Los usuarios del botón rojo en Ourense y sus familiares coinciden : “Axuda a que a miña nai se vexa independente”

TESTIMONIOS

Juan José Iglesias, Olimpia Sandianes y Benita Castro comparten sus experiencias e impresiones en el día a día con el botón rojo

Juan José Iglesias, Olimpia Sandianes y Benita Castro.
Juan José Iglesias, Olimpia Sandianes y Benita Castro.

Son tres de los más de 2.000 usuarios del botón rojo en Ourense. Entre las ventajas que destacan los usuarios del sistema, se encuentran la seguridad y la tranquilidad que aporta en caso de un accidente doméstico. En el caso de los usuarios más mayores, valoran que este servicio les permite mantener una vida más autónoma sin grandes dependencias familiares.

“Aporta mucha tranquilidad llevar la pulsera”

Juan José Iglesias, de 65 años, es uno de los 50 vecinos de Pereiro de Aguiar que cuenta con teleasistencia. Empezó a usarlo “hace 8 o 9 años”, cuando se combinaron dos situaciones delicadas en su domicilio. “A mi mujer le dio un ictus”, relata, “y mientras la atendía en su recuperación, a mí me dio una angina de pecho. Fue ella quien logró avisar a una ambulancia pese a la parálisis parcial. Hasta entonces, no me lo había planteado, pues me veía joven para usar la teleasistencia”. Un servicio que siguió usando tras enviudar.

Tiene un dispositivo con dos avisadores. “Tiene un punto fijo en la mesilla de noche y otro botón que se puede usar como pulsera o collar, que tiene un radio de acción de 150 metros. Eso me permite trabajar en la finca y avisar si me siento mal”. Aunque desde aquel susto no ha vuelto a necesitar avisar a emergencias, “me llaman cada 10 días más o menos y una vez al mes vienen a revisar el equipo”. Suelen tener indicadas dos o tres personas como localizables en caso de accidente -en su caso, sus hijas y una vecina-. “Si me veo en la situación de usar el avisador, ellas están localizables para abrir la puerta”.

El dispositivo “aporta mucha tranquilidad. Llegas a casa, te pones la pulsera y, como ahora estoy solo, me siento más tranquilo”. Antes de incorporarse al servicio, “pensaba que era solo para mayores, pero me di cuenta de que hay mucha gente sola a la que le viene muy bien”.

“É tan sensible que teño que remangar a camisa”

Olimpia Sandianes tiene 91 años, y comenzó a usar la teleasistencia “polo menos hai tres”, como ella relata. “Faloume dela Nieves (del servicio de ayuda a domicilio de Pereiro de Aguiar, donde vive) e pedímolo logo de estar ingresada na residencia, porque estiven moi maliña, non me tiña en pé”.

Olimpia dispone de un avisador fijo en el salón de casa, donde han adaptado la planta baja de la vivienda para que pueda vivir sin subir escaleras, y un botón que puede usarse como collar o pulsera. “Teño que levalo de pulseira porque interfire co marcapasos”, explica Sandianes, “e cando a poño, teño que remangar a camisa, porque é tan sensible que soa con roce da roupa”, añade entre risas. “Soábame sempre. Estaba ás berzas e soaba, ía atar o zapato e xa soaba. Os do servizo crían que tiña algún problema”. Por ese motivo, la pulsera permanece en su mesita de noche.

Solucionados los problemas de que saltase la alarma, Olimpia reconoce sentirse “moi acompañada. Se non me chamasen eles, chamaríaos eu, porque son moi amables”. La instalación del sistema “foi rápida, porque viron que as cousasn non andaban moi ben. Agora estou sempre acompañada”.

A pesar de necesitar cierta adaptación de su vivienda, Olimpia no ha tenido que recurrir nunca a los servicios de emergencia a través del botón: “Todos os días intento andar un pouquiño e fago eu a miña comida”.

“Axuda a que a miña nai se vexa independente”

Benita Castro, vecina de Barbadás, tiene 87 años, y a pesar de que no padece ninguna dolencia, sus hijos decidieron apuntarla al servicio de teleasistencia “porque os anos están aí, e para que estea máis segura e nós más tranquilos”, explica su hijo, Jesús Quintairos.

Quintairos, que vive en el mismo edificio que Benita, cuenta de ella que “sempre foi unha muller que traballou, e dende que morreu meu pai hai vinte anos, vemos que ano que pasa, ano que vai decaendo”. Su hermana y él lo notan en que “a súa mobilidade vai baixando, e aínda que a visitamos a cotío, queremos que se vexa independente”. Por ello, pidieron la teleasistencia. “A instalación foi moi rápida”, sigue explicando Jesús, “ten o botón, un avisador no baño e o teléfono. O servizo chama unha ou dúas veces ó mes. Eu como con ela todos os días, porque vivo no mesmo edificio, e como adoitan chamar a mediodía, normalmente estou cando fala co servicio. Estou encantado”, admite, porque disponer de la teleasistencia permite a la familia que Benita siga viviendo sola. “Quero que se vexa independente para que se manteña áxil e activa”, admite su hijo.

Desde que pidieron la instalación de los avisadores han pasado ocho años, y en ningún momento han tenido que emplearlos por una caída. Aún así, Jesús cuenta que les da “moita tranquilidade. Porque nunca pasou nada, pero se pasa avísannos rápidamente”. Un servicio que recomienda, porque “hai moitas persoas que viven soas e creo que se debería ampliar o sistema, moitas persoas necesítano”.

Contenido patrocinado

stats