Florencio Delgado Gurriarán, el poeta y galleguista del exilio mexicano
Biografías
Florencio Manuel Delgado Gurriarán nació el 27 de agosto de 1903 en Córgomo, una localidad de Vilamartín de Valdeorras (Ourense), Galicia. Su infancia estuvo marcada por los constantes traslados de su familia debido a la profesión de su padre, aunque siempre mantuvo un profundo arraigo emocional con Valdeorras. Tras completar sus estudios superiores, se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid en 1930. A su regreso a Galicia, se involucró activamente en el movimiento galleguista, defendiendo la cultura y la lengua de su tierra natal. Su compromiso político lo llevó a ocupar el cargo de alcalde en su propio municipio, Vilamartín de Valdeorras.
El estallido de la Guerra Civil Española en 1936 truncó su carrera y vida en España. Dada su militancia republicana y su firme posición galleguista, tuvo que huir para salvar su vida, iniciando así el doloroso camino del exilio. Tras una compleja travesía, Delgado Gurriarán llegó a México en 1939 a bordo del barco Ipanema, uniéndose a la vasta diáspora de intelectuales y políticos españoles.
Una vez en México, se enfrentó a la necesidad de reconstruir su vida desde cero. Desempeñó una variedad de trabajos, desde agente de laboratorios y comercial de aceite hasta asesor agrícola, mostrando una gran resiliencia. Sin embargo, su verdadera vocación cultural y política nunca decayó. Se convirtió en una figura indispensable dentro de la comunidad gallega exiliada, fungiendo como un puente entre la diáspora y la cultura que habían dejado atrás. Fue cofundador de la revista Vieiros, una publicación clave que se erigió como un faro de la identidad gallega y del pensamiento galleguista durante los años de la dictadura franquista en España.
Su obra poética refleja esta trayectoria vital. Sus primeras composiciones, recogidas en Bebedeira (1934), muestran un estilo más lúdico y vanguardista. No obstante, la experiencia del exilio transformó su lírica. En obras como Cantarenas (1956), Galicia infinda (1963) y Valdeorras (1978), el tono se vuelve melancólico, dominado por el sentimiento de desarraigo, la nostalgia por su comarca natal y el compromiso social con la causa republicana. Su poesía se convirtió en un acto de resistencia, manteniendo viva la lengua gallega y la esperanza de una Galicia libre.
Florencio Delgado Gurriarán residió en México la mayor parte de su vida en el exilio, casándose con Celia Teijeiro, hija de emigrantes gallegos. Posteriormente se trasladó a Estados Unidos para estar cerca de sus hijos, donde finalmente falleció el 14 de mayo de 1987. Su legado fue reconocido oficialmente en 2022 cuando la Real Academia Galega le dedicó el Día das Letras Galegas, consolidando su lugar como una de las voces más importantes de la literatura gallega de la diáspora.
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