Biografía|Francisco Luis Bernárdez un argentino ourensano

El propio Bernárdez nos cuenta sus años juveniles: “ Cruce seis veces el Atlántico. Viví cuatro años en España y Portugal. Fui uno de los últimos directores de Proa y uno de los más afónicos fundadores de la Revista Oral”.

Lois Pérez Leira - loisperezleira@hotmail.com

Publicado: 28 ene 2025 - 09:15

Francisco Luis Bernárdez un argentino ourensano
Francisco Luis Bernárdez un argentino ourensano

Francisco Luis Bernárdez nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1900. Sus padres eran de Dacón una aldea cercana a Carballino. Siendo aun un niño la familia Bernárdez se traslada a Ourense, donde Francisco Luis pasa una larga temporada. Es allí donde se familiariza con el idioma de sus padres y se vincula sentimentalmente con la tierra de sus atempasados.

El propio Bernárdez nos cuenta sus años juveniles: “ Cruce seis veces el Atlántico. Viví cuatro años en España y Portugal. Fui uno de los últimos directores de Proa y uno de los más afónicos fundadores de la Revista Oral”.

La escritora María Raquel Llangostera en una semblanza realizada a Bernárdez, en la revista Capitulo: Historia de la literatura Argentina señala: “Hay en su poesía ese aire nostálgico que le viene del pasado, de sus mayores, de la Galicia vivida en la adolescencia y de ese terruño que se le “escapa” como si no le perteneciera, como sí fuera de otros”.

A principios de los años veinte Bernárdez se instala en Galicia donde comienza su labor como escritor, es allí donde surgen sus primeros libros Orto (1922), Bogar (1922), Kindergarten (1923) y Alcántara. En Vigo se destaca como redactor del Pueblo Gallego. Fueron famosas las polémicas periodísticas con el escritor también Argentino-gallego Amado Villar. Ambos escritores disimulaban diariamente una dura polémica que apasionaba a los lectores de Vigo. Amado Villar por aquellos años trabajaba en el Faro de Vigo, donde dirigía las paginas literarias. Lo que no sabían aquellos ingenuos lectores. Que tanto Bernárdez como Amado Villar compartían habitación de pensión y en la misma mesa de trabajo planificaban los tan famosos artículos de opinión. Era años juveniles y ambos amigos se divertían provocando al debate entre sus seguidores de la prensa escrita.

Durante su residencia en Galicia (1922-1925) pasa largas temporadas en Madrid donde frecuenta la tertulia literaria del Café Maxim, donde la figura estelar era do Ramón de Vallen Inclán.

“Llegando yo a Vigo poco tiempo antes de emprender el regreso a Buenos Aires, y enterado de que Don Ramón se hallaba con su familia en la Puebla del Caramiñal, resolví pasar un par de días en la pintoresca y no muy distante villa de la ría arosana, no solo para despedirme de mi maestro y amigo, sino también, y acaso principalmente, para contemplar mi visión de un hombre apenas entrevisto hasta entonces fuera de su admirable obra”.

Su paso por España, fue desde todos los aspectos un hecho trascendente, tanto desde el punto de vista humano como creativo. Durante sus primeros viajes participo activamente de las vanguardias de su tiempo, formando parte del Ultraísmo, corriente literaria muy de boga por aquellos años.

También mantuvo una estrecha relación con el poeta Ramón Cabanillas: “Fue hacia 1922 cuando yo lo conocí. Trabajaba Cabanillas en el Hotel-balneario de Mondariz; de cuyos propietarios, los hermanos Peinador, era admiradisimo; y yo, ocasionalmente en Vigo, hacía de redactor en El Pueblo Gallego. El poeta bajaba a menudo a la ciudad, y allí nos veíamos, formando tertulia con Amado Villar, el pintor Maside, Rafael Dieste, Amado Carballo, Roberto Blanco Torres y otros camaradas de aquellos inolvidables días”.

Entre los amigos de Bernárdez en Galicia también podemos destacar a Luis Pimentel. Para él tendrá también un emotivo recuerdo: “ Su verdadero destino poético empezó a cumplirse el día en que, abandonando el uso de una lengua recibida como don cultural magnifico pero extraño, se abrazó con alma y vida al idioma que le corría por las venas, a ese maravilloso verbo que después de haber florecido como ninguno de la Península en la inigualada poesía de Martín Códax, de Bernal de Bonaval, de Mendiño, de Arias Nunes, de Fernández Torneol y de tantos otros huéspedes eternos de los cancioneros portugalaicos, se refugio durante cuatro largos siglos en el oscuro corazón de un pueblo lleno de fe, para resurgir finalmente en los labios de Rosalía de Castro, en los ojos de Eduardo Pondal, en los puños de Curros Enríquez.”

