Afilando tu inconformismo con Manuel G. de Buciños: “La escultura tiene que hablar, decir lo que está haciendo y quién la hizo”
ESCULTOR
El escultor Manuel García de Buciños afila su inconformismo con La Región: "Tengo muchos premios, estoy agradecido y los valoro. Pero lo que me daba mucha más fuerza para seguir trabajando era que una persona llegara al estudio y me dijese que quería comprarme algo y que no tenía dinero, que lo pagaría a plazos"
Manuel García de Buciños (Buciños, Lugo, 1938) necesita pocas presentaciones. Este escultor que llegó a Ourense con nueve años se ha ganado un puesto honorífico en la historia del arte de este país. Sus obras hablan por él, llevan su sello inconfundible, lo que no siempre es fácil. “Yo intenté hacer una cosa con personalidad, con la mía. Busco siempre que sea una cosa airosa”, asegura. Mantiene intacto su talento y la ilusión por seguir creando con sus manos. El trabajo no le falta.
Pregunta.Manuel García de Buciños, escultor, ¿es una buena tarjeta de presentación?
Respuesta.Sí, porque es lo que soy. No sé hacer otra cosa, aunque tengo otros oficios. Yo fundo mis piezas. Monté una fundición para hacerlo, porque había que llevar los trabajos a Madrid y en verano, en un coche sin aire acondicionado, todo se derretía por el camino. Pero también porque me dí cuenta de que haciéndolo yo, las cosas me salen perfectas, como las quiero, con la misma textura, y eso para mí es muy importante. Además de esta manera dominas tú la técnica y fundes el tamaño que quieras.
P.Artista y artesano. ¿Van unidas las dos cosas en usted?
R.Sí, sí. Para mí fue fundamental el oficio, aquí en la escultura. No me gusta que mis cosas las toquen otros, que pasen por otras manos. Así que hago de todo. La piedra y la madera la tallo yo. Y claro, para eso tienes que dedicarle tiempo, que te guste. Disfruto mucho trabajando, me encanta. Hacer estas cosas, a mí me distrae, porque estás inventando. Es la idea que yo tengo de la escultura.
P.¿Cuál es esa idea?
R.Cuando terminé Bellas Artes, salí con un amor al abstracto. Estaba de moda, eran los 60, el abstracto estaba empezando. Pero hice un viaje por Europa y empecé a perderle cariño. El título me decía una cosa, pero yo no la veía y sigo sin verlo. Claro, veo unos hierros retorcidos y tengo que entender que están peinando el viento, pues digo, no, a mí eso no me entra. Para mí el concepto de la escultura es que hablen ellas, que digan lo que están haciendo y quién las hizo, que sea una cosa personal, que se note de quién es.
Ocupar espacio público es una cosa seria. Hay muchas obras que están fuera de contexto, de tamaño, de todo
P. ¿Recuerda si hubo una primera escultura que le robara el alma?
R.Hay muchas, yo es que soy muy renacentista. Empezaba el verano cogiendo un cochecito que había en casa e iba con él por Europa. Empezaba todos los años en Florencia, que era mi sitio, porque estaban mis escultores favoritos. Empecé así a descubrir un amor al figurativo, a que la escultura te diga cosas y sacarle partido. Yo no suelo poner títulos, lo hago a veces para decir que aparte de que eso, por ejemplo, es un abrazo (señala una escultura de dos figuras), es también un corte de mangas al racismo, porque hay materias distintas que están abrazadas, que se quieren y que no tienen por qué ser de la misma textura.
P.Hablando de escultura pública, ¿hay que apoyarla o hay que tomar precauciones?
R.Hay que tomar muchas, muchas precauciones. De hecho, yo no hice cosas que me traían. Contestaba que convocaran un concurso, que yo me presentaba. Que unos profesionales eligieran la que más les gustara, la mejor. Si no se hace así, a mí no me encaja, eso es un concepto fallido. Ocupar un espacio público es una cosa seria. Me molestan muchísimo las cosas que no encajan en el sitio. Y hay muchas obras que no tienen sentido, se están cargando el sitio y además no se adaptan nunca, están allí dando la lata, fuera del contexto, de tamaño, de todo.
P.¿Los políticos saben de arte?
R.Los hay que sí, pero también hay quien no tiene ni idea de la escultura, no sabe lo que es y no tiene gusto. Pero encarga cosas, claro a gente que conoce, que eso lo entiendo. Pero si eres una persona pública y haces una cosa pública para todo el mundo, déjate aconsejar y haz un concurso, que es lo mejor.
P.Cuando escucha la palabra artistiñas, ¿en la actualidad eso qué le evoca?
R.Recuerdos maravillosos de esa época. Acabamos Bellas Artes y yo llegué aquí, sin nada, pero con ilusión. Me encontré con unos amigos, con una gente encantadora. Éramos un grupo de artistas, pero convivíamos con todo: las obras que hacía uno las disfrutaba el otro, nos aconsejábamos unos a otros. Era algo que hoy no existe. Disfruté mucho aquí en Ourense de esa época y del ambiente que había. Era la Atenas de Galicia, la ciudad más cultural, sin duda ninguna.
P.¿Ahora es la Atenas en ruinas?
R.Exacto. Ahora no tiene nada que ver con todo aquello. Todo esa vida cultural se terminó. No hay nada, nada. Que una ciudad tan culta se convirtiera en una ciudad completamente sin sentido cultural. Estoy a cinco minutos de Ourense, pero no voy, ¿para qué? No hay nada. Ourense para mí ya no existe, prácticamente. Es una pena, es una ciudad preciosa, en la que viví tanto y tantas cosas. Con Otero Pedrayo, cuando lo llevaba a su casa o cuando vino Blanco Amor. Pero hoy no veo, de verdad que no veo a gente de ese tamaño, de esa cultura, con esa ilusión. No lo veo. Hombre, hay gente interesante, claro que hay, pero no es aquello.
P.Hablando de espacios expositivos, esta ciudad los pierde. ¿Cómo lo vive?
R.Eso no tiene explicación. Deberíamos ir al contrario, tener más, más exposiciones, más sitios. Y cuidar los museos y si podemos hacer uno contemporáneo, hacerlo. Pero aquí, bueno, en Ourense tenemos la mala suerte de que, no sé, que no...
P.Es hijo adoptivo de esta provincia y atesora un sinfín de premios, ¿es eso importante para usted?
R.Yo para eso soy muy raro. Tengo muchos premios, estoy agradecido y los valoro. Pero lo que me daba mucha más fuerza para seguir trabajando era que una persona llegara al estudio y me dijese que quería comprarme algo y que no tenía dinero, que lo pagaría a plazos. Eso me daba más fuerza. Decía, Manolo, hay gente que no tiene dinero y te compra, o sea, resulta que la quieren, les está gustando Eso me daba mucha fuerza para seguir en mi línea.
P.¿La creatividad tiene edad de jubilación?
R.No, yo creo que no. No debe tenerla. Yo sigo disfrutando de las cosas, sigo intentando hacer cosas nuevas, aunque en la misma línea porque para eso soy muy clásico. Hago cosas airosas, no me gustan las cosas tensadas, pesadas, quiero que tengan aire.
P.¿Para ser artista hay que ser rebelde?
R.No, yo no soy nada rebelde. Soy bastante pacífico, disfruto mucho de la tranquilidad, de la paz, de la amistad. Son las cosas que me importan. Soy mucho de cortes de mangas pero no los hago, solo a cosas que me molestan.
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