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El servicio de Medicina Intensiva del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) afronta meses clave. El personal se trasladará estas semanas al nuevo módulo de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde trabajará mientras duren las tareas de remodelación del antiguo espacio. “Es un momento de transición, pero merece la pena”, asegura María José de la Torre, jefa del servicio.
¿Qué supondrá la nueva UCI?
Muchas mejoras. La unidad estará adaptada a los criterios y exigencias técnicas, tecnológicas y de humanización más actuales.
Y habrá mayor capacidad asistencial.
Sí, pasamos de 20 a 30 camas. Todas serán boxes individualizados con regulación individual de las condiciones ambientales, más amplios y más cómodos para los profesionales y para los familiares. Además, hay posibilidad de opacificar los cristales para preservar la intimidad del paciente. Y los boxes estarán insonorizados para que los pacientes no tengan que escuchar las alarmas de otros boxes, porque a veces hay muchos ruidos de este tipo en la UCI.
¿Ha sido difícil convivir con las obras?
Por ahora lo cierto es que las obras del primer módulo no nos han afectado, les tocó más a los pisos inferiores y superiores. Ahora sí que nos afectarán, porque nos tenemos que mover de nuestro espacio de trabajo para que se construyan los dos módulos que faltan.
Se mueven al módulo ya estrenado.
Estaremos ahí y en la Unidad de Recuperación Postanestésica (URPA), donde habrá otras 10 camas. Ahora viene un momento de transición, pero para eso estamos trabajando con todos los equipos, planificando y organizando desde el mes de mayo los pasos a dar para hacer el traslado con seguridad y con garantías. Tenemos que mover todo el aparataje, que es mucho en la UCI, los dispositivos desechables y organizarlo todo en los nuevos espacios.
¿Cuándo se prevé que la nueva UCI esté estrenada?
Se calcula que las obras del antiguo espacio, que albergará dos módulos más, durarán entre siete y nueve meses, pero bueno, son cifras orientativas.
La espera valdrá la pena.
Claro, todo el servicio aborda con mucha ilusión esta situación intermedia. Sabemos que será beneficioso para todos, para los pacientes, los profesionales y los familiares.
Hace años los familiares apenas podían entrar en la UCI, ¿por qué ha cambiado esa tendencia?
Antes se creía que los familiares podían traer infecciones a los pacientes, pero ahora sabemos que no es un argumento válido. No hay por qué no permitir el acompañamiento, que no es lo mismo que las visitas, un paciente crítico no necesita visitas, pero sí que alguien lo acompañe.
¿En qué sentido es beneficioso?
Los pacientes aislados corren riesgo de sufrir el síndrome del delirio, lo que obliga a una mayor sedación y a un retraso en el alta de la UCI y, por tanto, en el alta del hospital. Al tener un acompañante al lado, la incidencia disminuye.
Estas últimas semanas se ha registrado un aumento de contagios covid, ¿se ha notado en críticos?
No estamos notando mucho, es anecdótico. Es cierto que después de meses sin pacientes covid hemos tenido alguno con neumonía derivada del covid, así como alguna persona positiva ingresada en la UCI por otras patologías. Pero se nota poco, está siendo un verano tranquilo en ese sentido.
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