Opinión

El amigo americano

El viaje promocional por los Estados Unidos es un clásico que se repite de tiempo en tiempo y al que no ha podido sustraerse el presidente Pedro Sánchez que lo está protagonizando probablemente con muy buenos resultados. Las presencias de jefes de gobierno español en los Estados Unidos se han movido en los terrenos de la polémica y no han conseguido normalizarse desde aquella estupidez cometida por Zapatero que se estrenó como jefe del Ejecutivo español permaneciendo sentado junto a su ministro de defensa –a la sazón Pepe Bono- al paso de la bandera de la barra y las estrellas participante en el desfile de la Fuerzas Armadas de la Castellana. Aquel desplante incomprensible que ambos políticos españoles escenificaron para protestar por la guerra de Irán, significó un antes y un después en nuestras relaciones con el amigo americano, y lo que vino más tarde estuvo siempre en funciones de este primer tropiezo.

Pero sobre todo, forzó la posición diplomática española obligando a los presidente venideros a tratar desesperadamente por arrancar una instantánea compartiendo confidencias con su colega del Despacho Oval hasta rozar e incluso superar el ridículo. Aznar lo hizo en aquella reunión informal con Bush poniendo los pies sobre la mesa e imitando el acento gangoso de un vaquero sin saber una palabra de inglés, Zapatero buscó con ahínco un vis a vis con Obama, pero no lo consiguió a pesar de asistir para ello a un protocolario desayuno místico religioso compartido en la Casa Blanca (Desayuno Nacional de Oración se llamaba) en el que cada uno de los presentes leía un versículo de la Biblia. Creo recordar que el presidente español forzó un nuevo encuentro en la ópera, y finalmente se llevó la recompensa de una foto familiar con Barack y Michele en un descanso de la función. Sánchez ha vuelto a bordear el ridículo con Biden, y hay quien dice que el tratamiento que Iván Redondo decidió otorgar a este sainete ha sido la gota que ha colmado el vaso y le ha costado el puesto. El presidente no ha ido a Washington sino a Nueva York a buscar inversores. Seguro que le va bien y que convence a unos cuantos. Juega con la ventaja de que no lo conocen como presidente. Y guapo y con buena planta sí que es.

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