Su paso por Galicia en plena juventud, su estrecha amistad con la intelectualidad gallega, lo fueron vinculando con el pensamiento galeguista, convirtiéndose en un férreo defensor de nuestro idioma. Seguramente la amistad con Castelao, hará que su relación con el galleguismo no sea tan solo sentimental, sino también intelectual y político.

“Tan dentro de mi corazón y tan ligado a las cosas y a los seres de mi sangre está el nombre de Rosalía, que no puedo escribirlo ni pronunciarlo sin sentir conmovido y removido hasta el fondo el mundo confuso y lejano de los recuerdos familiares”

En 1925 recibió el Tercer Premio del concurso literario de la Municipalidad de Buenos Aires, funda por esos años una revista de corta existencia, Libra, en colaboración con el escritor argentino Leopoldo Marechal. Francisco Luis Bernárdez estaba enrolado en la corriente del Ultraísmo, por dicho motivo formo parte del histórico grupo de “Florida” donde participaban figuras de la proyección de Jorge Luis Borges, Ricardo Guiraldes, Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Ricardo Molinari, Raúl Escalabrini Ortiz, Macedonio Fernández, Ulisis Petit de Murat, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñon y Córdoba Inturburu entre otros. El más importante grupo literario argentino de todos los tiempos tenían como medio propio de expresión la revista literaria Martín Fierro, donde colaboro Bernárdez. En uno de los tantos artículos, estuvo destinado a su amigo Castelao, con motivo de la edición de un libro de este.

En su juventud se relaciona en Buenos Aires, con el grupo de Cursos de Cultura Católica. Bernárdez participo de la Peña católica “Convivió” a la que asistían intelectuales y artistas de pensamiento cristiano. Escribe en la revista Criterio y colabora en el conservador periódico La Nación.

A partir de 1930 entra en una etapa pesimista, debido a una enfermedad que lo postra durante un largo tiempo. En 1935 edita el Buque, extenso poema de carácter intimista. En la ciudad de Córdoba conoce a Laura, musa inspiradora de sus versos quien se convierte en su mujer. Para Paco como le llamaban sus amigos más íntimos comienza una de las etapas más fructíferas. Durante aquellos años edita: Cielo de tierra (1937). La ciudad sin Laura (1938). Poemas elementales (1942). Poemas de carne y hueso y El Ruiseñor (1945). Las Estrellas (1947). El ángel de la guarda (1949), El Arca (1953). Poemas de cada día (1963). En prosa: La copa de agua, La flor. Realizó traducciones: Florilegio del cancionero Vaticano (1952), Himnos del breviario Romano.

En relación a la temática galega publico Discurso encol do Idioma Galego publicado en 1953 por Ediciones Galicia de Buenos aires. En 1954 edito un articulo en la revista Criterio con él titulo de El Idioma Prohibido. El mismo tubo con gran repercusión, tanto en la colectividad gallega, como también entre la intelectualidad argentina. Fue un alegato en defensa de nuestro idioma y una autentica exaltación de nuestra cultura. Entre las partes más destacadas decía: “ Nadie que conozca medianamente la historia de la cultura hispánica puede ignorar lo mucho que ésta debe al noble y esforzado pueblo gallego. Desde su rincón del noroeste ibérico, allí donde las indómitas olas cantabricas hallan espacio a su furia en la inmensidad del Mar Tenebroso, los celtas peninsulares (hermanos de los que en Irlanda, en el país de Gales y en el Finisterre francés siguen representando a una de las razas más antiguas del mundo) contribuyeron decisivamente al desarrollo espiritual de la gran familia que España, Portugal y medio continente americano constituyen.

Infinita sería la lista de nombres y de obras que respaldan semejante aserción. Reduciendo la copiosa nómina a sus términos fundamentales, podría recordarse, por ejemplo que Paulo Orosio (uno de los padres de la historia universal) y el papa San Dámaso, epigrafista ilustre, fueron naturales de Galicia, y que en el mismo solar vieron la luz hombres como Fray Benito Jerónimo Feijóo y como Fray Martín Sarmiento, por no citar varones de la talla del medico y filosofo Francisco Sánchez, del cronista Sarmiento de Gamboa, del poeta Trillo y Figueroa, del humanista Fray Jerónimo Bernárdez y del genial escultor Mateo, artista este último que siglos antes, legó al mundo esa pétrea maravilla conocida con el nombre de Portigo de la Gloria, cifra y flor de la catedral compostelana y de todo el arte español de su época. Pero, con ser grandes, no fueron estos altos seres los que encarnaron de modo culminante el gernio de su país. Para descubrir los supremos representantes del alma galaica es preciso internarse por la densa y profunda floresta de los Cancioneros primitivos (el de la Vaticana, el de Ajuda, el de Colocci-Brancutti), donde como las de Martín Codax, Mendiño, Pero da Ponte, Bolseyro, Gómez Chariño, Ayras Numes y Lópes de Ulloa dieron fe con sus trovas de un sentimiento que ha de mirarse como el auspicioso amanecer de la lírica peninsular.

