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Picea abies, conocido en gallego como abeto do norte, abeto rubio, abeto vermello o picea norueguesa y en castellano como pícea, picea común, picea europea, falso abeto, abeto rojo o árbol de navidad, es una conífera de hoja perenne y de gran talla, originaria de la Europa central y nororiental, perteneciente a las familia de las Pináceas.
Etimológicamente, su nombre genérico picea deriva del latín pix y éste a su vez del griego pissa, término con el que se designaba a la “pez o resina” que se obtiene de ese árbol. El epíteto abies, nombre clásico latino del abeto, hace referencia a su parecido con los verdaderos abetos.
Es una especie de gran talla ya que puede alcanzar hasta los 50 o más metros de altura. Sus raíces profundizan poco. Su tronco es derecho y grueso, de hasta dos metros de diámetro. Su corteza, en principio de color marrón o grisácea y después rojiza, se escama ligeramente con la edad. Su copa es cónica, estrecha y puntiaguda. Sus ramas principales, dispuestas en verticilos horizontales algo colgantes, excepto las superiores que son ascendentes, están provistas de ramitas secundarias que también tienden ser más o menos colgantes semejando flecos. Posee hojas aciculares, delgadas y pequeñas, de sección cuadrangular, de color verde oscuro, rígidas, un poco punzantes y dispuestas en espiral. Sus inflorescencias masculinas son colgantes, ovales, axilares o terminales y de color rojizo, volviéndose marrones y brillantes en la madurez; caen tras liberar el polen. Las femeninas forman conos cilíndricos. Sus frutos son piñas marrones y colgantes, presentan escamas largas, sutiles y onduladas, con el borde superior redondeado y prolongadas en un pico dentado. Se desarrollan en la primavera, aunque pueden permanecer en el árbol incluso hasta el invierno, acabando por caer íntegras al suelo. Las semillas, casi triangulares, marrones o negruzcas, poseen un ala alargada y membranosa, de color marrón claro; maduran en otoño. Las condiciones óptima para su desarrollo son climas frescos y suelos no demasiado secos y ácidos, aunque se adapta a otros tipos de suelos.
En Europa se emplea en la repoblación forestal, ya que es un árbol importante desde el punto de vista económico. Se presenta formando amplias formaciones boscosas, acompañado de pinos silvestres, hayas, alerces y abedules. Su madera, de color blanco amarillento y muy buena calidad, se utiliza en carpintería, ebanistería y para la obtención de pasta de papel. Es fácil de trabajar, empleándose también para la fabricación de instrumentos musicales de cuerda, como violoncelos, contrabajos y violines, ya que su madera confiere una peculiar resonancia muy apreciada por los lutieres. Con ella se construyeron los famosos Stradivarius.
Con sus ramas y piñas jóvenes se preparan infusiones para combatir el escorbuto y jarabes para la tos
Desde el punto de vista médico, con sus ramas y piñas jóvenes se preparan infusiones para combatir el escorbuto y jarabes para la tos. También se utilizan para hacer baños para mitigar la fatiga física. Es eficaz, en inhalaciones, para el asma, la bronquitis y otras enfermedades del sistema respiratorio. Su resina se utiliza para la elaboración de barnices. Asimismo para ungüentos y pomadas, ya que de ella se obtiene la trementina de Borgoña, eficaz para aplicar en emplastos o fricciones. La infusión hecha con esta resina es útil, asimismo, como antiséptico. De la corteza se extraen taninos, usados en la industria del curtido.
Durante siglos la picea fue considerada símbolo de la vida eterna. Por su gran valor paisajístico es apreciado como árbol ornamental, y por ello, a pesar de ser sensible a la contaminación urbana, es muy común verlo en parques y jardines, como es el de nuestro pueblo donde contamos con un ejemplar. Asimismo, se encuentran diversos ejemplares en muchos jardines privados del municipio. En nuestro país, se utiliza frecuentemente como adorno navideño, si bien el árbol considerado por la mayoría de los europeos como árbol típico de Navidad es el Abies alba o abeto blanco, de aspecto piramidal y, también, puntiagudo. Sin embargo, debemos tener presente que en nuestra cultura mediterránea la utilización del árbol de Navidad no debe ir nunca en detrimento del tradicional Belén. El falso abeto y el abeto blanco se distinguen porque las hojas del primero se unen a las ramas mediante un corto peciolo, mientras que las del abeto están directamente unidas a las ramas; también se diferencian fácilmente porque las piñas de la pica son colgantes mientras que las del abeto son erectas.
En Galicia se sabe de su cultivo ya en el siglo XIX. De esta época se conserva en el vecino Pazo de Rubiáns un ejemplar incluido en elenco de árboles monumentales del patrimonio cultural gallego.
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