EL MACHISMO NO CESA
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José Manuel García Mosquera, de la librería Kathedra, atiende estos días a clientes que recogen pedidos encargados por internet o teléfono. "Moita xente aínda non sabe se pode vir e chama para preguntar como pode facer as compras. Nestes días comezarán a acostumarse a contactar primeiro para pedir os libros e despois recollelos", explica.
En la puerta del establecimiento colocó una barra para evitar que los clientes entren en el espacio: "Esta semana será así, a partir do luns próximo xa poden acceder ao comercio, o que permite que a xente entre e mire os libros, que é algo que gusta". Durante la jornada de ayer, una de las clientas le pidió que le enseñase cuentos para niños, pero las condiciones complican la tarea de Mosquera: "Claro, é un pouco difícil, ensínaslles algúns exemplares, pero o que gusta como cliente é entrar, mirar ti o que che parece, escoller".
Desde el inicio de la crisis sanitaria, la librería no dejó de atender a los clientes vía telemática, y la mayor parte de las demandas eran sobre literatura infantil, para entretener a los pequeños de la casa.
Pedro Fernández no dudó en dejar la persiana abierta en este tiempo de crisis. Al menos, entreabierta. La Taberna do Perico mantuvo su servicio a domicilio durante este crisis sanitaria. "La cosa empezó despacio, sin mucho tirón. Esta última semana, con la salida de los niños a la calle, fue cogiendo más ritmo. Y el fin de semana se notó el Día de la Madre y la cosa fue mejor. Ahora se puede recoger en el propio local y si alguien lo pide, es posible. Pero no creo que tenga mucho éxito. ¿Quién va a venir a recoger pudiendo recibirlo en casa? Salvo algún vecino de por aquí que lo prefiera.Pero vamos, si vive a 100 o 200 metros se lo acerco yo", resume Pedro Fernández, encargado.
Se trata de aguantar el tirón. Como restaurador experimentado sabe que se avecinan tiempos complicados, pero no quiere renunciar a una fuente de ingresos modesta pero que les permite mantener la actividad. "El servicio va teniendo más éxito con el paso de los días. Pero también es cierto que pasar más horas en casa fomentó que la gente cocinase más en sus hogares. Hay más tiempo libre, se atrevieron a probar recetas...", apunta Fernández. Su día a día no cambió en pleno estado de alarma ni tampoco con el inicio de la fase cero.
Las ferreterías volvieron a atender al público con mucha precaución. Es el caso de la Ferretería San Francisco, que atendía en la puerta a sus clientes "con muchas restricciones". "Colocamos una mesa en la puerta para que la gente no entrara, para mantener la distancia. Llevamos mascarilla, desinfectamos siempre todo", explicaba Gustavo Fernández. De momento, en la primera jornada hubo poca afluencia, pero en algún momento se formó una pequeña cola de hasta cinco personas. "La gente guardó la distancia y fue muy cuidadosa. Yo ponía la mercancía, ellos se echaban para atrás para no acercarse, dejaban el dinero en la mesa sin dármelo directamente. Un buen comportamiento", añade.
El proceso fue a través de teléfono mayoritariamente. "Me preguntaban si tenía un artículo determinado y les decía una hora para ir. La puerta está cerrada y cuando van viniendo se abre". Las sensaciones son de respiro: "Nos hacía falta ya un poco de oxígeno". En la primera jornada, lo que más demanda tuvo fueron "repuestos de baño, accesorios, bombillas, pegamento, cintas aislantes, siliconas... Cosas que la gente usa a diario en sus casas y que necesitaba reponer".
"Ah, tenéis café para llevar". Sorprendidos. Así se mostraban muchos transeúntes cuando comprobaban que la cafetería Paparazzi, en la rúa Ervedelo, el negocio estaba activo. Desde la calle. Cafés y hasta un chupito de licor café a un valiente que iniciaba su paseo. Pero no se quedan ahí. Llevan repartiendo comida a domicilio durante el estado de alarma y ahora, también, lo hacen con raciones para recoger en su local.
