Ourense CF: pobre de todo aquel que quiera robarles la ilusión

O Couto disfrutó, sufrió y celebró en una noche histórica que garantiza un premio gordo para el Ourense CF en la próxima eliminatoria

El técnico azulón Dani Llácer se abraza con los aficionados al finalizar el encuentro copero.
El técnico azulón Dani Llácer se abraza con los aficionados al finalizar el encuentro copero. | Marcos Atrio

Aunque últimamente el Ourense CF se ha tomado más “copas” que algún cierrabares al que se le junta la noche del sábado con la mañana del domingo, la ilusión seguía intacta. Antes, durante y después. El idilio con el torneo del KO está a salvo de deslices e infidelidades. Otra noche fría y otro rival de Primera División “al carrer”. Un hábito en las últimas temporadas que no rebaja los ánimos de aficionados azulones y asistentes imparciales. Esta vez fue el Girona el que buscaba despertar del dueño a los ourensanos, en el mismo escenario donde el Oviedo hincó la rodilla hace unas semanas. Unos cuantos niños y niñas ya han visto caer a más “Goliats” en dos años que en el resto de historia del club. Había que creer y esa confianza se respiraba en el ambiente desde que el día empezó a dejar paso a la noche.

“Menuda hay montada aquí en O Couto” le contaba la “jefa” de una pareja con hijo pequeño bufandeado que se fue a aparcar a la zona alta del barrio. De ahí, cuesta abajo para ir viviendo la fiesta alternativa que ya se celebraba en el entorno del estadio y toparse con la cola de reglamento que había para entrar a Preferencia,

Porque fue un partido de los que empieza a jugarse horas antes. La llegada de los autobuses encendió el ambiente. El del Ourense CF, a las 19:15 horas, escoltado por la Policía Nacional y recibido con petardos y humo, una suerte de niebla digna del Londres victoriano. En los aledaños, música de DJ, bufandas conmemorativas y fotos para el recuerdo. El bus de Girona aparcó entre la curiosidad de un respetable que apuraba las consumiciones antes de entrar al estadio.

El césped se llevó las primeras miradas. “Está regulero el campo”, apuntaba un veterano. “Y a ver si no llueve…”, replicó su interlocutor gritando sobremanera para quedar por encima de “La Morocha”, que sonaba a todo trapo en la megafonía. Que alguien la saque a bailar ya, por Dios. Sobre el tapete, el azulón Rabadán apuraba su puesta a punto tras la lesión como si supiera que la Copa iba a dejar otra ronda. En la grada, mantas para el frío, reencuentros de caras conocidas y muchos clásicos del fútbol provincial buscando su ubicación.

Y la cosa empezó de cine. Un minuto y el primer gol, clon cierto suspense. La mitad de Preferencia no lo vio porque seguían entrando pasado el cuarto de hora. Míchel se desesperaba y el cuarto árbitro pagaba los platos rotos. Dijo en la previa que le gustaba el fútbol de siempre, los campos a la antigua usanza. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Tuvo tiempo para intercambiar comentarios (de buen rollo) con sus “vecinos” de atrás tras el empate.

Hubo tiempo para las lágrimas. Las amargas de Abel Ruiz tras lesionarse y pedir el cambio en una campaña de pocas oportunidades.

Sin uñas

Con tablas se llegó al descanso, pero la segunda parte fue azulona. Omar, tocado por la varita, desniveló la balanza. Hubo opciones para sentenciar, con “uys” que hicieron que alguno se girara hacia la cabina de prensa buscando en los “juntaletras” una explicación que no podíamos dar. Menos mal que los guantes abundaban, porque las uñas corrían peligro por la tensión.

En un final que te lo firmaba el mismísimo Scorsese, la lluvia hizo acto de presencia. No se quiso perder un desenlace que llegó a lo grande. El larguero le dijo al Girona que la fiesta era local, que los que iban a bailar iban a ser los que vestían de azul. El pitido final desató la fiesta. Solo faltó la barra libre porque había música, baile y exaltación de la amistad. El Ourense CF invita a otra ronda (a la ronda, a las entradas ya es otra historia) y a la ciudad llegará un invitado cinco estrellas. Real Madrid, Barça, Athletic o Atlético. Casi nada. Este próximo martes se sortea el Gordo del mundo del fútbol. Llegan los Reyes Magos por adelantado. Y pobre del que quiera quitarles la ilusión.

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