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GESTIÓN DE RESIDUOS
Desde el 31 de diciembre de 2023, los concellos están obligados por ley a implantar en sus términos municipales la recogida diferenciada de la materia orgánica. Mientras que en los principales núcleos de población, en los que predominan los edificios lineales, el contenedor marrón constituye la herramienta fundamental para hacer acopio de esta fracción, en otros casos se ha optado por el compostaje comunitario, siendo habitual que, en los ayuntamientos rurales con una población muy dispersa, el compostaje doméstico constituya la modalidad predominante.
Desde hace años, Sogama lidera en Galicia un programa de autocompostaje al que actualmente están adscritas 483 entidades (233 ayuntamientos, 218 centros educativos y 32 colectivos sociales). Entre las mismas, esta empresa pública ha repartido de forma gratuita más de 23.100 compostadores, además de impartir formación presencial y editar material didáctico y divulgativo de apoyo para guiar la operativa de los usuarios.
Los compostadores, con capacidad para 400 litros y fabricados con materiales reciclados y reciclables, deben colocarse en el exterior de la vivienda, en una zona protegida de las inclemencias meteorológicas y en contacto directo con la tierra para facilitar la entrada de los microorganismos descomponedores. Por su parte, los participantes deben llevar a cabo un control de distintos parámetros tales como el oxígeno, la humedad y la temperatura, procurando que la mezcla entre fracción húmeda y seca sea equilibrada.
Con esta dinámica, orientada a viviendas unifamiliares que dispongan de terreno (huerto, jardín y/o tierras de cultivo) en el que aplicar el compost resultante, se recupera una práctica tradicional en el rural gallego como es el aprovechamiento de la materia orgánica para alimento del ganado y/o elaboración de compost, pero de una forma más moderna, cómoda, higiénica y eficiente.
Teniendo en cuenta que los restos orgánicos representan, en la composición media de una bolsa de basura doméstica tipo, en torno al 37-40%, si éstos se reciclan en origen, se evita su depósito en los contenedores de las calles, con el consiguiente ahorro de costes en la recogida, transporte y tratamiento final.
Sogama lidera en Galicia un programa de autocompostaje con 483 entidades adscritas que han distribuido más de 23.100
Adicionalmente, las familias obtienen un fertilizante natural de primera calidad con el que, además de nutrir el suelo, también lo protegen frente a plagas y enfermedades.
El contenedor marrón, por su parte, constituye un elemento esencial en el compostaje industrial. En muchos casos, está dotado con una llave o tarjeta que se entrega por parte de los ayuntamientos a aquellos vecinos que deseen colaborar en la valorización de la materia orgánica, permitiendo de esta forma reducir el porcentaje de impropios en el recipiente, es decir, aquellos residuos que deberían ser depositados en otros contenedores.
En el contenedor marrón se pueden depositar restos de alimentos crudos o cocinados de frutas, verduras, legumbres y hortalizas, restos de origen animal: carne o pescado, peladuras de patatas, restos de pasta y arroces, restos de frutos secos, semillas y cereales, huesos de fruta, restos de pan, bollería y galletas, cortezas de queso, papel de cocina usado y servilletas de papel (sin restos de aceite), posos de café y bolsitas de infusiones, restos de plantas, flores, hojas secas, hierba y pequeños restos de poda y huertas, alpiste, cáscaras de huevo, tapones de corcho natural y bolsas compostables. No se debe depositar aceite de cocina o cualquier otro líquido, pañales, compresas y tampones, papel higiénico, ramas de podas, restos aspirados o barridos, colillas de tabaco, cenizas, cualquier otro material de plástico, vidrio, pilas, etcétera.
Los residuos orgánicos son recogidos de forma independiente por los servicios municipales y transportados posteriormente a la planta de compostaje más cercana, donde se someten a un proceso de fermentación, maduración y afinado para ser transformados en compost, un abono natural apto para ser aplicado tanto en la agricultura como en la jardinería. Para que el proceso sea exitoso, el 95% de los materiales que conforman la fracción orgánica deben ser compostables.
Si bien la recuperación de la fracción orgánica es una competencia municipal, la Xunta, a través de Sogama, quiso ayudar a los entes locales a cumplir con la legislación vigente. Con tal fin, habilitó una red de infraestructuras conformada por 17 instalaciones, esto es, 4 plantas de biorresiduos -una por provincia- (Cervo, en Lugo; Cerceda, en A Coruña; Vilanova de Arousa, en Pontevedra; y Verín, en Ourense) y 13 plantas de transferencia de apoyo en las que, además de trasvasar, de forma diferenciada, los materiales del contenedor amarillo y genérico, disponen de una tolva específica para la materia orgánica, que luego recibe tratamiento en planta.
Las cuatro plantas de biorresiduos de Sogama integran las distintas fases del proceso de compostaje de los residuos orgánicos: desde el pretratamiento y la fermentación, hasta la maduración y el almacenamiento, así como los correspondientes tratamientos de aire y de aguas, haciendo uso en todo momento de las últimas tecnologías disponibles, tanto de procesado como de control de olores y ruido. De esta forma, se garantiza en todos los casos una actividad industrial respetuosa con el medio ambiente y el bienestar de la ciudadanía.
Las cuatro plantas de biorresiduos integran las distintas fases del proceso de compostaje de laos residuos orgánicos
Además, una parte de las mismas es autosuficiente desde el punto de vista energético al disponer de paneles solares fotovoltaicos, contribuyendo de esta forma a la lucha contra el cambio climático.
Con este mapa de infraestructuras, a las que se destinó una inversión de 45 millones de euros, de los cuales 30 millones procedieron de los Fondos Feder React EU como respuesta de la Unión Europea a la crisis del covid-19. el objetivo de la Xunta de Galicia es que la práctica totalidad de los ayuntamientos adheridos a Sogama (295) dispongan de una planta de biorresiduos o de transferencia a menos de 50 kilómetros de distancia, circunstancia que, además de representar un ahorro de costes para los entes locales, refuerza el principio de proximidad en la gestión de residuos, disminuyendo las emisiones de CO2 al verse reducido el transporte por carretera.
En el caso de las plantas de transferencia de apoyo, 6 son de nueva construcción (A Lama y Arbo, en la provincia de Pontevedra; Cee, Curtis y Ponteceso, en la provincia de A Coruña; y Riotorto, en la de Lugo) y 7 han sido sometidas a remodelación para adaptarlas a los requisitos de gestión de la materia orgánica. Es el caso de la de San Cibrao das Viñas y A Rúa, en la provincia de Ourense; Silleda, O Porriño y Vigo, en la de Pontevedra; Lugo (ciudad); y Narón (en la provincia de A Coruña).
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