Biografía | Ernesto Fernández Vidal, el “gallego” que fue novio de la actual ministra argentina Patricia Bullrich

Nació en una aldea del ayuntamiento de Maceda llamada Coruxas, (Ourense), el 8 de octubre de 1949. Fueron sus padres Albino Fernández López y Carmen Vidal Moreno. El matrimonio tuvo tres hijos: Lalo, Ernesto y Emilio.

Lois Pérez Leira - loisperezleira@hotmail.com

Publicado: 25 mar 2025 - 22:50

Ernesto Fernández Vidal, en el año 1976 |Archivo: Lois P. Leira
Ernesto Fernández Vidal, en el año 1976 |Archivo: Lois P. Leira

Ernesto Fernández Vidal nació en una aldea del ayuntamiento de Maceda llamada Coruxas, (Ourense), el 8 de octubre de 1949. Fueron sus padres Albino Fernández López y Carmen Vidal Moreno. El matrimonio tuvo tres hijos: Lalo, Ernesto y Emilio. La madre de Ernesto soñaba con emigrar. Muchos vecinos se habían marchado a Brasil y a Argentina y hablaban maravillas de aquellos países.

“Mi madre era una mujer decidida, cuenta Lalo, hermano mayor de Ernesto; ella siempre recordaba que en la aldea decían que en Buenos Aires los trabajadores iban de traje a sus labores, que la gente podía vivir dignamente”, y luego enfatiza: “La vida era muy dura y sacrificada en el campo gallego. En Buenos Aires tenían luz eléctrica, mientras nosotros en Melón aun carecíamos de ella, vivíamos muy atrasados y sin futuro”.

Primero se marcha su padre, Albino, quien llega a Buenos Aires un mes después de la muerte de Eva Perón, el 30 de agosto 1952, procedente de Prexigueiro. Según la crónica del periódico “Galicia”, medio de difusión de la Federación de Sociedades Gallegas, en septiembre de ese año se asocia a la Sociedad Unión Residentes del Ayuntamiento de Melón.

Monasterio de Melón | Wikipedia
Monasterio de Melón | Wikipedia

Después intentaron la reagrupación familiar, pero las autoridades sanitarias argentinas le negaron la entrada a Lalo, debido a una enfermedad que afectaba a uno de sus ojos, pues consideraban que aquel problema ocular podía ser contagioso.

Esta negativa, por parte de las autoridades de emigración, trastoca todos los planes de la familia. A pesar de eso Carmen decide emigrar a Río de Janeiro, Brasil, con su hijo mayor, donde ella tenía dos hermanas. La entrada a este país era más fácil y sin tantos requisitos. Luego tenía pensado cruzar la frontera con Argentina, que era menos controlada, para reagruparse con su marido. Así fue como Carmen y Lalo emigraron a finales de 1956 llegando a Argentina el 2 de julio de 1957, mientras los otros dos hijos, Ernesto y Emilio, se quedaron bajo el cuidado de unos familiares en la aldea.

Cuando Carmen y su hijo mayor logran llegar a Argentina comienzan a realizar los trámites de reclamo para los dos menores. Luego de muchas gestiones burocráticas fueron autorizados a entrar en aquel país. Es así como arriban a Buenos Aires el 9 de octubre de 1958 en el buque Cabo San Roque, un día después de que Ernesto cumpliera 9 años.

Publicidad de la Compañía Ibarra. Dibujo del transatlántico Cabo San Roque | Archivo Lois P. Leira
Publicidad de la Compañía Ibarra. Dibujo del transatlántico Cabo San Roque | Archivo Lois P. Leira

Al poco tiempo de llegar a la nueva tierra, su padre comenzó a trabajar en un famoso restaurante llamado “Las Deliciosas Papas Fritas”, que estaba ubicado en la calle Maipú al 500, un punto céntrico de la ciudad. Albino era un hombre de trabajo, honesto y de ideas muy conservadoras a tal punto que simpatizaba con el franquismo. Al llegar a Buenos Aires alquiló una habitación grande en una especie de conventillo en la zona de Barracas, al sur de la capital. “Recuerdo que el patio era de ladrillos, relata Lalo; en aquella habitación dormíamos todos y compartíamos el baño y la cocina con otras cuatro familias que vivían en el lugar”.

