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Cortegada se perfila como un destino único, definido por su riqueza termal. Este enclave no sólo destaca por su patrimonio histórico, que va desde petroglifos hasta el escudo de armas más grande de Galicia, sino también por su histórica tradición balnearia. Esta herencia termal de Cortegadase manifiesta en los vestigios de antiguas casas de huéspedes y el emblemático edificio del viejo balneario, cuya imagen reflejada en las aguas del embalse de Frieira se ha convertido en un icono.
El legado arqueológico de Cortegada es testimonio de una presencia humana que se remonta al paleolítico. Vestigios que subrayan la riqueza histórica y cultural que caracteriza a la comarca.
Una red de miradores que ofrecen impresionantes vistas del río desde su pasarela de madera o la aldea abandonada de A Barca, expropiada para la creación del embalse de Frieira y ahora propiedad municipal, que se convierten en puntos de interés que hacen de Cortegada un lugar fascinante para explorar por parte del visitante.
Uno de los emblemas más destacados del municipio de Cortegada. La localidad es reconocida como una de las primeras poblaciones en contar con una casa de baños funcional, con una tradición termal que se remonta al siglo XV. En 1816, el rey Fernando VII ya había reconocido la casa de baños de Cortegada, que pronto se convirtió en un punto de encuentro y relajación para las élites del reino. Inicialmente, las instalaciones termales consistían en simples pilones a la orilla del río, pero en 1847 se comenzaron a instalar estructuras de madera desmontables para hacer frente a las crecidas del Miño.
Para principios del siglo XIX, Cortegada ya contaba con una estructura termal consolidada. El balneario modernista que observamos hoy fue construido en 1937, en plena Guerra Civil española. Este se erigió como símbolo de la persistencia y la importancia histórica del termalismo en Cortegada. La construcción del embalse de Frieira en 1970 marcó el fin de la época dorada del termalismo. Tras una reforma integral en 2019, en la actualidad se ha transformado en un museo termal y restaurante.
Es un destacado templo barroco de planta de cruz latina del siglo XVII. El cementerio del santuario se extiende por el atrio que rodea la iglesia, con una parte nueva situada a un nivel inferior en el lateral izquierdo, lo que crea un ambiente solemne y contemplativo. El tamaño imponente de la iglesia en un pueblo tan pequeño es notable, destacando su relevancia tanto espiritual como arquitectónica.
En la parte trasera del santuario se encuentra el “Humilladoiro” del siglo XVI, que alberga un cruceiro en su interior. Este templete barroco ha sido tradicionalmente utilizado para dejar exvotos y ofrendas, reflejando la devoción y las esperanzas de los peregrinos que visitan el santuario. La arquitectura barroca del santuario, junto con su rica historia y tradiciones hacen de San Bieito de Rabiño un lugar de gran importancia.
Situado cerca del balneario, Coto da Pena ofrece una impresionante vista del tramo medio del río Miño. La experiencia se ve realzada por una pasarela de madera que facilita el acceso y añade un toque pintoresco al recorrido. Desde el mirador hay una pequeña área recreativa donde se puede descansar y disfrutar de un momento de tranquilidad. Otro mirador que no se puede perder en Cortegada es el Mirador de A Bouza.
Situado en el camino hacia el núcleo urbano y antes de llegar a la gasolinera, este mirador ofrece unas vistas impresionantes del río Miño y de los recursos naturales de los ayuntamientos cercanos, como el Alto de Guillade y Filgueira. Los paisajes desde este punto son realmente destacables, proporcionando una perspectiva panorámica que captura la belleza natural del lugar. Ambos miradores resaltan la belleza paisajística.
Entre las estrechas y empinadas calles de Meréns se encuentra esta casa solariega del siglo XVIII también conocida como Pazo de los Condes de Meréns, Palacio Puga o Pazo dos Sarmiento entre otros.
Esta residencia, hogar de doña Agustina de Puga y Araujo y su esposo, el segundo Conde Pedro de Cisneros de Castro y Ulloa, destaca por su historia y cultura, aunque su característica más singular es el escudo heráldico más grande de Galicia, con 18 cuarteles y una corona condal, representando apellidos ilustres como Araujo, Feijoo y Sarmiento. Además, en una de sus entradas hay otro escudo de la familia Araujo y, frente a la casa, un peto de ánimas o almiñas que conserva su policromía, añadiendo encanto histórico al lugar.
La villa termal de Cortegada no solo es conocida por sus aguas medicinales, sino también por su rica gastronomía. La cocina tradicional y popular de Cortegada se elabora con productos frescos de los ríos y campos locales, manteniendo la esencia culinaria que ha sido transmitida de generación en generación. Entre los platos destacados se encuentran la carne de jabalí, el conejo con arroz y las truchas provenientes de los ríos Arnoia, Deva y Miño. Cortegada es famosa por su ruta de tapas, donde los establecimientos locales destacan con elaborados pinchos. Otro manjar famoso es el porco celta, y los amantes del vino no pueden dejar de probar el ribeiro, una de las denominaciones de origen más prestigiosas de Galicia, con una tradición vinícola que se remonta a la segunda mitad del siglo II a.C. Estos manjares acompañados con el vino del Ribeiro, crean una experiencia culinaria que refleja la riqueza y la tradición de este remanso de salud y naturaleza.
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