Davila, un vino de O Rosal elegante y sabroso

Es un vino en el que combinan una gran variedad de aromas, florales y frutales, sobre todo de estos últimos, que luego también percibiremos en boca

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Que hay más vida que el Albariño en Rías Baixas es algo que cada vez saben más personas. Hoy día se elaboran otros monovarietales muy interesantes, y esta bodega, emplazada en el corazón de O Rosal, ha dado muy buenos ejemplos de ello. Entre ellos, el primer monovarietal de Loureira que se elabora en España L-100 o el primero, también monovarietal, de Castañal, una variedad tinta que se daba por extinguida. Pero al margen de estas raras joyas de la enología atlántica y otras que hoy no vienen a cuento, están sus dos elaboraciones clásicas de esta región vinícola situada en el último tramo del Miño, O Rosal, y que dan nombre a un vino polivarietal en el que el Albariño es ensamblado con Loureira, que aquí llaman Marqués, y Caíño blanco, o Treixadura, o ambas. En el caso de Davila, el vino que hoy nos ocupa, la trilogía de variedades que lo conforman son la Albariño, Marqués y Treixadura. Proceden de viñedos con una antigüedad que supera los cuarenta años (cuando Rías Baixas no era nada desde el punto de vista enológico pero O Rosal ya tenía mérito y reconocimiento como valle vitivinícola), de sus fincas situadas entre los municipios de Tomiño y O Rosal. La bodega cuenta con 35 hectáreas de viñedo repartidas en cuatro fincas y con un grupo de viticultores que colaboran con ella desde hace más de veinte años.

La elaboración arranca en esos viñedos, donde las cepas están plantadas en emparrado tradicional. Se hace una selección de racimos ya en bodega y tras una maceración en frío se procede a la fermentación, cada una de las variedades por separado con un suave trabajo sobre lías, a partir del cual se procede al ensamblaje. El vino permanece en botella entre 30 y 60 días en la bodega antes de su comercialización.

Es un vino en el que combinan una gran variedad de aromas, florales y frutales, sobre todo de estos últimos, que luego también percibiremos en boca. Un vino fresco, muy afrutado, con un punto de acidez muy sutil y muy equilibrado en el conjunto. Fácil de beber, a la hora de tomar un vino sin más, pero es en una comida donde mejor se percibe su extraordinaria calidad.

El enólogo : Álvaro Bueno

Es un veterano y uno de los grandes enólogos españoles. Hace que sus vinos, como los alumno de un buen maestro, desarrollen todas sus cualidades, partiendo siempre de una materia prima, la uva, cuidada al extremo desde la viña misma, ya sea en Monterrei, Valdeorras, Ribeiro o, como es este caso, en O Rosal. Todos los suyos son vinos bien “educados”, que hablan de su tierra y de su clima con una gran riqueza de matices. Éste es un buen ejempo de ello, un gran vino de O Rosal en el que el Miño y el Atlántico se encuentran.

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