INCENDIO
Arde una casa en Rairo, Ourense
Reportaje
Maruja no puede salir de casa sin ayuda desde que el Concello de Ourense empezó unas obras que, en principio, servirían para mejorar su calle, la rúa Carballo-Salto do Can, en el barrio de Rabo de Galo. Sin embargo, la realidad es muy distinta: 13 meses después de iniciarse los trabajos -que ya deberían estar finalizados-, esta vecina de edad avanzada, que necesita andador para moverse, ahora también urge la presencia de acompañante cada vez que quiere salir de su vivienda.
La obra del Concello, una “chapuza” para los residentes, ha dejado desniveles de hasta 30 centímetros a las puertas de las casas, donde viven, sobre todo, personas mayores con movilidad reducida. “Sen axuda non podo saír. Menos mal que un día un señor ata me puxo unha rampla de plástico para baixar porque estaba soa. Isto é un perigo”, se queja la mujer, que vuelve a solicitar ayuda para meterse en casa de nuevo.
Maruja solía verse con la vecina de en frente para pasear, actividad que ha tenido que reducir por culpa de las obras del Concello. “Hai xente que ten que entrar con taburete á casa”, aseguran los vecinos. Y es que no es la única que precisa de ayuda para una rutina tan simple como la de salir de casa para hacer recados o tomar el aire.
Además de los desniveles de hasta 30 centímetros en las viviendas, la obra, que empezó en febrero de 2022 y tenía previsto acabar en agosto del mismo año, genera problemas en los garajes. Hay vecinos que, con los desniveles hechos, no pueden entrar a su plaza con el coche. Además, cuando llueve, el agua entra a algunas de las viviendas.
Por no hablar del barrizal que fue la calle durante meses, antes del asfaltado, que impedía transitar a los vecinos. Lejos de arreglar la situación, no hay ningún obrero en la zona estos días. Desde la asociación vecinal, la presidenta, Lorinda Fernández, asegura que han enviado decenas de escritos al Concello de Ourense exigiendo una solución. “Esta obra xa tiña que estar rematada. É unha obra de envergadura e tiña que quedar espectacular, pero nada de nada. Os veciños estamos moi preocupados e xa non sabemos a onde acudir. Está a piques de rematar a obra e non sabemos nada”, se queja Fernández.
La asociación vecinal pidió la mejora de esta calle en 2016. “Se foran as obras de Concordia non tardan tanto en facelas”, desliza la presidenta vecinal. Para más inri, estas obras se licitaron por más de 900.000 euros y la empresa adjudicataria llegó a rebajar la oferta un 30%, hasta los 600.000 euros. Sin embargo, los plazos de seis meses y aun con la obra más barata, no se cumplieron. Para completar la “chapuza”, los vecinos aseguran que les tiraron algunos muros en las casas. También es difícil que accedan los servicios de emergencia.
En la asociación de vecinos de Rabo de Galo, el quebradero de cabeza de la rúa Carballo-Salto do Can es la demanda vecinal más urgente. Aunque también hay otras quejas. Puri, otra vecina, señala un solar abandonado, totalmente absorbido por la maleza: “Hai ata ratas que parecen coenllos”. No es la única finca sin desbrozar: el estado asalvajado de varios puntos del núcleo rural es otro de los problemas más acuciantes. “Hai moitas fincas sin limpar dende hai anos. Os veciños teñen medo porque xa ardeu algunha vez e temos que ir ao Concello ano tras ano. Somos cidadáns de quinta”, se queja Lorinda Fernández. En una de las viviendas, cercana a los solares sin desbrozar, las llamas llegaron a alcanzar las persianas.
Además del abandono, también afean unas obras junto a la fuente de Rabo de Galo que aparecieron de la noche a la mañana. “Non sabemos para qué son estes tubos”, dicen las vecinas, atónitas frente al hueco en la carretera. Tirando de paciencia, en Rabo de Galo dicen que lo mejor “é a xente”.
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