Platos típicos y un bar con museo etnográfico en A Peroxa

El Dorado y O Castelo son dos sitios peculiares de parada obligatoria en A Peroxa

Juan Manuel Dorado, con una colección de herramientas antiguas al fondo. XESÚS FARIÑAS
Juan Manuel Dorado, con una colección de herramientas antiguas al fondo. XESÚS FARIÑAS

La magia de A Peroxa se deja ver desde la entrada al casco urbano de la localidad. En la última subida, una gasolinera con cinco palmeras ofrece una imagen llamativa más propia de la costa oeste de Estados Unidos. Esto es lo único foráneo, ya que en el pueblo conviven la estampa de la Galicia más tradicional con la moderna. Dos ejemplos de ello son los bares Dorado y O Castelo.

El bar Dorado lleva abierto 30 años. El nombre bebe del apellido de su dueño. Juan Manuel Dorado lo construyó con sus propias manos desde el primer día en que decidió montarlo. El propiertario explica que “tenía cosas por casa” y decidió adornarlo, convirtiendo el lugar en un museo, casi sin querer.

Además de las tapas y pinchos caseros exquisitos que se pueden disfrutar a partir de la hora de comer, el ambiente no puede ser más especial: el bar en sí es un museo etnográfico con partes de antiguos molinos, sulfatadoras de madera, gramolas, radios antiguas… Además, cuenta con terraza interior y exterior con bancos acogedores.

Desde bien temprano (las 7,00 horas) O Castelo abre sus puertas para dar los mejores desayunos de todo el pueblo. Su gran terraza, con suelo de césped artificial invita a sentarse para tomar una caña, o un refrigerio, nada más verlo.

En la carta llaman la atención las variedades de churrasco: vaca, cerdo y pollo. También dos productos típicos del interior: truchas y codornices, que se pueden acompañar con una gran variedad de vinos blancos y tintos. Fuera del menú tienen comida casera cada día, con productos de proximidad: empanada, napolitanas de crema de panaderías locales y por encargo cocinan un majar de la Terra Chá: “capóns”, explica Silvia Rodríguez, su dueña.

El local lo suelen alquilar para cumpleaños y celebraciones privadas y Silvia asegura que allí los niños tienen espacio para correr y juguetear “no hay peligro y pueden estar cómodos”. Además, son 12 personas las que trabajan en O Castelo, haciendo del sitio todo un núcleo de actividad en A Peroxa.

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