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Un baño en las termas de Outariz sin respetar la cola y a las bravas

LE PIDEN DOS AÑOS DE CÁRCEL

Un usuario de las pozas de Outariz fue juzgado por atentado. Los policías a los que se enfrentó le piden dos años de cárcel

Arturo R.P., en el juicio.
Arturo R.P., en el juicio. | La Región

La fama de las termas de Outariz hace tiempo que genera colas y consume tiempo (las esperas en fechas puntuales rebasan la hora). Arturo Mario R.P. acudió con su familia el 11 de febrero de 2023 en busca de los beneficios del agua termal para su delicada columna. “Requería un tratamiento extremo” para sus dolencias, aseguró ayer en el juicio en el que rehusó sentarse por culpa del dolor de espalda y permaneció todo el rato de pie.

Ese sábado, pensaba ir a las pozas públicas, pero el nivel del río era alto. Al llegar al recinto privado, había cola porque el aforo estaba completo y Arturo no quiso esperar. “Entró sin permiso, se desvistió y se introdujo en el agua pese a los reiterados requerimientos de uno de los encargados para que no lo hiciera”, aseguró la fiscal en el juicio. Durante la vista, se visionó un vídeo en el que se observa el percance y la resistencia a abandonar la poza.

A las seis de la tarde, acabó detenido porque, según los agentes de la Policía Local, se negó a cumplir las normas y se enfrentó a ellos. Los policías le ofrecieron diez minutos de margen porque el inculpado puso como excusa que tenía que enfriarse ante de salir. Finalmente, uno de los policías cayó en el transcurso de un forcejeo y sufrió contusiones en ambas manos.

Resistencia grave a la autoridad

El usuario fue juzgado este martes en el Penal 1 por resistencia grave a la autoridad y un delito leve de lesiones, aunque la acusación particular le imputa un atentado y reclama hasta dos años y un día de prisión. Según recoge el atestado, el inculpado se dirigió con menosprecio a los policías diciéndoles que eran “unos mierdas” y que iba a llamar a la Guardia Civil.

Su abogada interesó la absolución por las contradicciones de los policías y la ausencia de quejas del resto de bañistas. Pero fue el propio acusado el que aprovechó el derecho a la última palabra para defenderse y quitar hierro a su actuación -”levantar un poco la cuerda y colarme por debajo no es un delito”-. Recordó en un extenso alegato, acotado por la jueza, que él mismo denunció a los policías porque no se quisieron identificar. “En el vídeo se ve la prepotencia, abuso de poder y las coacciones (…); el perjudicado fui yo”, aseveró.

La representante del Ministerio Público interesó diez meses multa a razón de ocho euros al día. La indemnización la fijó en 250 euros por las lesiones y 36 por la rotura de un reloj. La acusación particular valoró la responsabilidad civil en 500 euros.

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