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“A inmoral doutora Cons” es el título de la primera novela de Roberto Fernández Álvarez (Ourense, 1967), con la que ganó el premio Blanco Amor de 2022. Médico de atención primaria en Allariz, compagina su profesión con la literatura, dos actividades por las que siente una gran pasión e interés. Anteriormente ya había ganado el premio Vicente Risco de ciencias sociales por “Enfermos pobres, médicos tristes”, un ensayo que sintetiza su tesis doctoral sobre la práctica de la medicina rural en la provincia de Ourense en gran parte del siglo XX, que defendió en 2014 bajo el título “El médico, el paciente y la medicina rural en Ourense, 1900-1975”.
¿Es usted un médico vocacional?
A mí me gustaron siempre mucho las ciencias y esa fue la principal razón que me fue conduciendo al estudio de Medicina. Digamos que no fue una elección vocacional, pero con el estudio y las primeras prácticas se convirtió en mí una vocación muy sólida. Hice el MIR en medicina de familia y cuando empecé a ejercer ya lo hice siempre en la provincia de Ourense. O Carballiño, Xinzo… y ahora en Allariz.
Se mueve usted por los terrenos que antes eran propios del médico rural. ¿Hay mucha diferencia entre la medicina rural y la atención primaria en el ámbito
urbano?
En ciertos aspectos, como el acceso a la tecnología, el modelo de atención, el tipo de servicios que se prestan, hay una tendencia cada vez mayor a que una y otra se asemejen, a que tengan similares prestaciones… prácticamente es la misma medicina. Si lo comparamos con el ambiente en el que se mueve la novela, de la década de 1940, entonces sí que eran dos mundos completamente diferentes. Hay aspectos diferentes, eso sí, en lo que se refiere a la población que atiendes en el ámbito urbano y el rural. En este último cada vez es menor el número de pacientes y se trata de una población muy envejecida con lo que ello supone.
Hay un vínculo entre medicina y literatura que nos lleva a grandes figuras como por ejemplo Baroja, Chejov… creo que es la profesión que mejores escritores ha dado. ¿Cómo se produce ese vínculo en su caso?
Para mí son dos grandes pasiones, la medicina y la literatura y en mi caso entiendo que se complementan muy bien porque la medicina es una fuente de experiencias y de historias para la literatura. Estás siempre escuchando a gente, recibiendo mucha información de cómo es el mundo y el ser humano. Y la literatura también ayuda en la medicina porque te permite humanizar la atención y entrar en esa complejidad emocional que son las personas, porque no son solo enfermos sino mucho más.
En su novela se habla de una doctora que llega al rural de la provincia de Ourense en los años cuarenta. Sería una imagen impactante, en esa época y en ese mundo.
Ahí está la clave porque se trata de una rareza. En aquella época las mujeres todavía tenían mucha dificultad para estudiar medicina y todavía más para desembarcar en el rural, sobre todo una mujer con una formación tan sólida como la protagonista de la novela, que había sido becada en Estados Unidos, que llega a Pazos de Arenteiro con la vocación de ser médica rural en un pueblo y se va a encontrar con todos los tropiezos posibles. Algunos son previsibles como el poder político y el económico, las autoridades sanitarias, eclesiásticas, la pobreza, y otros no tanto coAsmo el amor y ella misma.
Su querencia por todo lo que rodea la medicina rural ya viene de antiguo, de su tesis y su ensayo “enfermos pobres, médicos tristes”.
En realidad, el ensayo parte de la propia tesis doctoral, a la que le quité la parte menos atractiva para el lector, que tiene que ver con aspectos metodológicos, etcétera. Es un mundo muy interesante.
¿Era una medicina vocacional? ¿Por qué iban los médicos al rural?
Digamos que había de todo. Pero en general, la medicina rural era la forma rápida de empezar a trabajar una vez terminada la carrera de medicina porque la exigencia científica en el mundo rural no era tan grande como, por ejemplo, en un hospital, lo que requería una formación complementaria y un tiempo trabajando sin tener ingresos o con muy pocos, mientras te formabas en una especialidad. El médico rural se iba formando por el método de ensayo-error porque, lo cierto, es que la universidad nunca formó muy bien a los médicos. Y muchos llegaban a niveles profesionales muy altos y otros capeaban el temporal como podían.
¿Y de ahí?
Para quienes tenían ambiciones científicas y profesionales, el medio rural era un paso transitorio, porque aspiraban a trabajar en una ciudad, en un hospital, por ejemplo, y vivir en la ciudad, que entonces suponía una notable diferencia con la vida en el rural. Pero para otros sí que se acomodaban y disfrutaban de una situación en la que se sentían a gusto porque, además, no era una situación económicamente desfavorable.
¿Cómo se ejercía la medicina en el rural?
El médico tenía un sueldo que le pagaba el ayuntamiento, que era lo que se llamaba la titular, que se pagaba para la atención a los pobres, la beneficencia. Y luego tenía una consulta abierta al público que le facilitaba también el propio ayuntamiento, en el que el paciente que iba y no era pobre pagaba. Así que cobraba el suelo del Concello y las minutas de las consultas.
la situación del médico dependería entonces de la riqueza de sus afiliados
Así es. En zonas con fábricas, con actividad económica, la gente tenía recursos y el médico vivía bien. Pero no era lo habitual. Sobre todo en la provincia de Ourense, donde predominaban gentes con muy pocos recursos, que eran pobres, pero no lo suficientemente pobres como para que entrasen en el cupo que cubría la beneficencia. Bastaba con tener una pequeña finca que apenas te da para sobrevivir malamente, estar en el lado de los que no eran pobres de solemnidad, pero seguían siendo enfermos pobres, que eran a inmensa maioría.
Y en esos casos, ¿qué hacían?
Había casos en los que llegaban a un acuerdo con el médico por lo que se llamaba una avinza o una iguala, que era un pago anual en especie, una cantidad de centeno o de lo que cultivasen, a cambio de atender las necesidades médicas de la familia. Y en otros, cuando ni esa opción existía, el médico acababa atendiendo gratis al paciente e incluso se daban casos en los que el médico les daba dinero, pues por ejemplo para comprar las medicinas porque mientras el pobre de solemnidad tenía médico, medicinas y entierro gratuito, el otro pobre tenía que costearse todos esos gastos. Era un drama. De ahí que en esa época se recurriese a curandeiros.
Volviendo a la novela ¿cuándo saldrá publicada?
Yo calculo que en el mes de marzo estará ya lista. La publico con una editorial de Allariz que se llama Aira das Letras.
Y este premio, el segundo que recibe, ¿le animará a seguir escribiendo?
En realidad llevo escribiendo toda la vida, porque como te decía, literatura y medicina son mis dos grandes pasiones. Pero no tengo ningún interés comercial, ya que vivo bastante bien de mi profesión, de ahí que desatendiera era parte relacionada con la publicación, que en realidad es la manera que tienes de que lo que escribes llegue al lector.
¿Está muy presente la medicina en esos relatos?
No necesariamente. El ejercicio de la medicina te pone en contacto con personas que te cuentan experiencias que a lo mejor luego terminan convertidas en ficción, pero en la mayoría de los casos tienen poco que ver con la medicina. Son historias que a mí me gustaría encontrarme como lector.
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