Vakamulos, sí; licor café, también

Pasó lo que pasó

Un vakamulo
Un vakamulo

Aquí, mucho mejor que en Okinawa

Somos pocos pero vivimos mucho. Cae por las escaleras abajo el censo, pero los que quedamos cumplimos años de diez en diez, fortes como buxos. No estaría mal crear una marca que asociase vivir en la provincia a soplar más de cien velas para revertir el aserto de "os novos morren todos pero vellos non queda ningún". Las crónicas al uso comparan la esperanza de vida ourensana con la de la región japonesa de Okinawa, que cuenta por centenares los habitantes que superan la centena. Los estudiosos lo atribuyen a un "Ikigai", que es algo así como llevar una vida ordenada, también en lo espiritual. Tiene que ver también con integrarse en un "moai", dicen allí, un colectivo de personas que se ayuda entre sí, se respeta para vivir en armonía. Lo de Ourense es otra rama del tronco de la longevidad. Contaba el periódico del martes que la provincia está entre las zonas europeas con más personas mayores de cien años. El asunto tiene su recorrido y en manos de los expertos queda escudriñar las razones de semejantes datos, pero también se presta para llegar a unas cuantas conclusiones de cuñado. Por ejemplo, ni "Ikigai" ni "moai", ni zarandajas semejantes. En la tierra del "quen me moveu o marco da leira que o pico como a zorza" no entra la espiritualidad con el vecino. El secreto de los años es mucho más bizarro. La gente que supera hoy el siglo de vida es la generación del unto, del touciño, de la guerra, de la posguerra, del sacho, de la calefacción de la lareira, de las casas sin cuarto de baño, del desgarro de la emigración. Gente curtida en privaciones, que ha salido de ellas a base de churrasco a esgalla, cocidos farturentos, pulpo hasta chegarlle co dedo y vino de matute. Gentes de copa de aguardiente como desayuno antes de ir buscar o feixe de toxos e xestas para o cortello das vacas. De copa de Soberano en la partida, de dos yemas de huevo ahogadas en Quina Santa Catalina como mejor reconstituyente para chavales inapetentes. La longevidad viene de ahí, no de los bífidus activos ni del cuerpo Danone. Y menos de la espiritualidad de Okinawa.

Licor a los 105

De ahí y del rial de los paisanos. Una botella de licor café presidía la alacena y al pasar ante ella deberíamos santiguarnos. Con menos evidencias científicas se creyó en el bálsamo de fierabrás. Con menos creencias espirituales se adoró al grial. Los ourensanos tenemos un poco de aldea gala y mucho de Obélix, nos hemos caído en la marmita en la que Panoramix preparó la pócima mágica para combatir a los romanos. De ahí nuestra fuerza natural y la longevidad que supera hasta al conejito Duracell. El periódico desveló uno de los mayores enigmas: una mujer que va para 105 años, de nombre Esperanza (tenía que llamarse así), confiesa en estas páginas que cada día se baja una copita de licor café. En Okinawa no toman lácteos y se alimentan de verdura, pescados, soja, arroz, fruta o cereales integrales. Yo no he visto nunca a un habitante de aquella zona rubicundo, más bien céreo. Somos más del "morra Marta, morra farta". Eso sí, por encima del siglo.

Ya interesan más los vakamulos

En el centro de salud la analítica canta como un auténtico parte de guerra. El médico advierte que cogemos la morfología de los vakamulos, bestias que superan los 150 kilos, unos jabalíes cuya existencia ha sorprendido a miles de lectores del periódico, que se han lanzado a la noticia estos días con una avidez inusitada, solo comparable a la de la centenaria del licor café. En la provincia la actualidad suele tener un trazo grueso. Entran bien este tipo de asuntos, también las fotos de las caretas de Jácome en la noche del Samaín. El tipo está perdiendo su presencia de ánimo y ha perdido enteros, únicamente se le ha visto estos días como un sabueso, siguiendo el rastro del dinero. Esta semana, además, hubo pleno de la institución que preside, por lo que la pestilencia de las ventosidades verbales que se han lanzado casi todos allí llegan hasta hoy domingo. Ya ni interesan las tribulaciones de un PSOE que se prepara para vivir la siguiente batalla sin retirar los muertos de la anterior. La gente empieza a darles la espalda. A fin de cuentas, son más interesantes las historias de vakamulos que las de concejales. Y de las del licor café ya ni te cuento.

Al poner la lupa: que afinen bien, que solo tienen una bala

Varios colectivos ourensanos han convocado una manifestación para el día 18 bajo el lema "S.O.S Ourense" y en las justificaciones de la convocatoria se hace una especie de enmienda a la totalidad de la provincia, como si en la deriva que va esto tuviesen la misma culpa tirios que troyanos. Los grupos que la integran, no sé si mecidos por manos políticas, hacen un diagnóstico bastante certero de una situación que actúa como una gota malaya. Podríamos decir que hay una gota que colma el vaso ourensano, pero hay muchas dudas porque las movilizaciones aquí se miraban casi siempre desde las terrazas de las cafeterías. Es cierto, sin embargo, que desde que está este alcalde en la ciudad la vulgarización es de proporciones tales que hasta puede sacar del letargo a muchos ciudadanos. Pero, sobre todo, que los convocantes midan bien sus fuerzas y la capacidad de convicción para que Ourense, que no sale nunca, salga esta vez a la calle. Solo tienen una bala.

El portafotos

María Fernández Dibuja encaja perfectamente en el perfil tipo de la corporación que tenemos en el Concello de Ourense, poblada de marxistas (empezando por Jácome); es decir, seguidores de Groucho Marx: "Estos son mis principios y si no les gustan, tengo otros". Dibuja llegó a concejala como tantos otros irreflexivos personajes que iban en la lista de Democracia Orensana. Al ver que aquello no había por dónde cogerlo, al menos quedar para cobrar algo. Cuando ni eso se pudo mantener, mudaron de escaño. Más recientemente decidieron cambiarse de casa. Ella aparece con María Teresa Rodríguez y otros antiguos valladares jacomianos como sostenes de un nuevo partido político, llamado Coalición de Centro Democrático o, como dice un compañero de la redacción, Coalición de Concejales Díscolos. Poco tiempo vamos a gastar en definiciones ideológicas porque se amamantaron en las ubres intelectuales de Jácome y ya se sabe qué hay ahí. No se sabe qué hará el nuevo partido, como tampoco si María Dibuja será una Ayuso en potencia, incluso una Margaret Thatcher, aquella lideresa británica que dijo: "La misión de los políticos no es la de gustar a todo el mundo". Misión cumplida entonces.

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