Cuando empezaron las clases, los padres de Ernesto lo inscribieron en el colegio primario de Barracas que estaba en la calle Iriarte, muy cerca del club Barracas Central; luego hizo el bachillerato en el colegio Juan Martín de Pueyrredón del barrio de San Telmo. Cada vez que podía se escapaba a jugar al fútbol, deporte que practicaba regularmente; también le gustaba el básquet, aunque no lo hacía metódicamente. Como su padre y sus hermanos estaban vinculados a la hostelería, Ernesto formaba parte del equipo compuesto por los camareros del restaurante “Munich” de la calle Esmeralda. De vez en cuando iba a presenciar algún partido de River, el equipo de sus amores. Al terminar la secundaria se afilió a la Sociedad de Melón para estar en contacto con los vecinos de su parroquia. Por aquellos tiempos esta sociedad estaba presidida por Leopoldo Soto y estaba integrada a la Federación de Sociedades Gallegas. La sede quedaba casi enfrente del colegio donde estudiaba.

La Federación era una entidad muy politizada y comprometida en la lucha antifranquista. Su paso por esta institución sería decisivo para su formación política. Llegó a ser secretario de la Sociedad Unión Residentes del Ayuntamiento de Melón, donde estaba afiliada toda la familia. De los tres hermanos el único que utilizaba los dos apellidos era Ernesto, el cual presumía de su condición de gallego.

Colegio secundario en la calle Chacabuco en el barrio de San Telmo donde estudio Ernesto | Archivo: Lois P. Leira
Colegio secundario en la calle Chacabuco en el barrio de San Telmo donde estudio Ernesto | Archivo: Lois P. Leira

Durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía ingresó a la Universidad de Buenos Aires; primero cursó dos años de abogacía para luego pasarse a Filosofía y Letras, en la calle Independencia. Por aquellos años se produce un histórico levantamiento popular en la ciudad de Córdoba que se denominó “Cordobazo”, y se funda la agrupación armada de izquierda Montoneros, y Ernesto comienza a militar en la Juventud Peronista, encuadrada en los sectores más radicalizados del peronismo, que luchaban por el regreso del general Perón y la “Patria Socialista”.

En esa época empezó a estudiar teatro y formó parte de un grupo independiente de esta disciplina. Para costearse los estudios realizó distintas actividades, desde vender terrenos hasta ser cajero en la casa central del Banco de Londres. Su mejor amigo, Aldo, con quien compartía sueños y aventuras, comenzó a trabajar en una librería de la calle Corrientes. Al poco tiempo Ernesto y Aldo junto a otro amigo, con la promesa firme de un trabajo en una librería de Castelldefels, se trasladaron en barco hasta Barcelona. Ernesto era joven y quería conocer Europa, le hacía mucha ilusión poder ir a visitar a su abuela que aun vivía en la aldea. Es así como partieron en 1972 cuando en Argentina gobernaba el general Alejandro Lanusse.

Su hermano Lalo supone que este viaje estuvo vinculado con alguna tarea de la organización Montoneros, de la cual formaba parte. Después de una temporada en aquella ciudad, Ernesto y Aldo continuaron su gira por varios países. Ernesto aprovechaba el viaje para perfeccionar su francés y aprende inglés. Durante más de dos años recorrieron Italia, Suiza, Bélgica, Alemania y Francia. Cuando quisieron entrar a Inglaterra las autoridades se lo impidieron por tener en su maleta libros de izquierda. En esos años trabajó en la hostelería, vendió juguetes en la calle, fue cerrajero, etc. Se enamoró de una italiana con la que vivió una temporada, y pasó hambre en muchas ocasiones. La vida de Ernesto era parte de la aventura de un joven que quería “comerse el mundo”, conocerlo, disfrutarlo.

Los que compartieron momentos con él dicen que era muy abierto, extrovertido, alegre. Tenía otra pasión que no ocultaba: las mujeres guapas. Cuando la situación se hizo insostenible, poco trabajo y sin papeles, resolvieron utilizar el billete de vuelta que tenían comprado y volver a Buenos Aires. Al llegar Ernesto, Perón recién había fallecido, su mujer, Isabelita, que había asumido la presidencia, alentaba el terrorismo de Estado a través de la “Triple A” que dirigía el ministro de Bienestar Social José López Rega. En aquellos años se calcula que esta organización asesinó a 1.500 personas, muchas de ellas destacadas como el diputado Rodolfo Ortega Peña y el sacerdote tercermundista Carlos Mújica.

