Cosecha tardía, una vendimia que llega con el frío

Uvas Treixadura en la Ribeira Sacra. JOSÉ PAZ

Prácticamente todas las denominaciones de origen del Hemisferio Norte han finalizado ya sus vendimias. Los vinos blancos jóvenes ya han realizado hace semanas la fermentación alcohólica. Incluso antes de que empezásemos a sentir los efectos del cambio climático, la llegada del día Todos los Santos y los magostos servían para abillar las pipas del “viño novo”. Pero todavía quedan algunos racimos colgados de sus cepas. Son los destinados a las cosechas tardías.

No tienen nada que ver con los vinos tostados, cuya pasificación se produce en espacios oscuros y aireados, fuera del viñedo, y contra lo que podría parecer sus uvas suelen ser vendimiadas al principio de la cosecha. Albariño, Treixadura, Godello… vamos a encontrar vinos de cosecha tardía, tanto a la vera del mar, como sucede con Gallaecia de Martín Códax o Novembro de Pazo de Señoráns, o pegados al Miño, como es el caso de La Trucha de Otoño, en Crecente, en la frontera del Condado con el Ribeiro, o en Castrelo de Miño, como Ramón do Casar Lento. E incluso podríamos explorar en Valdeorras los bancales del Souto dos Santos, por encima de los setecientos metros de altitud en O Bolo, con el que Rafael Palacios elabora su Sorte do Souto. Y prácticamente en los confines de Galicia, Guitián cosecha tardía.

Acompañamos esta selección de seis vinos gallegos con uno de Navarra y otro de la isla de La Palma, que lleva el nombre del volcán que entró en erupción hace cincuenta años.

Tal vez aquellas cenizas alimentaron los viñedos de los que hoy salen esos vinos dulces de Malvasía, ejemplo de que tras la devastación vuelve a surgir la vida.