"Toca readaptarse y lidiar con las circunstancias. Hemos estado trabajando el servicio a domicilio y, desde ahora, también ofrecemos comida para recoger. Va funcionando. A domicilio, el Día de la Madre, repartimos 50 comidas. Ahora la gente también nos encarga para llevarse cuando les coincide su hora de paseo, especialmente los mayores", apunta Manoli, encargada.
Una situación que confían en que se consolide gracias "al boca a boca y al movimiento a través de las redes sociales". No es la solución pero es "un balón de oxígeno", según destaca Manoli mientras antes de volver a preparar otro café.
Muchas clínicas dentales permanecían todavía cerradas ayer, si bien otras empezaban a ampliar sus actividades, con la preparación y activación de protocolos, como la clínica Floreano Vázquez Taín, en la rúa Santo Domingo. Su objetivo es la "apertura total" de cara al día 11. "Hasta ahora estábamos solo con urgencias, pero estamos ampliando el grado de actividad", decía Vázquez Taín. Las medidas de protección han cambiado. "En cuanto el cliente entra en la consulta, se le coloca gorro, calzas, mascarilla si no la trae, lavado de manos y pasa a la sala de espera, en la que no hay más de dos o tres personas", relata.
El objetivo es "marcar un horario concreto para que no coincidan varios pacientes en la sala de espera, pidiendo puntualidad". Asimismo, se realiza una "total desinfección" entre paciente y paciente. Los profesionales se cambiarán de batas en cada consulta y llevan pantallas de protección. "Los dentistas estamos preparados desde siempre para estas medidas de higiene, la única diferencia entre ahora y antes es que hay que proteger el nivel de los aerosoles que usamos, por eso llevamos una pantalla de protección".
La clínica Casiano, que no cesó su actividad tras el inicio del estado de alarma–atendía urgencias–, regresó ayer a una cierta normalidad. Los pacientes son atendidos con cita previa –espaciadas, para evitar aglomeraciones en la sala de espera– y antes y después de ser atendidos por los profesionales, se limpian las manos con hidrogel. José Manuel Vázquez, "Casiano", el dueño de la clínica, explica la situación: "Imos recuperando o ritmo, pouco a pouco. Xa collín a unha das traballadoras que estaba no ERTE, e a medida que se poidan ter máis pacientes, collerei ao resto".
El personal trabaja con equipos de protección individual (EPI), y si se quedan escasos, se buscan alternativas: "Pedinlle a unha modista que me faga ela os traxes, e son mellores cos que me venden de fóra".
Para el fisioterapeuta, el golpe a la economía solo se solventará con esfuerzo, no con "lamentacións" y petición de ayudas a las administraciones: "Se tes menos clientes terás que readaptarte e axustarte, é o que toca. O mellor sería quedar sen vacacións este ano, dalgunha forma xa tivemos vacacións, estivemos na casa descansando, aínda que non se puido viaxar. Non se pode falar de amor ao país pero non facer nada pola recuperación".
Los centros de estética empezaron a abrir tímidamente, aunque la mayoría esperará al día 11. "Hay miedo de varios tipos, no solo por el virus, sino por la economía", explica Celsa Estévez, de Dermis, en la rúa Progreso. "Gracias a la prestación del Gobierno pude pagar el alquiler. Para seguir con todos los gastos no me daba", apunta, en el primer día con la persiana levantada. Ella asegura contar con "todas las medidas de protección", como mascarillas o gel. "Tengo ozono en la cabina y cada vez que se va un cliente lo pongo a funcionar", explica. Afirma que nunca hubo aglomeraciones, por lo que la cita previa no cambia el modus operandi.
La primera jornada, tuvo dos clientas por la mañana, poco movimiento. "Se ponen la mascarilla, se lavan las manos antes y después y las empleadas nos cambiamos la ropa. En mi caso tengo que llevar mascarilla, con la pantalla no puedo hacer mi trabajo bien".
