevas áreas y su unión al ala ya inaugurada. El Sergas prevé finalizar las obras en seis meses, por lo que el hospital ourensano podría estrenar por completo la UCI en verano de 2024.
María José de la Torre, jefa del servicio de Medicina Intensiva del CHUO, da cuenta del proceso de adaptación de los profesionales. “El traslado se realizó de forma gradual. En un día se trasladó el material necesario, y en dos, a los pacientes. Estamos en plena adaptación, siempre cuesta, pero el esfuerzo se va a ver recompensado con creces”, explica. La mudanza coincide con días de más ingresos de lo habitual, debido a la explosión de casos de gripe y otras enfermedades respiratorias. “Desde el puente de inicios de mes tenemos más ocupación, pero la agilidad en las altas de pacientes nos ha permitido paliar los efectos de este aumento”, detalla.
La nueva ala de la UCI, en uso desde este lunes, cuenta con 10 boxes individuales cerrados, climatización independiente y mayor iluminación natural. Sin embargo, pese a las mejoras, el número de plazas se queda pequeño para la demanda de pacientes -las antiguas instalaciones podían albergar a 22 enfermos-, por lo que se han habilitado 10 camas más en la Unidad de Recuperación Postanestésica (URPA). “Es una medida temporal, mientras la segunda fase de las obras no esté finalizada”, comenta De la Torre.
Mientras profesionales y pacientes se adaptan al espacio recién inaugurado, los operarios iniciaron este lunes la demolición de la vieja UCI. Una vez derribada, los trabajos se centrarán en reforzar los techos y reformar la distribución antigua. El día a día de la unidad de críticos, por tanto, tendrá que convivir con la cercanía a las obras, al igual que sucedió durante la primera fase de la intervención. Para ello se necesita una “perfecta coordinación” entre el personal técnico y la gerencia del hospital. El servicio de Medicina Preventiva, además, se encarga de supervisar y autorizar las actuaciones de los operarios, para reducir al máximo el ruido y el polvo que se pueda producir.
Una vez termine la segunda fase de la UCI -previsiblemente, en junio de 2024-, el CHUO contará con la primera unidad de críticos poscovid de toda Galicia. Es decir, las instalaciones estarán adaptadas a las enseñanzas de la pandemia en cuanto a manejo de pacientes, tales como la necesidad de contar con espacios individuales con climatización independiente, para evitar posibles contagios a otros enfermos o a los profesionales sanitarios. En esta línea, el servicio contará con un total de 30 boxes individualizados -8 camas más de las disponibles en la antigua UCI- repartidos en 2.300 metros cuadrados. Las nuevas instalaciones, además, se distribuirán en tres áreas: una destinada a pacientes y sanitarios, otra a administrativos, y otra a familias.
El Sergas destaca la “alta tecnificación” de la unidad, que contará con equipos electromédicos “de vanguardia” en la atención médica, “polo que servirá de modelo para as novas UCIs que se constrúan en Europa”. El espacio también ganará desde el punto de vista de la humanización: las puertas de los boxes son automáticas, y los cristales de separación están equipados de un mecanismo para oscurecerlos, lo que facilita el descanso de los pacientes. Por otra parte, las instalaciones dispondrán de luz natural, en contraposición con la vieja unidad de críticos del CHUO.
Los profesionales del servicio ponen en valor la intervención, después de años reclamando a la gerencia una remodelación íntegra del espacio, que ya se había quedado desfasado. “El traslado a la nueva ala de la UCI ya ha supuesto una mejora importante”, recuerda María José de la Torre, jefa de Medicina Intensiva.
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