El trauma tras la fiesta: “Mi hijo no volvió a salir de noche tras la agresión”

JUICIO EN OURENSE

Un joven está acusado de un botellazo y amenazar de muerte a otro. El esvanecimiento de un testigo obligó a la jueza del Penal 2 a señalar una segunda fecha para concluir la vista pública

Hugo V.R., en el Penal 2.
Hugo V.R., en el Penal 2. | M. S.

La bienvenida al año 2024 en O Barco de Valdeorras comenzó con mal pie para dos jóvenes: uno acabó en Urgencias y otro con una causa judicial que le puede llevar a prisión a raíz de las peticiones de pena de la Fiscalía y la Acusación Particular.

Si para la víctima supuso heridas y meses de miedo, para el acusado, Hugo V.R., marcó el inicio de un proceso judicial que desembocó en el Juzgado de lo Penal 2 de Ourense. Sin embargo, la vista oral, con alumnos de primero de Bachillerato del Blanco Amor en el público, no pudo concluir: el desvanecimiento de un testigo clave, que se desplomó ante el micrófono por una subida de tensión, obligó después a suspender la sesión cuando los forenses optaron por trasladarlo al hospital para una valoración.

Los hechos se remontan a la fiesta de Año Nuevo de 2024, en una villa con mucha gente, incluso de otras poblaciones, en las calles del ocio nocturno. Eran las 05:30 de la madrugada en el pub Opium de la villa barquense cuando la noche de J.M. terminó abruptamente. Según relató la víctima, todo comenzó en el interior del local en el transcurso de una riña tumultuaria en la que Hugo V.R. -un joven con antecedentes por amenazas y maltrato- intervino. J.M. recibió un primer puñetazo dentro del establecimiento y acabó en el suelo. Después, la disputa se trasladó a la vía pública.

Los testimonios sobre este primer incidente fueron imprecisos. Los testigos alegaron que la visibilidad era muy reducida debido a los juegos de luces LED del establecimiento, lo que hizo imposible acreditar con certeza la mecánica de ese primer enfrentamiento.

Aunque el acusado niega los hechos, el denunciante sostiene que la violencia escaló de gravedad en la calle. En un escenario caótico, donde testigos describen la formación de varios conatos de pelea, Hugo habría atacado a J.M. con contundencia: primero con un vaso en la cabeza y, acto seguido, estrellándole una botella de cerveza en la boca. El saldo físico fue una herida abierta en el labio que requirió sutura, un fuerte traumatismo en la sien y una cicatriz permanente.

El terror no cesó con la agresión física. Dos horas después, el teléfono de la víctima comenzó a sonar. En la sala de vistas se reprodujeron ayer las grabaciones de esas llamadas, donde se escucha al acusado proferir amenazas directas: ¿Quieres que vaya y te reviente la cabeza?” o “te mato a ti y a tu puto hermano”. La más estremecedora resonó con claridad en el juzgado: “Cojo y te quemo vivo dentro del coche”.

El impacto de aquella madrugada trasciende lo físico. Durante su declaración, la madre de la víctima puso voz a la cicatriz invisible que arrastra su hijo. Aseguró que, desde aquel 1 de enero, el joven ha dejado de salir de noche, preso del miedo. “Solo salió dos o tres veces, pero siempre acompañado”, relató, apuntando, además, que “Hugo o sus intermediarios los amenazaron con represalias si no retiraban la denuncia”.

En el plano procesal, el acusado se enfrenta a una petición de tres años de prisión por parte de la fiscal. Sin embargo, la acusación particular endurecerá su postura: su abogada confirmó que modificará el escrito de conclusiones para elevar la petición final a cinco años.

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