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Phoenix canariensis, conocida también como palma canaria, palmera canaria, palma dátil de las Canarias, palma fénix o palma támbara, es una especie endémica de las Islas Canarias, perteneciente a la familia de las Arecáceas, extendida por todo el área mediterránea, así como por zonas costeras de la Europa atlántica y otras regiones del planeta, llegando a vivir también en zonas de Europa central. Es el icono del archipiélago canario.
Fue descrita por primera vez en 1882. Su nombre genérico phoenix fue utilizado ya por Teofrasto y Plinio el Viejo. Con este término, derivado del griego, probablemente se hacía referencia o al ave fénix, o al ave sagrada de Egipto o al fenicio Phoenix, hijo de Amyntor e Hipódame, personaje de la Ilíada de Homero. El epíteto canariensis alude al lugar de su localización geográfica de origen.
Es una especie longeva, ya que puede superar los doscientos o trescientos años. No posee una raíz principal pero sí numerosas raíces que la anclan firmemente al suelo llegando con ellas a las aguas subterráneas e incluso a los nutrientes de los suelos más pobres. Es de gran tamaño, pudiendo alcanzar los treinta metros de altura. Su tronco es muy grueso, derecho, cilíndrico y coriáceo. Sus hojas son muy numerosas, grandes y pinnadas; están compuestas por numerosos folíolos dispuestos en densos penachos. Son de color verde intenso. Las superiores son erectas y las inferiores son caídas. Las más pegadas al tronco se transforman en fuertes y robustas espinas punzantes. Las cicatrices que dejan sus hojas le confieren una decoración característica con forma de rombos. Es una planta dioica. Las flores, de color crema, se disponen en densas inflorescencias en forma de racimos que pueden superar más de un metro de largo . Las masculinas poseen seis estambres de filamentos cortos; las femeninas tres ovarios libres de los cuales solamente uno se desarrollará para formar el fruto. Los tallos de los que nacen sus frutos son colgantes. Estos frutos, llamados dátiles o también támaras o támbaras, son bayas alargadas y ovoides, carnosas, en principio de color anaranjado amarillento y posteriormente castaño rojizo, que no miden más de dos centímetros. Su pulpa es comestible. Tienen un cierto parecido con los dátiles de la Phoenix dactylifera, la “datilera doméstica”, aunque son de menor tamaño y con menos valor nutricional y dulzor, y por ello menos apreciados. Son pasto de aves y de diversas especies animales. Sus semillas son duras y acanaladas longitudinalmente. La palma de Canarias crece en modo solitario y en suelos bien drenados. Es resistente a las altas y bajas temperaturas, aunque prefiere las suaves.
Además de la importancia ecológica de estas palmeras, ya que constituyen hábitats adecuados para una gran diversidad de aves, insectos y otros animales, es relevante su belleza paisajística. En efecto, su majestuoso y elegante porte y la facilidad de adaptación a diversas condiciones ambientales, la constituye una de las palmeras más ornamentales, motivo por el cual es muy utilizada tanto en jardinería como en la decoración de calles, avenidas, plazas recintos institucionales, pazos y casas particulares, tanto del mundo urbano como rural.
Tradicionalmente se usó para extraer la savia, llamada guarapo, a fin de producir “miel de palma”. Sus troncos fueron utilizados para la construcción de viviendas. Sus hojas fueron empleadas para hacer cestas, esteras, escobas, tejidos, sombreros y otro objetos de artesanía. También en infusiones para mitigar dolores gastrointestinales. Asimismo se utilizó como forraje.
En Galicia son las palmas son utilizadas en la liturgia del Domingo de Ramos, día en el cual se conmemora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. El evento viene descrito en los evangelios al narrar que al enterarse la multitud que había llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, “tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo: ¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
Fue en el año 1994, en la provincia de Granada, donde se detectó que la palmera Phoenix canariensis estaba siendo atacada por el “picudo rojo” o “gorgojo de las palmeras”, insecto procedente del sureste asiático y conocido científicamente con el nombre de Rhynchophorus ferrugineus. A partir de entonces este voraz coleóptero comenzó a extenderse por toda la Península Ibérica. Llegó a Galicia a en el año 2013, fecha en la que se dio a conocer el primer caso en Gondomar, Pontevedra. Comenzó a expandirse por todo el territorio autonómico, afectando también a lugares emblemáticos de la ciudad de Ourense, como las Burgas. El picudo rojo se instala en la copa de las palmeras, devorando el interior del tronco, secando las hojas y produciendo un desplome general de las palmas, hasta provocar su muerte. Para combatir este dañino escarabajo rojo es importante la detección precoz a fin de controlar la expansión de la plaga. En caso de no poder hacerlo, la palmera debe ser talada.
Esta plaga tan dañina que provocó la desaparición de cientos de ejemplares, hizo que en numerosos municipios de Galicia se sustituyesen las plantas taladas por ejemplares más resistentes al voraz picudo rojo, aunque no totalmente exentas de verse afectadas por él. Así, actualmente, es frecuente ver plantadas nuevas especies del género Washingtonia, concretamente la Washingtionia filifera, palmera originaria de California, la palmera real australiana de nombre científico Archontophoneix alexandrae, la palmera real cubana, Roystonea regia, la cola de zorro, Wodyetia bifurcata, y el palmito o palmera enana, Chamaerops humilis, entre otras.
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