"Vamos a poner a parir a todos"

Pasó lo que pasó

El regidor, cuando aún no sospechaba que la conjunción astral le pondría en el cargo, se jactaba que nadie se libraría de su juicio sumarísimo. Ni Baltar ni, por supuesto, el alcalde, que no era él.

A. Nespereira

Publicado: 13 sep 2020 - 05:13 Actualizado: 14 sep 2020 - 09:08

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Semana normal, tirando a mala

Nadie resiste un repaso de hemeroteca. En el oficio tampoco, que conste. Infalibles vamos quedando pocos, decía un compañero tras tener que publicar un desmentido. El Jácome crepuscular de estos días circula a la velocidad del 5G por todos los móviles y la cosa promete un concurso de memes. Hay gente que tiene mucho talento para estas caralladas, también mucho tiempo. Como las esperas por lo importante se suelen hacer eternas y perdemos más tiempo que nunca mirando el móvil del mío salía un video de un tipo desaliñado que hablaba a una cámara. Con la barbilla alta desafía al espectador como el toro cuando se pone frente al diestro. "Hola, amigos", decía. Aquello prometía un capítulo de Espinete. "¿Qué tal les ha ido la semana? A mí bastante normal, dentro de lo malo", reconocía. En seguida anunció su propósito: "Vamos a poner a parir a todo el mundo, vamos a poner a parir a Baltar, vamos a poner a parir al alcalde de Ourense, que ya lo tenemos calado..." El documento rula por internet y recoge una intervención de hace once años de un pándigo que creció amamantado por las ubres catódicas, el mismo que es alcalde hoy. No sé cuantas semanas malas habrá tenido Jácome a lo largo de su vida, incluso de su vida política, pero esta que concluye seguro que no ha sido de las mejores. Una semana a salto de mata, entre evasivas y mentirijillas. Una semana que arrancó con gravísimas acusaciones sobre uso de fondos públicos aún no aclaradas. En un ejercicio irreflexivo muy propio del susodicho encendió el ventilador para distribuir por todas las estancias de la ciudad el olor a podrido que surgió bajo sus posaderas. En una huida hacia adelante atribuyó la soledad en la que vive a una suerte de traición. La semana, en fin, no fue diferente al delirio que nos toca vivir por parte de quien hace como primera autoridad lo mismo que si estuviese en su tele hace once años: "¿Qué tal les ha ido la semana? A mí bastante normal, dentro de lo malo".

Ni como el Fuenla, ni como Messi

Imagínese cualquier capital de provincia (menos Ourense, claro) y desayúnense cada día con las azarosas andanzas de esta gente chuleando sus impuestos. Lean como un conspicuo excolaborador del regidor, como alguna gente de su entorno y núcleo de confianza airea procedimientos de (al menos) bajísima catadura moral. Piensen en el recorrido informativo que tendría que el alcalde de una de esas urbes sea acusado de lo que ha sido el de Ourense. Gran escándalo. Pero ha pasado aquí, en una ciudad amortizada por cultivar como nadie el descrédito y la falta de rigor en la exigencia de nivel en el ejercicio público. Pasa en Ourense, necesitada de un diván. Por lo tanto, género menor. Mientras, nos han dado como plato único durante semanas chuscos episodios de un Deportivo de A Coruña que le pasó no sé lo qué con un equipo de Madrid, creo que el Fuenlabrada. Los mismos que nos han dado de postre la huida con el freno de mano puesto de un tal Messi, que ha tenido a no pocos ourensanos al borde del llanto por si la delantera del Barça quedaba roma. El ejército de opinadores del entorno engoló la voz y, de paso que se mesaba los cabellos, dio un par de lecciones a Sánchez sobre cómo embridar el desbocado déficit público. Jácome era ya lo suficientemente insignificante como para dedicarle un minuto. Como está siendo este Ourense.

Opinar, protestar, también vociferar

Ah, pero había sociedad civil, a pesar de todo. Una veintena de representantes de diferentes colectivos locales se hacían en La Región los escandalizados por el despendole municipal después de que (alguno/a) se pasase meses esperando a ver si desde la alcaldía le invitaban aunque solo fuese a un té con pastas. Hasta que leímos el viernes en el periódico algunas opiniones de representantes de entidades locales. Mesuradas, eso sí, no vaya a ser. Nadie abría la boca de oficio, quizá porque opinar ya es de temerarios, de ahí que es mejor esperar que llame un periodista. Una veintena de voces abriendo la boca, nunca otra se vio en la ciudad. La Región fue el viernes una gigantesca pancarta con el unánime mensaje: "Así no se puede". Por cierto, entre los aludidos, los representantes de los tres sindicatos mayoritarios, habituales portadores de pancartas y voceadores de consignas. Los mismos que se plantan ante una empresa privada para, generalmente en momentos especialmente complejos, atornillarla hasta pasarla de rosca. Pero, a fin de cuentas, en el Concello solo se administran más de cien millones de euros, solo se mantienen a más de 700 familias. Una pancarta allí no procede; un megáfono solo se oye cuando se cuestionan servicios públicos privatizados. No se ve a los compañeiros do metal laiándose por las regalías del gobierno local en la ciudad con sueldos de SMI y colas para solicitar el Ingreso Mínimo Vital.

Sigue siendo alto el riesgo de contagio

Una funcionaria toma la temperatura a los participantes en el último pleno del Concello de Ourense, que se celebró en la Diputación. Ver sentado a Jácome en el asiento de Baltar es una imagen de masoquismo político que ahora se reedita después de un año de tregua y francachelas. El alcalde, obediente, permite que un termómetro cifre su calor corporal en estos alocados tiempos de pandemia. Una vez en el salón de sesiones, la fiebre subió como siempre y los protagonistas del pleno comenzaron a sudar. Lo siguiente fue, otra vez, que empezaron a delirar.

EL PORTAFOTOS

Jesús Vázquez ha regresado estos días desde el Senado, lugar frío e inhóspito del que cualquier político quiere salir a las primeras de cambio. En una escapadita de esa mazmorra regresó a su otro cargo político, concejal del Concello de Ourense. Ahí se quedó tras perder la alcaldía, dejarse por el camino cientos de votos y tres concejales. Los designios políticos hace tiempo que se han digitalizado y un dedo le firmó la canonjía en la Cámara baja. Se puso Vázquez al frente del grupo municipal del PP en el Concello de Ourense estos días para hacer de ariete sin mucha fe para afear a Jácome. El PP pudo haber elegido a otro, pero confió en Vázquez y él no suele fallar. Anunció el cese temporal del pacto con la hidra de Democracia Ourensana y lo hizo con cierto regustillo de venganza en plato frío. Él, que fue tildado de indigno por tener que votar a quien le hizo la vida imposible en lo político y en lo personal, y darle bastón de mando cual rendición de Breda, lucía cierto brillo en la mirada. Se pensó que veía cerca el momento de devolverle la jugada a Jácome recuperando la alcaldía. Pero solo era la aguilla de una lágrima furtiva por la emoción de estar haciendo algo por Ourense. Tanto se emocionó se vio de nuevo alcalde, que ya es emocionarse.

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