La papelería Carlin de la calle Santo Domingo levantó ayer la persiana, después de mes y medio. Los clientes pueden acceder al interior de dos en dos, previo limpieza de manos con hidrogel. "Tenemos un horario reducido, según cómo evolucione la situación quizás podremos volver a nuestro horario habitual la semana que viene", explica Iria Domínguez. La mayor parte de la clientela, que no necesita cita previa, compró material infantil: "Rotuladores, lápices, cuadernos para que dibujen... He vendido manualidades de todo tipo. También han venido varias personas a fotocopiar apuntes, sobre todo, opositores". Pese a las limitaciones, Domínguez asegura que la afluencia de clientes fue positiva: "Yo estoy bastante contenta, la verdad. De momento, poco a poco, a ver qué pasa las próximas semanas".
Aunque la gran mayoría estaban cerradas, algunas tiendas de calzado empezaron ya a atender con cita previa, "porque hay que empezar a abrir para intentar recuperarse". Para Sonia Abraldes, la primera jornada fue tranquila, con una cita por la mañana y otra prevista por la tarde. Su negocio, Abraldes Shoes, en las galerías Xesta de la rúa Santo Domingo, está equipado para proteger, con gel hidroalcohólico a la entrada y con medidas para que los clientes se puedan probar los artículos. "Le damos a cada cliente una calza para que se pueda probar el zapato con todas las medidas de higiene", apunta Abraldes. "Lo que ahora necesitamos es que la gente empiece a venir y se anime a comprar, no aguantábamos más sin abrir".
Hasta ayer, la tienda de moda infantil Prenatal solo llevaba pedidos a domicilio. Desde ayer, acepta recogida en tienda y citas previas para echar un vistazo. "Solo puede venir una persona, ahora hay un chico, viene y hace la compra", explica Marta Fernández, la responsable. "Preferimos que no prueben, pero en caso de que probasen y no lo quisiesen o devolviesen mercancía tenemos que tenerla aislada 48 horas", añade Fernández. Sí que se puede tocar las prendas, pero "con el uso obligado de guantes y mascarilla". Las desinfecciones totales de la tienda se hacen regularmente y las semana que viene irán ampliando horario, "hasta ahora solo tenemos horario hasta las 12,30 horas, esperemos poder abrir mañanas y tardes a partir de ahora. A ver si viene más gente".
Alguna juguetería dio el paso, aunque con la persiana a medio abrir y solo con cita previa. Es el caso de El Escondite Inglés, con todo preparado ya: gel, mascarillas, alfombra... "El cliente llega protegido, y si no, tengo gel, mascarilla y guantes para dejarles", apunta la dueña, Chus Bravo. "Este no es un negocio de aglomeraciones, por lo que no habrá problema", resalta. "Hoy tengo una cita y como tengo web me entró un pedido que estoy preparando ahora", cuenta. "Hacía falta empezar a funcionar, porque no hay un duro para mantenerse". También le hace falta a la gente. "Los niños quieren plastilina, hay niños con problemas educativos que necesitan un entretenimiento especial al estar tanto en casa. Y también muchos cumpleaños y todos los padres quieren tener un detalle. Y ahora que empiezan a salir los niños se llevan los patines: "Tanto la cita de hoy como el pedido online es para patines".
Rebeca Mourelo y María Cebreiros estaban ayer en la tienda retirando ropa de invierno para empezar a colocar las nuevas prendas. El objetivo es tener todo listo para el día 11 abrir con relativa normalidad. "Vinimos a desinfectar todo, a limpiar y a prepararnos para el lunes, pero aún no sabemos nada. Llamamos a las mamparas para colocar una en la zona de cobro. Tenemos geles, mascarillas, eso está todo controlado. Pero hoy, aunque quisiéramos abrir aún no podíamos, nos faltan las alfombras, la ventilación, no hay nada hecho todavía. Tenemos que comprar una máquina de ozono manual para cada vez que salga alguien del probador. Tenemos cuatro probadores y apartados. Y usaremos lámparas de infrarrojos. Esto tiene 125 m2 arriba y abajo otro tanto. Hay que prepararlo todo. El problema es que falta información".
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