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En el pecho o allá donde la espalda pierde su casto nombre podemos ver las siglas NC de su marca, Naandco Swimwear; vende Elisabeth Requena, natural de Valencia, Caracas, una ropa deportiva tan apta para sudar un litro como para pasearse por las calles. “La composición del tejido favorece el ejercicio, con su elasticidad facilita el movimiento, y por lo tanto, la comodidad de quien la lleva”, aclara.
Tejidos comprados en Barcelona y cosidos en Portugal en tonos neutros y algún que otro rojo o fucsia chispeante lucen en los percheros de su establecimiento en la calle del progreso. “Antes vendía online, abrimos la tienda a finales del año pasado”, aclara.
Elisabeth se mueve como sus prendas, hoy está aquí, mañana en O Carballiño, pasado en Madrid, y en los últimos ocho años recorrió Vigo y la Comunidad Valenciana. Llegó para comerse España, y el mundo, y no le va mal, a sus treinta y un años.
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Antes de eso hizo lo que le toca a todo emigrante, desde cuidar ancianos hasta cursos de microblading de pestañas, sectores que le proporcionaron sus primeros salarios. “En Venezuela empecé a estudiar odontología, pero descarté homologar nada”, explica. Opina Elisabeth que “lo que te mueve y te apasiona no necesita de grandes carreras para poder llevarse a cabo”.
A sus espaldas múltiples imágenes de sesiones de fotos diversas, con modelos despampanantes de todas las nacionalidades. En una de ellas posa una hermana que tiene en Canarias, y se nos enciende la bombilla de las comparaciones, ya está, son Kylie y Kim Kardashian. “Son mujeres increíbles que he ido conociendo cada vez que voy a Madrid a hacer los fotoshooting”, comenta; empieza también Elisabeth a tirar de señoras patrias, en el escaparate una pantalla muestra a una profe de pilates de Ourense, en sus redes esta y otras parecen esculturas, por sus cuerpos trabajados y esas licras prietas.
“Mi inspiración es la naturaleza, lo que nos hace sentir bien, lo saludable”, comenta. Su socio en el negocio es también su pareja, y los fines de semana son de “aldea y animalicos”, comenta.
Aterrizó en 2017 en Valencia la de las paellas porque allí tenía una tía, conoció a un gallego de Ourense, padre de su segundo hijo, y se mudó a esta tierra. Primero fue Vigo durante unos años y finalmente vinieron a Ourense. Tiene dos niños, uno de doce y otro de cuatro, a los que dedica atención plena cuando no está con las cosas del business. “Mi día empieza a las 6, me tomo un té de jengibre, voy al gimnasio, vuelvo, llevo a los chicos al cole, después preparo los pedidos en tienda, o voy a O Carballiño donde tenemos un punto de venta en un gimnasio”, explica.
Se deja conocer Elisabeth serena, pero se le nota que trama por dentro, ha conseguido que sus sueños se realicen pese a las cartas que la migración te da de partida. Desde treinta a ciento viente euros oscilan los precios de sus prendas, para todos los bolsillos; “luxury sportswear and swimwear”, sus redes rezan.
“Hice un curso de marketing con una chica que tiene una empresa en Madrid”, explica; con trabajo, talento y ambición opina que a todo se llega. Caracterizada Elisabeth de ángel en bañador azul abre sus alas, y un flash la inmortaliza para su tienda.
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