Irak se abre a la inversión extranjera y espera captar 390.000 millones de euros

INFRAESTRUCTURAS Y ENERGÍA, PRINCIPALES OPORTUNIDADES

Planta de procesamiento de gas en Halfaya (Irak)
Planta de procesamiento de gas en Halfaya (Irak) | EUROPA PRESS

La celebración a finales del pasado mes de septiembre del Foro de Inversiones de Irak en Bagdad permitió al primer ministro del país, Mohammed S. Al-Sudani anunciar la existencia de oportunidades de inversión por valor de 390.000 millones de euros en diversos sectores, con especial incidencia en infraestructuras y en energía sobre todo en renovables. Las inversiones en los últimos años superan ya los 86.000 millones.

El país está comenzando un período de recuperación tras décadas de conflictos bélicos, sanciones internacionales y una profunda prolongada inestabilidad interna que han devastado su economía y su tejido productivo. La constitución del actual gobierno en 2022 marcó un punto de inflexión, inaugurando una etapa de relativa estabilidad política y una decidida apuesta por la apertura económica, la reconstrucción nacional y la reinserción en la economía global.

Este nuevo escenario se sustenta en la innegable riqueza de su sector de los hidrocarburos Irak posee la quinta mayor reserva de petróleo y constituye el segundo productor de la OPEP, que proporciona los ingresos con los que financiar la ambiciosa agenda de inversiones. La aprobación de un presupuesto trianual en 2023 constituyó una prueba tangible de esta voluntad y destinó fondos muy sustanciosos a la modernización de un país que cuenta con un mercado de 46 millones de habitantes.

Según un informe realizado por el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), las mayores oportunidades de inversión en Irak se presentan en el sector de las infraestructuras y en el de energías renovables. En el primer caso el proyecto bandera es la Ruta del Desarrollo (Development Road), un corredor logístico multimodal de 1.200 kilómetros que conectará el Gran Puerto de Al Fao, en el Golfo Pérsico, con Turquía y Europa. Este megaproyecto, valorado en 17.000 millones de dólares, integrará una línea de ferrocarril de doble vía para mercancías y pasajeros junto a una autopista paralela, con el objetivo de posicionar a Irak como un hub logístico clave entre Asia y Europa.

El eje ferroviario es la columna vertebral de esta estrategia que se ve complementada por otros proyectos como la línea de alta velocidad Nayaf-Karbala para peregrinos, el Metro de Bagdad y la conexión Basora-Shalamcheh (ya adjudicada a una empresa española). El Banco Mundial está ya apoyando esta visión con una inversión de 930 millones de dólares para rehabilitar 1.047 km de vía entre Umm Qasar y Mosul.

La apuesta integral por las infraestructuras se extiende también al transporte aéreo, con la rehabilitación de los aeropuertos internacionales de Bagdad y Mosul, así como la construcción de otros nuevos; al transporte marítimo -con el megaproyecto del puerto de Al Fao, donde comenzará la Ruta del Desarrollo citada y la ampliación de los puertos de Umm Qasr y Khor al Zubair-; y a la construcción de carreteras, viviendas y servicios básicos, lo que supondrá la creación de un ecosistema de oportunidades sin precedentes para empresas de ingeniería, construcción y suministro de bienes de equipo.

Reducir dependencia de gas del exterior

En el terreno de la energía, Irak se enfrenta al desafío de satisfacer una demanda eléctrica creciente y reducir su dependencia de las importaciones de gas de Irán. Para ello, ha emprendido una transformación de su modelo energético que incluye un fuerte impulso de las energías renovables. El gobierno se ha marcado el objetivo de que éstas cubran el 33% del consumo eléctrico para 2030, lo que implica instalar unos 12 GW de capacidad, principalmente solar.

Proyectos emblemáticos como la planta solar de 1 GW en Ratawi marcan el camino. Además, existe un fuerte impulso para capturar el gas asociado que actualmente se quema en antorcha (entre el 40% y 60%), con el objetivo de eliminarlo en 2028 y aumentar la producción de gas nacional. Este esfuerzo se ve respaldado por un marco regulatorio en desarrollo y por el interés de instituciones financieras internacionales en financiar la transición energética del país.

Entre los factores que convierten a Irak en un destino atractivo para la inversión se encuentre el importante apoyo financiero que recibe de organismos multilaterales, que además de recursos aportan estándares técnicos y de sostenibilidad que favorecen la participación de empresas internacionales. El Banco Mundial mantiene una cartera activa por valor de más de 2.100 millones de dólares pero también están comenzando a operar el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), la Unión Europea, el Banco Islámico de Desarrollo y la ONU.

La posición geográfica de Irak es estratégica ya que actúa como un puente natural entre el Golfo Pérsico y la región del Mediterráneo Oriental. La Ruta del Desarrollo pretende explotar esta ubicación para crear un corredor comercial alternativo al Canal de Suez, conectando los puertos del Golfo con Turquía y, por extensión, con Europa.

Población joven y más universitarios

Irak tiene un mercado interior de más de 46 millones de habitantes, con una demografía joven (60% de la población es menor de 25 años) y un creciente proceso de urbanización. Aunque el porcentaje de población con estudios superiores es inferior al promedio de la OCDE, el número de universitarios ha crecido significativamente en los últimos años. Además, Irak recibe anualmente más de 10 millones de peregrinos religiosos, lo que subraya su potencial en el sector servicios y de construcción de infraestructuras relacionadas, como hoteles, transporte y saneamiento.

Todos estos factores convierten a Irak en un enclave muy atractivo para realizar inversiones, tanto por parte de empresas españolas como europeas. El comercio bilateral entre España e Irak en 2024 ascendió a 1.500 millones de dólares pero el potencial de crecimiento es enorme y el recientemente se han suscrito acuerdos que van a permitir incrementar esta colaboración. Las empresas españolas con su experiencia acreditada en el ámbito internacional en infraestructuras, energía y gestión del agua pueden consolidarse como socios naturales en la transformación del país.

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