Ni ser de aquí ni ser de allá: la experiencia de ser un migrante español en el exterior

DÍA INTERNACIONAL DEL MIGRANTE

Coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Migrantes, recogemos testimonios de emigrantes que explican cómo es construir una vida en el exterior sin romper el vínculo con la tierra de origen, entre la nostalgia y la identidad compartida

Impresionante escultura de Bruno Catalano, el escultor de los inmigrantes (1)
Impresionante escultura de Bruno Catalano, el escultor de los inmigrantes (1) | Facebook de Bruno Catalano

Desde el año 2.000, cada 18 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas Migrantes. Una jornada que invita a mirar más allá de las cifras y a escuchar las historias personales de quienes un día hicieron las maletas para buscar un futuro fuera de su país. En el caso de la emigración española, esas historias siguen muy vivas y hablan de identidad compartida, de raíces que se estiran sin romperse y de un profundo vínculo emocional con la tierra de origen.

No ser completamente de aquí ni de allá es una de las sensaciones más compartidas entre los españoles que viven fuera del país. Saúl Beceiro Novo, físico nuclear gallego que hoy desarrolla su carrera a caballo entre España y Estados Unidos, con base en Michigan, la condición migrante no desaparece con el éxito profesional. “Ser migrante significa ser extranjero en el país en el que vives y también extranjero cuando vuelves a tu propio país”, explica, poniendo palabras a una sensación común entre quienes habitan permanentemente en ese espacio intermedio.

Esa doble pertenencia la resume también Blanca Hernando, aragonesa y cónsul honoraria de España en Curitiba, Brasil, desde una mirada institucional y personal al mismo tiempo. “Ser migrante significa amar a dos países por igual”, afirma, y destaca el privilegio de conocer otras culturas y poder tender puentes entre ellas. Sin embargo, reconoce la cara más íntima de la emigración: “No saber del todo de dónde eres, añorar la tierra donde naciste y, cuando estás en ella, echar de menos la que te dio la oportunidad de crecer”. En un contexto en el que cada vez quedan menos emigrantes históricos, Hernando pide a las administraciones que no olviden a quienes siguen manteniendo viva esa memoria colectiva.

Desde Zúrich, la periodista gallega Alejandra Plaza define la migración como una experiencia de expansión personal y emocional. “Ser migrante es llevar el corazón dividido entre dos mundos, pero también multiplicado en afectos y aprendizajes”, señala. Para ella, emigrar es construir hogar allí donde se pisa, sin renunciar a las raíces, y asumir el coraje de empezar de nuevo, aportando talento y esfuerzo en cada lugar de acogida.

Una visión marcada por la resistencia cotidiana es la de Nuria Fraile, abogada madrileña residente en Edimburgo desde hace casi 25 años. “Emigrar significó adaptarme a otra cultura, idioma y entorno, con momentos muy duros, pero también con oportunidades únicas”, explica. Su labor en la Oficina Precaria de Escocia, desde hace más de una década, pone el foco en la importancia del acompañamiento y la defensa de los derechos sociales de la comunidad migrante hispanohablante.

La emigración también se vive desde dentro del propio país, como recuerda José Antonio Otero, afincado en Cantabria y presidente del Centro Gallego de Santander. Desde estas entidades, explica, se preserva la identidad cultural y se comparte con la sociedad de acogida a través de actividades abiertas, manteniendo vivo el vínculo con Galicia y con los centros gallegos repartidos por todo el mundo.

Desde París, donde reside desde hace 38 años, Eduardo Cuña Paz aporta una mirada más íntima e incluso melancólica. Para él, ser emigrante es buscar el porvenir lejos de casa, pero también regresar cargado de recuerdos. “Emigrante es volver a la tierra y recordar la soledad y la pena que se siente lejos de ella”, resume.

Voces distintas, pero una misma experiencia compartida: la de quienes aprendieron que migrar no es solo irse, sino también quedarse un poco en cada lugar. En este Día Internacional de las Personas Migrantes, sus testimonios recuerdan que la emigración española sigue siendo una historia de esfuerzo, contribución y memoria viva.

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