La peregrinación en la Vía da Plata de Ourense, al alza un 18% este año

El Camino de Santiago es universal. Cada año ciudadanos de todo el globo terráqueo acuden a España para lograr la Compostela gracias a las indicaciones de innumerables flechas amarillas que los guían en su objetivo. Los motivos para hacerlo son variados: religiosos, sociales e incluso muchos lo aprovechan para encontrarse a sí mismos; casi hay tantos pretextos como rutas que se pueden recorrer para llegar a la capital gallega.

Una de ellas es la Vía da Plata, por la cual ya han pasado hasta el momento 5.244 peregrinos, un 18% más que en el año anterior. De ellos, el 54% -2.798- son españoles y el resto -2.428- provienen de otros países, una tendencia contraria a la general del Camino en la que se imponen los peregrinos foráneos.

Sin embargo, la cifra podría ser mayor. José Luis Rodríguez, presidente de la Asociación Amigos Vía da Plata-Camiño Mozárabe explica que “de forma oficiosa es un porcentaje bastante más elevado que el oficial porque hay muchos peregrinos que han hecho el Camino otras veces y el objetivo no es hacerse con la Compostela, sino llegar a Santiago y vivir una experiencia que cada vez es distinta”. Cabe destacar que las estadísticas se realizan según la información de la Oficina del Peregrino, lugar donde se entrega la Compostela.

Entre los que proceden del territorio nacional en la ruta que pasa por la ciudad de As Burgas, uno de cada cuatro -22,51%- residen en Andalucía, el 17,43% -487- son de la propia Galicia y el podio lo completa Madrid con el 11,85%. En cuanto a los foráneos que optan por la Vía de la Plata, la mayoría vienen de Portugal -507-, completan el podio Italia -273- y Alemania -247-. El reparto es muy amplio, ya que hasta el 24 de julio han hecho este camino ciudadanos de 78 países, entre los que se encuentran entre otros Belice, Swazilandia o Nicaragua.

Además, la mayoría de los que optaron por este camino en 2024 partió desde la ciudad de Ourense -2.275-, que se sitúa por delante de Sevilla -1.240- y de Allariz -298-. La afluencia por esta ruta creció significativamente a partir de mayo, consiguiendo tres meses por encima de los mil caminantes. “Las peregrinaciones de colectivos como colegios o asociaciones son más abundantes en las épocas estivales porque en otras fechas los menores están en el colegio y las jornadas son distintos”.

Impulso del AVE

El AVE puede ser un instrumento fundamental para el impulso de esta ruta. “Cada vez se nota más, son muchos los peregrinos que llegan a Ourense por este medio y empiezan a caminar desde aquí, son cinco etapas y 102 kilómetros, lo justo para recibir la Compostela si haces la peregrinación a pie”, explica Rodríguez.

En este sentido, asegura que también a la estación de A Gudiña llegan muchos peregrinos. El municipio ourensano está a una distancia perfecta para los que quieren hacer el Camino en bicicleta, ya que rebasa por poco los 200 kilómetros necesarios para recibir la Compostela en esta modalidad.

No todo el mundo puede dedicar un mes a hacer el Camino, de hecho lo más común es que estén entre cinco y diez días. Por ello, ambas localizaciones tienen una ventaja al contar con el AVE, que juega en favor de la Vía da Plata, ya que caminando desde Ourense son cinco etapas y desde A Gudiña nueve.

Voló desde Australia sin su familia para realizar el Camino por segunda vez

El presidente de la Asociación Amigos Vía da Plata-Camiño Mozárabe, José Luis Rodríguez, explica que cada vez son más los peregrinos que realizan la ruta en solitario. De hecho, en lo que llevamos de 2024 hay 19 países de los que únicamente vino un caminante. Según cuenta Rodríguez, se llegó a encontrar en la Vía da Plata a un australiano que era la segunda vez que hacía el Camino desde Sevilla. “Voló desde Sidney a Barajas en avión, de ahí fue a Sevilla, empezó a caminar y coincidí con él llegando a Ourense”, cuenta.

“En España solo un mes”

Rodríguez lo invitó a quedarse a conocer a la ciudad de As Burgas, pero no pudo porque tenía el vuelo ya comprado para regresar a su casa desde Santiago por lo que no se podía retrasar ningún día. “Me contó que se tenía que ir porque su mujer y sus dos hijos, que se habían quedado en Australia, le dijeron: ‘Papá, en España solo un mes”.