En el dulce y recio idioma de Galicia llegaron hasta las épicas tierras de la España medieval la luz y el aroma de la mejor poesía de Provenza y de Italia, y en el recio y dulce idioma de Galicia (considerado durante siglos como lengua consubstancial de la mayor maestría lírica) se extendieron a lo largo y a lo ancho de la Península, penetraron en sus castillos y en sus alcázares, y subiendo hasta los regios solios, hallaron en la augusta pluma que redactó las sagradas “Cantigas” alfonsinas el instrumento de su más alta perfección. Centurias más tarde, el viejo lenguaje cobró nueva dignidad en las obras de una legión de creadores que Rosalia Castro, Eduardo Pondal y Manuel Curros Enríquez encabezaron de modo memorable, y que, creciendo sin cesar hasta el presente, cuenta hoy con personalidades tan sólidas como la del poeta Ramón Cabanillas y la del ensayista Ramón Otero Pedrayo, firmes pilares de una fe galleguista cuyo más ardiente apóstol fue hasta hace muy pocos años el gran dibujante y escritor Alfonso Rodríguez Castelao...” Después de esta excepcional introducción a la rica historia cultural de Galicia Bernárdez con afilada pluma denuncia al régimen franquista: “ Cuando se piensa en todo lo antedicho, y cuando se añade a los ilustres nombres precintados los no menos insignes de Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Nicomedes Pastor Díaz, Ramón del Valle Inclán, Julio Camba y tantos otros gallegos que en su lengua natal o en la de Castilla enriquecieron incalculablemente, de acervo cultural de España, resulta verdaderamente inexplicable, de puro absurdo, que el gobierno del general Franco, es decir, de un hijo de Galicia, persiga de manera tan implacable al pueblo de las cuatro provincias del noroeste hispánico en lo que él tiene de más espiritual, o sea en su idioma. Porque la triste realidad es que cada vez son mayores las trabas puestas por el régimen franquista al libre cultivo de la lengua de Rosalía, y que a la hora actual no se permite en el suelo galaico el uso de ella sino en escala estrictamente doméstica. Quiere esto decir que, si está más o menos tolerado el empleo del gallego hablado, hay obstáculos prácticamente para la franca difusión del gallego escrito”. “ Desde los albores del imperialismo fernandisabelino hasta poco antes del crepúsculo colonial de la España borbónica, la voz de Galicia vivió refugiada, efectivamente, en el corazón y en los labios del pueblo, para ser devuelta, hacia las últimas décadas decimonónicas, a las plumas de quienes reanudaron brillantemente una tradición literaria interrumpida durante cuatrocientos años.” Bernárdez concluye el contundente articulo señalando: “ Por obra de un poder político que no se cansa de invocar el valor de la cultura de Occidente, uno de los idiomas más hermosos y más antiguos del extremo meridional de Europa sufre incomprensible persecución. Pero de muy poco valdrá ella, sin duda. Porque lo que ha resistido durante cuatro largos siglos el encono y la sensibilidad de la fuerza cesarista más pugnaz que la Península conoció, bien podrá sobreponerse ahora a la hipócrita saña de un régimen cuya subsistencia en el cuadro de las potencias occidentales no depende precisamente de la voluntad de quien le da nombre. Como todo lenguaje, el de Galicia es un ser vivo y palpitante que, a la larga, ha de triunfar inequívocamente. Porque el pueblo (inexpugnable baluarte de toda tradición genuina) lo guarda amorosamente en lo más puro de su seno inmortal, para que allí aliente con su vigor de siempre hasta el día en que sea posible entregarlo de nuevo a quienes lo fijaran en obras dignas de continuar una línea literaria y artística que empezó hace casi un milenio. De todos modos, no está de más señalar aquí nuestro repudio a algo que constituye un agravio a cuantos integramos la familia cultural hispanoamericana, deudora en buena medida del grande y noble espíritu gallego.”

También publico en idioma galego: Lembranzas de Castelao, Pimentel, Cabanillas, Rosalia, y Florilegio del Cancionero de Vaticana. Todas estas semblanzas están recogidas en su libro Mundo de las Españas editada por Losada en 1967. Fue también miembro de la Academia Argentina de Letras y en 1944 recibió el Premio Nacional de poesía.

Francisco Luis Bernárdez fallecía en la Argentina en 1978. Con su muerte se iba un de los más importantes intelectuales galego –argentino. Galicia le debe un eterno reconocimiento por la defensa apasionada que hizo de su cultura, su historia y su lengua.

Lois Pérez Leira

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