Ourense no tempo | San Lázaro, ourensano desde el siglo XIII

La entrega de esta jornada de Ourense no tempo.

Ourense no tempo
Ourense no tempo

Entre las mudanzas de la ciudad, ya en varias ocasiones os he hablado del traslado que se hizo de la capilla de San Lázaro al barrio de Peliquín. Pero para dar la información completa, es preciso echar la vista atrás.

Recordando los orígenes de nuestra ciudad, en el triángulo formado por la Catedral, la Burga y la Iglesia Hospital de la Trinidad, comprenderemos mejor que la situación del Lazareto estaba “extramuros” de la ciudad. El caso es que si bien pensamos que esa ubicación era la esquina de Bedoya con el Parque, no erramos más que en la época, porque sí que estuvo allí “San Lázaro Novo”; falta localizar “San Lázaro Vello”, y eso, gracias al sacerdote don Benito Calahorra, lo hacemos donde actualmente está el colegio de Curros Enríquez (Sáenz Díez, antigua circunvalación y, en el siglo XIII, campos integrados en la naturaleza al lado del río). Allí, hacia 1204, estuvieron el hospitalillo y capilla donde se asistía a los enfermos, se celebraba misa todos los viernes y otra, más festiva y solemne, el domingo de Pasión (quinto de la Cuaresma), también llamado Domingo de Lázaro. Mantenían el hospitalillo a su cargo las autoridades de la ciudad.

San Lázaro, en el parque (circa 1928). Fotografía perteneciente al Archivo Loty (desconozco la procedencia de la copia, que se vendía como “prueba fotográfica” en Todocolección).
San Lázaro, en el parque (circa 1928). Fotografía perteneciente al Archivo Loty (desconozco la procedencia de la copia, que se vendía como “prueba fotográfica” en Todocolección).

Parece ser que, en 1564, Felipe II designó de manera oficial al Concello de Ourense como encargado de la leprosería y capilla, algo que actualmente sigue en vigor.

Habría que preguntarse cuáles fueron las causas de la desaparición de esta primera capilla y el traslado de instalaciones al parque, pero no encuentro datos. Lo mismo que el siguiente paso, que es la construcción por parte del Ayuntamiento de la que fue tercera capilla, llamada “San Lázaro Noviño”, que es la que veis en la fotografía que ilustra este artículo.

Lo que sí puedo aportar es el conocimiento de que una de las capillas (pienso que la de la esquina de Bedoya, San Lázaro Novo), se construyó a expensas del conde de Lemos, Francisco Ruiz de Castro y Andrade, a finales del siglo XVI comienzos del XVII. Y que el altar mayor de San Lazaro Noviño (1895) lo pintó el artista y precursor de la fotografía ourensana Vales, así como que estaba prevista la adquisición de un órgano para que sonara en los oficios religiosos.

Antes de seguir me gustaría que os fijarais y opinarais sobre si mis problemas de visión espacial me engañan o la fuente se ve situada en donde hoy no está.

Esta capilla de San Lázaro Noviño es la que, a raíz del traslado de la iglesia de San Francisco desde los altos de la ciudad al lado del viejo convento de la Venerable Orden Tercera, comenzó a verse como “ineficaz”, ya que por su tamaño no permitía un uso habitual en una zona tan populosa. Es así como:

“Por acuerdo del pleno municipal, en 1950 se decidió retirar la capilla de la esquina del parque de San Lázaro para ordenar el entorno del edificio del Gobierno Civil que se acababa de terminar. La capilla se ofreció a los barrios que solicitasen su adscripción. Se adjudicó a Peliquín.

Se trasladaron las piedras numeradas al barrio, pero dificultades económicas alargaron la reconstrucción, tanto, como que algún vecino que necesitaba piedra para su finca, la tenía cerca... En alguna ocasión participaron los vecinos en su intento de reconstrucción aportando mano de obra, incluso parte de sus salarios, sin éxito. Finalmente, en abril de 1982 se inició la reconstrucción definitiva, que concluyó en octubre de 1983. Se abrió al culto el 1 de noviembre de 1983.”

Estos datos proceden directamente de don Lisardo, quien omite citar que él fue quien promovió el inicio de los trabajos y que incluso por mis datos se encargó de financiarlos. La obra de la capilla fue de su mano, con la ayuda de los vecinos. Y para el exterior sí que contó con ayuda del Ayuntamiento, incluso me dicen que la Campsa, que entonces tenía sus depósitos muy cercanos, cedió las piedras con que se hicieron las escaleras, y procedían de un edificio de la empresa que se había desmontado.

Solucionado el tema de las capillas, vayamos hora a “localizar” al santo. Según me cuentan, actualmente son cinco las imágenes de san Lázaro que de alguna manera se relacionan con la fiesta. En la iglesia de los franciscanos encontramos tres, dos de las cuales son propias y la tercera es una muy especial. Se trata de una muy pequeña imagen, que según la tradición era la usada con efectos curativos. Se tocaba con ella pecho y espalda de los enfermos y al tiempo se decía: “San Lázaro bendito te libre de peste y males extraños. Amén”. Hoy en la capilla de Peliquín hay una de nueva factura. Ocupa el hueco de la original, que por decisión municipal se ha retirado de la capilla (varios robos y un incendio aconsejaron reubicarla en lugar más seguro y vigilado).

Años 30, ya en compañía de la iglesia de los franciscanos, aún sin rematar la fachada.
Años 30, ya en compañía de la iglesia de los franciscanos, aún sin rematar la fachada.

Durante años, se había instituido la costumbre de que, el día anterior a la fiesta, don José Carcacía (los Carcacía fueron y son los encargados de la capilla desde su construcción), quien había sido policía municipal, en su propio coche trasladara la imagen hasta la iglesia de Santo Domingo, desde donde el día siguiente partiría la comitiva municipal hasta los franciscanos; allí, después de la misa de rigor, se volvía a trasladar al santo a su capilla.

Queda otra pregunta que responder: ¿De dónde procede la tradicional quema de las madamitas en el Domingo de San Lázaro? El acto más llamativo de las celebraciones es la quema de madamitas que se realiza terminado el acto litúrgico. Antes de nada, aclarar que aunque hoy se limita al San Lázaro (que yo sepa), esa manifestación festiva también se hizo en honor de nuestro San Roque, y con el tiempo se amplió a la Virgen de los Remedios. Desde luego no se trata de una tradición exclusiva de nuestra Auria, muchas zonas de Galicia la compartieron; de hecho, en Pontevedra tuvo épocas de más relevancia.

Centrándonos en Ourense, tendríamos que irnos de nuevo al siglo XIII, en tiempos del obispo Lorenzo, el que sufragó la realización del Pórtico del Paraíso de nuestra Catedral. Las epidemias eran algo excesivamente frecuente, la peste asolaba la provincia de manera constante y la población aterrada buscaba en lo divino protección ante ella. Humano o divino, la realidad es que acertadamente ya en aquellos tiempos se decidió que el enterramiento no era la mejor solución para los que fallecían por la peste, haciéndose obligatoria la incineración, el “fuego purificador”; de esa manera, se pensó que en honor al santo se podía representar la quema de esos cuerpos con unas figuritas más o menos semejantes. Naciendo así la tradición.

Cuando en el siglo XV se popularizó el San Roque como protector de los enfermos de peste, la ciudad lo convirtió en su patrón, y le “adjuntó” también la quema de madamitas.

San Lázaro original.
San Lázaro original.

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