Luz Pichel en Argentina: La voz de frontera y el manifiesto de las lenguas pobres
OPINIÓN
Luz Pichel, la poeta gallega que cautivó el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR), trajo consigo algo más que versos: desplegó el castrapo, una lengua rota y fronteriza
Luz Pichel, la poeta gallega que cautivó el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR), trajo consigo algo más que versos: desplegó el castrapo, una lengua rota y fronteriza. Nuestra cronista se sumergió en las profundidades de su poesía, a través de la que defiende con uñas y dientes a las "lenguas pobres", que aunque no es una clasificación lingüística formal tiene la potencia de una construcción social, ideológica y estética.
La primera visita de la española a la Argentina llegó de la mano del Centro Cultural de España y tuvo un impacto notable. Más allá de ubicarse fuera de las posiciones académicas obligó a reflexionar dónde se asienta el poder literario que procede del texto. El 33º Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR), la recibió expectante. El evento se celebró entre el 20 y el 22 de noviembre. En este encuentro de poetas, incorporó su concepto de territorio fuertemente ligado a su propia experiencia de vida, la emigración, la relación con la lengua materna (el gallego) y el espacio rural. Su postura no exenta de aspereza y que defiende a partir de sus intensas vivencias, replantea dónde vibra lo medular de sus textos, que dejó en claro no ocurre solo en los centros de poder lingüístico.
Esa noche rosarina, en la Plataforma Lavardén cuando Pichel subió al estrado, se sosegó de inmediato el bullicio propio de la inauguración, y el silencio reinó en el Salón acostumbrado a alocuciones más académicas. Los presentes escucharon una voz que venía de la entraña de la tierra, lejos de ser una poeta de palabras grandilocuentes fue la portadora de una verdad entretejida con convicción y con la energía a favor de un importante cambio de perspectiva. Su visita a Rosario fue relevante, no solamente por sus definiciones en la entrevista sino cómo su voz delicada y contundente que reflejaba su obra. Compartió poemas tejidos con el castrapo, esa lengua de frontera, un dialecto minoritario generado por el choque vital entre el gallego y el español.
La voz de Pichel templada y serena transformó el aire del recinto en denso y cargado de historia. Dejó en claro que la cadencia de esta lengua lleva en sus sílabas la memoria del campo, la dureza de la vida campesina y esa pobreza que el castellano "correcto" y hegemónico “ha pretendido invisibilizar y silenciar”. Con emoción afirmo: "Yo la encontré en la frontera". Y esa frase se sintió como una reivindicación, fue como un golpe a la crítica literaria. Al escucharla, el castrapo se transforma, de ser un error sociolingüístico pasa a ser el refugio poético más puro.
El momento sobresaliente de su paso por Rosario, además de la noche anterior de lecturas formidables fue sin duda el sábado, en la Biblioteca Argentina. El conversatorio titulado "Oralidad y escritura, entre el gallego, el español y el castrapo"; de ningún modo fue una charla formal o académica más, fue un espacio en el que la poeta generó con pasión una catarsis colectiva, exhibiendo con sinceridad sin reservas su posicionamiento político en defensa de las lenguas pobres.
Los medios le han dado cobertura con gran interés. El importante Diario Clarín (Suplemento Ñ) expresó: "la gallega representa quizás lo mejor de la poesía española del momento." En el contexto de su visita la Revista Anfibia” analizó: "La lengua de la aldea no es un registro, es la lengua que usa para desobedecer a la lengua". La Capital (Rosario) subrayó que su uso del castrapo lejos de una caprichosa elección estilística es un acto de rebeldía contra la norma del castellano: "El gallego del interior de Pichel no es un dialecto, sino un territorio". En la entrevista a Página/12 el diario la definió dentro de un espacio de identidad y resistencia: "Escribir en la herida que deja el desgarro de las lenguas". El Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA) señaló: "Luz Pichel nos enseña a escuchar la pobreza".
Indudablemente la visita de Luz Pichel a la Argentina no pasó desapercibida
Medularmente dentro de su cosmovisión los poemas dejan de lado la lengua de la élite cultural, y brilla la lengua de su aldea, Alén (Lalín-Pontevedra-Galicia), cuyo nombre ya es poético porque se refiere al "más allá", a lo que está del otro lado. Su labor literaria, al mismo tiempo silencioso y rupturista, contiene la esencia de las mujeres rurales y una lucha constante para que perviva, no dejar morir una forma de hablar. Su obra poética sirve como ejemplo y herramienta de resistencia como medio para restablecer a una comunidad ante la historia. Su obra -en consonancia con la UNESCO y la ONU- la ubica como una intelectual defensora de la preservación de las lenguas, la memoria, la diversidad lingüística y la identidad.
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