O Bolo, un colegio con futuro

RURAL VALDEORRÉS

El rural valdeorrés no escapa de la despoblación, que también tiene sus pros, como demuestra el colegio bolés, que quiere mostrar las ventajas con proyectos innovadores o su apoyo a la reforestación del monte quemado.

Espacio destinado a la lectura, habilitado en el hall del colegio de O Bolo.
Espacio destinado a la lectura, habilitado en el hall del colegio de O Bolo. | J. C.

La despoblación castiga a un rural que se niega a desaparecer. Un ejemplo lo ofrece O Bolo, un concello que, revisando los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a principios de siglo tenía 1.432 habitantes y cuya población se redujo a 792 el año pasado. Esta circunstancia es bien conocida en el colegio público, centro educativo en el que allá por la década de 1980 reunió a casi 300 alumnos y en el que este curso sólo asisten a clase 11, de los cuales 1 pertenece a Infantil y los 10 restantes a Primaria.

El reducido número de alumnos no amilana a un equipo docente formado por dos profesores, a los que se le añaden otros tres itinerantes, llegados desde O Barco y Viana. Lo dejó claro su director al resumir las iniciativas que, con apoyo del Concello bolés, desarrollará para dar visibilidad al centro.

Ser pocos en clase tiene muchas ventajas, comentó José Luis Fernández, quien resaltó que “as clases son máis individualizadas”. También resaltó que trabajar en el rural permite una mayor “cercanía e trato directo coas familias e institucións”. En este sentido, apunta que no resulta extraño encontrarse en el recinto educativo con el alcalde, Miguel Angel García.

Los atractivos de la educación en el rural serán mostrados en una campaña que podrá seguirse en las redes sociales. “Se trata de plasmar o que fan os nenos nun vídeo”, comentó el director. Iniciativa en la que se prestará una especial atención a los incendios forestales del mes de agosto que dañaron unos montes valdeorreses a cuya recuperación pretenden aportar su granito de arena los alumnos del centro.

Los estudiantes trabajarán en un semillero de especies autóctonas que, llegado el tiempo de la siembra, ellos mismos se ocuparán de plantar en el monte, además de acercar alimentos para captar una fauna silvestre que fue abandonando la zona con el avance de las llamas.

Innovación

Las actividades relacionadas con el entorno no son el único atractivo de un centro que apuesta por las nuevas tecnologías, un campo en el que cuenta con el apoyo de la Consellería de Educación, Ciencia, Universidades e Formación Profesional y el “Plan Proxecta+”. La elaboración de vídeos e imágenes suponen un aliciente para unos jóvenes alumnos que “acollen con moitas gañas calquera iniciativa”, según indicó José Luis Fernández.

Son ellos, los escolares, quienes reutilizaron buena parte de las zonas del centro educativo que vació la fuga de habitantes, un edificio que dispone de ocho aulas y cuyos usuarios únicamente utilizan media docena de ellas. Esta circunstancia concentró la actividad educativa en la planta baja, siendo reconvertida la superior en pequeños “museos” de muy distintas materias, desde películas hasta instrumentos tradicionales o de cine. A su vez, la recepción fue amueblada para ser usada como punto de lectura, demostrando con todo ello que el rural de O Bolo también está listo para afrontar los nuevos tiempos.

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