Adiós multitudinario a Franciscus, un papa humilde y cercano a su rebaño

El féretro sale de la Basílica de San Pedro del Vaticano, portado por diez sediarios pontificios, un antiguo cuerpo protocolario formado por laicos romanos. Será enterrado en Santa María la Mayor, cumpliendo fielmente sus deseos de sencillez y humildad.

Su tumba lleva únicamente la inscripción "Franciscus" junto a una reproducción de su cruz pectoral, tal como él mismo especificó en su testamento. Se encuentra ubicada en un nicho discreto dentro de la Basílica de Santa María la Mayor, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, cerca del Altar de San Francisco.

Doce años un mes y ocho días. Esta ha sido la duración del pontificado de Francisco. En su féretro han colocado monedas de oro, de plata y de bronce, por cada año, cada mes y cada día de pontificado.

"Miserando atque eligendo" ("Lo miró con misericordia y lo eligió"), es el lema escogido por el papa Francisco para el escudo papal, en el que ha integrado el emblema de la Compañía de Jesús, a la que pertenece, sobre un sol radiante, y que fue presentado esta mañana por el Vaticano.

Pronto aparece una imagen imponente, sobrecogedora, de los cardenales escoltando el féretro.

Un enorme dispositivo de seguridad ocupa el Vaticano. Hasta 4.000 agentes, bazucas antidrones, una amplia zona de exclusión aérea, aviones de combate y hasta un buque destructor en el mar Tirreno supervisan la ceremonia.

Hoy Roma no es solo el centro del cristianismo, sino también el centro del poder político mundial. Más de cincuenta jefes de estado y ciento cincuenta mil personas se concentran hoy en la plaza de San Pedro.

La guardia suiza vaticana, con sus uniformes, realizan una coreografía organizada. Los sediarios depositan el féretro en el centro de la plaza, sobre el suelo, como había ordenado Francisco. Representantes de los países y monarquías se colocan a su derecha.

Un cielo radiante y azul se cierne sobre Roma. Los fieles se abanican y muchos de los curas, vestidos según su rango, portan gafas de sol. Los más de 250 cardenales son los últimos en situarse. Todas las monarquías y representantes de los países presentan sus mejores galas y uniformes. También están presentes grandes líderes de otras religiones. Portan en sus manos un libro que les permite seguir la ceremonia.

La colocación sigue el orden alfabético en francés a la hora de asignar los puestos y los reyes de España se encuentran situados entre el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, y el estonio Alar Karis, mientras que a continuación se encuentran Donald Trump y su esposa Melania.

En medio de intensos contactos de Washington con Kiev y Moscú para buscar una salida negociada a la guerra en Ucrania, los presidentes Trump y Zelenski se reúnen en Roma antes del funeral del papa Francisco.

"Minicumbre" improvisada entre Trump y Zelenski

Poco antes, Trump y Zelenski se entrevistaban durante 15 minutos sobre los mármoles de un lateral de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Un momento histórico esperado despues de las tensiones de las últimas semanas en las que Trump y Putin aproximaron posturas para llegar a un acuerdo de paz. Es la primera vez que ambos mandatarios se encuentran desde la tensa reunión mantenida el 28 de febrero en la Casa Blanca.

Esto sucede minutos antes de que ambos mandatarios asistan a la ceremonia del funeral del papa Francisco, donde se les ha podido ver en primera línea. Si bien estaban distanciados, en el momento de darse la paz no se ha visto ningún apretón de manos entre ambos líderes.

Minutos antes de empezar la ceremonia, que reúne a medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno y a diez reyes, el monarca español y Donald Trump se han saludado. Los reyes de España llegaron poco antes de las diez de la mañana a la plaza de San Pedro del Vaticano tras rendir tributo al papa frente a su féretro en la Basílica de San Pedro y han ocupado sus lugares junto al resto de los dignatarios. Cerca, se encuentran también el presidente francés Emmanuele Macron y su mujer.

