Simone Saibene
¡BUONE VISIONI!
Valor sentimental
DIOSAS, TEJEDORAS Y ESTRATEGAS
Desde su origen, la mitología griega ha funcionado como un espejo para las sociedades occidentales reflejando sus ideales, temores y estructuras de poder. Sus relatos han modelado la manera en que se conciben las identidades y las relaciones de género.
A menudo se ha interpretado como un mundo dominado por héroes masculinos, pero la mitología griega también está poblada por diosas y figuras femeninas. Sin embargo, muchas de estas figuras han sido relegadas a un segundo plano, interpretadas bajo el prisma de la pasividad o la subordinación.
Una relectura feminista permite desentrañar su auténtico poder, revelando que, lejos de ser meros instrumentos de los dioses y héroes, muchas de ellas tejieron sus propios destinos y, con ello, marcaron el rumbo de la humanidad.
Entre estas figuras, destacan las Moiras, Atenea y Ariadna, personajes simbólicamente ligados al acto de hilar y tejer, que en la cultura griega es más que una simple labor doméstica: es una metáfora del devenir, del orden del cosmos y del conocimiento.
Las Moiras, también conocidas como las Parcas en la tradición romana, son tres hermanas divinas que regulan el destino de dioses y mortales. Su poder es absoluto, incluso superior al de Zeus, quien, aunque omnipotente en apariencia, no puede alterar lo que ellas han tejido en el gran tapiz del universo.
Cloto, la hilandera, es quien da origen a la vida al hilar el hilo del destino. Láquesis, la que mide, determina la extensión de cada existencia. Finalmente, Átropo, cuyo nombre significa "la inmutable", corta el hilo cuando llega la hora de la muerte.
Esta tríada femenina encarna la inescapabilidad del destino, pero también simboliza la relegación de la mujer al ámbito de lo invisible. Su labor es esencial, pues sin su intervención no habría orden ni equilibrio en el cosmos, pero su poder se ejerce desde las sombras, sin la gloria de los dioses olímpicos.
Aquí emerge una contradicción fundamental: aunque las mujeres sean las artífices de la vida y del tejido de la existencia, su rol es minimizado y ocultado. Esta metáfora se puede trasladar a la realidad histórica de las mujeres, cuyo trabajo ha sido vital en la construcción de sociedades, aunque rara vez haya sido reconocido o celebrado.
Atenea es una de las figuras más poderosas de la mitología griega. Diosa de la sabiduría y la estrategia militar, es también protectora de las hilanderas y tejedoras - las Moiras -.
No nace de una madre, sino que emana directamente de la cabeza de Zeus, completamente armada y lanzando un grito de guerra. Este origen mitológico no es casual. Representa la apropiación masculina del conocimiento y la inteligencia, ya que Zeus "da a luz" a la diosa de la sabiduría, desplazando la figura materna.
Es una diosa que domina tanto la inteligencia teórica como la práctica; es capaz de liderar ejércitos con brillantez estratégica, pero también de diseñar tapices de una belleza y precisión incomparables. En la disputa con Aracne, una joven mortal que osó desafiarla en el arte del tejido, Atenea muestra tanto su orgullo como su sentido de justicia. Aracne, una tejedora prodigiosa, borda en su tapiz escenas de las infidelidades de los dioses, exponiendo la inmoralidad del Olimpo. Aunque su obra es perfecta, Atenea, furiosa por su osadía, la castiga transformándola en araña, condenándola a tejer para siempre.
Este mito encierra múltiples interpretaciones. Por un lado, puede leerse como un recordatorio de la soberbia humana ante los dioses, pero desde una perspectiva feminista, sugiere una lucha interna dentro del propio poder femenino. Atenea, representante de la mujer que ha logrado conquistar un lugar en el ámbito masculino, reacciona con hostilidad ante otra mujer que desafía el statu quo.
La sabiduría y autonomía de Ariadna la convierten en un modelo de independencia intelectual, un arquetipo que puede ser reinterpretado como una invitación a las mujeres a reclamar su lugar en el mundo de las ideas, la política y la estrategia.
Ariadna es, quizá, la más humana de estas figuras, y su historia es una de transformación y crecimiento. Enamorada de Teseo, el héroe ateniense que debía enfrentarse al Minotauro, le entrega el famoso ovillo que le permitirá encontrar la salida del laberinto. Este hilo, lejos de ser un simple objeto, es un símbolo de conocimiento y poder.
Ariadna no empuña una espada como Teseo, pero su inteligencia es la clave de la victoria.
Sin embargo, la historia de Ariadna no culmina con un final feliz al lado del héroe. Teseo, tras derrotar al Minotauro y huir con ella, la abandona en la isla de Naxos. Este abandono es el punto de quiebre en la narrativa de Ariadna, pues deja de ser una figura secundaria en la historia de un héroe y se convierte en protagonista de su propio destino.
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