Ernesto militaba en la Unidad Básica de la Juventud Peronista del Abasto, ubicada próxima a la casa donde vivió Carlos Gardel. Era el responsable de la misma y con su grupo decidieron llamar a esa sede “Raquel Liliana Gelín”, en homenaje a la primera compañera mujer caída en combate en un tiroteo con la policía provincial, allá por 1970, en Córdoba. En aquellos días había conocido a una joven peronista de nombre Patricia Bullrich, con quien comienza a noviar. Ernesto fue el segundo novio de Patricia. Fue en esa Unida Básica de la zona del Abasto que Patricia lo incorpora a Ernesto a Montoneros. Durante algunos meses Ernesto inicia un largo viaje a Europa y el noviazgo se termina.

La actual Ministra de Seguridad del Gobierno de Milei, Patricia Bullrich cuan era "montonera" |Archivo: Lois P. Leira
La actual Ministra de Seguridad del Gobierno de Milei, Patricia Bullrich cuan era "montonera" |Archivo: Lois P. Leira

Al regresar, el “Gallego” o el “Gaita” Ernesto, había alquilado un departamento en la zona de Congreso, más exactamente en Rodríguez Peña al 100. En esa época estaba en pareja con Mónica, una profesora de francés. Al retornar del largo viaje comenzó a trabajar como traductor del Hotel Bristol de la calle Cerrito; su paso por Europa lo había capacitado para hablar perfectamente varios idiomas. Al salir del trabajo y después de realizar su tarea militante paseaba por las librerías de la Calle Corrientes y no dejaba de tomarse un café en La Paz. Allí se encontraba con Aldo y con otros amigos. Los servicios de inteligencia poseían información acerca de que en el hotel Bristol se hospedaban militantes Montoneros, incluso un militar llegó a decir que este hotel era un “nido de Montoneros”.

Ante la escalada de terror impuesta por la Triple A, la Organización Montoneros pasa a la clandestinidad. Ernesto decide continuar al frente de la Unidad Básica durante una temporada hasta que se produce el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.

A pesar de las medidas de seguridad que Ernesto tomaba frente a la posibilidad de que el ejército lo detuviera, intentaba hacer una vida normal. Especulaba que como había estado un largo tiempo en el exterior, sin actividad política en Argentina, y contaba tan sólo con una detención durante el gobierno de Isabelita, los servicios de inteligencia no lo tendrían demasiado fichado.

Contra sus pronósticos, el 23 de septiembre de 1976 un grupo de tareas de la Policía Federal lo secuestra y es llevado a Superintendencia de Coordinación Seguridad Federal en la calle Moreno 1417 entre Sáenz Peña y San José. Según las informaciones dadas por el comisario Rueda, perteneciente a la Policía de la seccional 27, permaneció diez días en este organismo. Si la versión de este comisario es cierta, Eduardo fue llevado al lugar donde funcionaba la conducción operativa de los grupos de tareas, en el tercer piso del Departamento Táctico, posteriormente llamado COICE, Centro de Operaciones e Inteligencia contra el Extremismo; los responsables del mismo eran:

Jefe de Área: Comisario Inspector Caligiuri, alias “Calígula”.

Enlace entre el Comando en Jefe del Ejército y Policía Federal Argentina: Teniente Coronel Cabrera, “Teco”.

Jefe de Operaciones: Comisario Taraciuk, alias “Cota”, “Co” de Comisario y “Ta” de Taraciuk.