Hace apenas unos minutos el presidente de EEUU, Donald Trump, se daba la mano con el rey Felipe VI. El mandatario estadounidense viste de azul. La reina Leticia asiste de riguroso luto con velo negro. El broche elegido es un broche de alfiler, en formato cirular con engaste de diamante, que en su día perteneció a la reina Sofía. Tal vez una forma de tenerla presente en la ceremonia.

El féretro mira al pueblo. El rojo es el color del luto papal, en referencia a los mártires de la Iglesia y la entrega de la vida por el Evangelio. Muchos asistentes laicos también visten de luto. Las mujeres portan una mantilla negra. Desde la primera foto tras su muerte el fuego acompaña al cuerpo de Francisco, símbolo de la vida eterna y la resurrección.

Se escuchan gaviotas, chillidos que las campanas no consiguen apagar. Las 150 delegaciones de países toman su sitio.

Encima del féretro colocan un libro abierto. El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, preside el funeral del papa y aunque debería presidir el cónclave no podrá, por tener más de 80 años.

Comienza la misa de exequias en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Rojo y blanco por un lado, y negro por otro, son los colores que tiñen la plaza. Los cardenales son "curas que huelen a oveja", en palabras de Francisco, curas buscados personalmente por el papa Francisco. Esto puede marcar el cónclave y el tipo de papa que le suceda.

Canta el coro personal del papa, los cantores de la Capilla Sixtina, formado por 20 cantantes adultos estables y 35 niños, los Pueri Cantores. Es el coro más antiguo del mundo, con más de 1.500 años de historia. Se escuchan cantos gregorianos y, por tanto, en latín.

“Oh Dios, eterno pastor de almas, vuelve tu mirada al pueblo que te suplica y concede a tu siervo, el papa Francisco, que ha presidido tu Iglesia en la caridad, compartir con el rebaño que le ha sido confiado la recompensa prometida a los fieles ministros del Evangelio”, comienza el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re.

El decano agradece la presencia de los jefes de Estado, "los jefes de Gobierno que han venido a expresar nuestro cariño al papa que nos acaba de dejar" y celebra el "infinito amor del papa, que afectaba a nuestras mentes y corazones".

"Fue un papa entre la gente, con el corazón abierto a todo el mundo y muy atento a las novedades que se sucedían en la sociedad (...) e intentó siempre, gracias a la sabiduría del Evangelio, iluminar los desafíos y cambios de una época, con una forma natural, llena de calor humano y sensible a los problemas cotidianos, con la que dirigirse incluso a aquellos que no pertenecían a la Iglesia", dice.

"El hilo conductor de su pontificado fue la idea de que la Iglesia es una casa para todos, cuyas puertas siempre están abiertas", sentencia el decano.

Y recuerda a los inmigrantes y a los pobres, por los que el papa se preocupó especialmente.

El agua bendita vertida sobre el féretro recuerda el bautismo y la purificación, evocando la esperanza de la resurrección y la vida eterna. El incienso esparcido por el patriarca de la Iglesia Griega, por otro lado, representa las oraciones que se elevan a Dios, honra al difunto y purifica el ambiente.

Comienza la última oración por el papa Francisco. El cortejo fúnebre es acompañado por repiques de campanas en su traslado hasta Santa María la Mayor. Un recorrido de seis kilómetros que pasa por delante de la Plaza Venezia y el Coliseo en el que el féretro es trasladado en un vehículo escoltado por dos motos de la policía.

A las 13.00 horas el féretro llega a Santa María la Mayor. A pesar de que se había previsto la completa privacidad del entierro, se pueden observar imágenes del coro cantando en el interior de la iglesia y del Salus Populi Romani, un icono bizantino que representa a la Virgen y al niño, llegado a Roma en el año 590 d.C. Los restos del pontífice reposan en una capilla lateral de la nave de Santa María la Mayor. A partir de mañana la sepultura estará abierta a los visitantes.