Ernesto, como todos los secuestrados, fue sometido a innumerables tipos de torturas. Luego lo trasladaron al I Cuerpo de Ejército que estaba al mando de Carlos Guillermo Suárez Mason. Al producirse la detención, su compañera Mónica se comunica desesperadamente con Aldo comentándole que era probable que Ernesto hubiese sido secuestrado. Al confirmarse la trágica noticia, será el propio Aldo el que se traslade a la casa de los padres de Ernesto para contarle lo sucedido. Albino quedó perplejo, él que era un hombre de derechas, amante del orden y la mano dura, su hijo había sido víctima de sus propias ideas. A pesar de la contradicción inicial, junto a Carmen decidieron mover cielo y tierra hasta encontrarlo. Tenían que comunicarse con la policía, con el ejército y con los clientes y amigos con influencias. Es así como envían cartas y realizan entrevistas con el capellán militar, con oficiales del I Cuerpo de Ejército, etc. Como en la mayoría de las familias donde hubo hijos desaparecidos, las mujeres tomaron la decisión de poner la cara, de luchar. Carmen empieza una búsqueda desesperada para saber algo de su hijo. A través de Aldo se contacta con un abogado que en esos momentos presentaba hábeas corpus por las personas que estaban siendo secuestradas. Así fue como se tomo esta primera medida jurídica. Pero los jueces no querían escuchar. Luego Carmen supo que existía una entidad llamada Liga Argentina por los Derechos del Hombre, donde se reunían familiares de desaparecidos y los apoyaban para que pudieran denunciar estos acontecimientos. Carmen comenzó a participar de las reuniones y allí conoció a otras madres que luego fundan la Asociación de Familiares y Madres de Plaza de Mayo. “Recuerdo que mi madre empezó en la Liga, explica Lalo, y luego formó parte de la creación de Madres de Plaza de Mayo. Esta entidad nació el 30 de abril de 1977 como una iniciativa de madres de detenidos y desaparecidos. Su primer objetivo era lograr tener una audiencia con el presidente de facto argentino, Jorge Rafael Videla. Si bien mi padre había sido de ideas franquistas, el secuestro de mi hermano le rompió todos los esquemas. Mi madre era todo lo contrario: se caracterizaba por ser una mujer fuerte, luchadora; una persona que simpatizaba con las ideas de la izquierda”.

En la imagen, Ernesto Fernández Vidal | Lois P. Leira
En la imagen, Ernesto Fernández Vidal | Lois P. Leira

Según la información suministrada por un mayor de este destacamento militar conocido como el “Tucumano” Leiva, un mes después de permanecer en este lugar Ernesto fue asesinado.

Acerca del lugar del secuestro hay poca información; según su hermano Lalo, pudo haber sido en el mítico café “La Paz”. Mirta García Iglesias, amiga de Ernesto, considera poco probable esta hipótesis ya que en esos meses tan peligrosos era temerario que un militante como el “Gallego” parara en un lugar tan “quemado” como era La Paz.

Mientras tanto Carmen se entrevista con el Cónsul General de España en Argentina, José Luis Dicenta Ballester, entregándole la correspondiente denuncia del secuestro. Dicenta, que era un hombre de izquierdas, juega un papel muy importante, intentando presionar al Gobierno argentino, para liberar a los españoles desaparecidos. En 1977 visita este país el rey Juan Carlos I, y Carmen, junto a otras madres españolas, logran acercarse a él para suplicarle que interceda por sus hijos ante el gobierno militar. Hasta ahora no existe ninguna constancia de que el monarca haya realizado gestiones en tal sentido.

Carmen continuó la lucha junto a otras madres y familiares de origen español, creó junto con Dionisia López la Comisión de Familiares de Desaparecidos Españoles, que funcionaba en la Federación de Sociedades Gallegas. Tras la muerte de su marido y a causa de la desesperación que la embargaba por no encontrar a Ernesto, Carmen cayó en una profunda depresión. Por aquellos años vivía en un apartamento de la calle Catamarca esquina México. Cuando se sentía con ánimo concurría a Chacabuco 955, donde se encontraba con otras madres gallegas. En el 2005 se cansó de vivir y llena de tristeza falleció en la ciudad de Buenos Aires. Mónica, la última compañera de Ernesto, con la ayuda de Lalo, logró exiliarse en Río de Janeiro y luego en Francia.

Ernesto tenía 26 años. Tiempo después, el 19 de mayo de 1977, en el hotel Bristol fue secuestrado el joven suizo chileno Alexei Jaccard, miembro del Partido Comunista de este país. En ese momento, y ante los reclamos de la Embajada suiza por este secuestro, el general Edmundo Ojeda, jefe de la Policía Federal, afirmó: “el hotel Bristol es un nido de montoneros y simpatizantes del MIR chileno”.

Lalo recuerda que cuando su madre fue a preguntar si sabían algo de Ernesto, el gerente del hotel la atendió despectivamente, y por poco la expulsa del lugar. Carmen salió llorando. No entendía lo que estaba pasando. Mientras tanto ella todos los jueves daba vueltas y más vueltas a la plaza. Y en su mente estaba siempre Ernesto, feliz, jugando en su Melón natal. Su pequeño Ernesto aparecía en sus recuerdos, lleno de alegría. Y Carmen seguía dando vueltas y más vueltas, junto a todas las madres, junto a todas las esperanzas.

Lois Perez Leira

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